Trabajadora de la limpieza hospitalaria, uno de los sectores básicos tal y como quedó patente estos meses del 2020 de duro confinamiento, hacemos un balance de su situación con Pallomi (como ha decidido figurar en la entrevista) que a sus 59 años y pese a que ha vivido a lo largo de su carrera laboral desde impagos de salarios, dudas en las subrogaciones de las empresas adjudicatarias del servicio, recortes, aumento de ritmos de trabajo, y también huelgas en exigencia de derechos y conquista de alguna mejora a la patronal, se muestra contundente en que a partir del confinamiento de marzo su trabajo se vio afectado y que sus condiciones laborales son ahora mucho peores que al inicio de año.

Parca en palabras, tenemos que tirarle de la lengua para que nos conteste con algo más que monosílabos. Así nos cuenta que los EPIs tardaron en llegar en los primeros momentos. No parecía importante proteger a las mujeres limpiadoras de hospital y de otros servicios sanitarios, catalogadas de bajo riesgo. La incertidumbre de esos días ante la situación era una losa, lo que unido a la poca información y a las noticias contradictorias sobre las vías de contagios afectaron al estado de ánimo y, además, nos dice que “las mascarillas que nos dieron a la limpieza fueron para los sanitarios que inicialmente tenían menos medios aún”. Ahí se evidencia el abandono de la administración y la falta de inversión, pero también la solidaridad entre plantillas, mujeres que cedieron sus pocos equipos de protección a quienes estaban en contacto directo con posibles personas infectadas. Tuvieron que improvisar batas protectoras con bolsas de basura y, desde luego, recuerda que nada de hacerles PCRs. Sí “fueron jornadas laborales estresantes”.

Ya más animada la conversación hablamos de las condiciones de vida de este año, en el que confiesa que no sólo ha tenido mucho más trabajo sino que a nivel personal fue duro no poder ver a su hija en 2 meses. A la pregunta de si han cambiado o aumentado las tareas de cuidados, el trabajo en la casa o con su familia y pese a vivir en pareja estable, nos reconoce que “sí han aumentado ese tipo de tareas”. Además, hay personas a su cargo, que dependen de ella económica o socialmente.

Finalmente le pedimos una valoración y su visión del 2020 que está acabando y concluye rotunda “ha sido un año de mucho trabajo en el que se han valorado más a unas personas que a otras” sí, efectivamente el año de la pandemia sanitaria ha puesto de manifiesto en las sociedades del capitalismo del descarte humano que no todas las vidas tienen el mismo valor, que la economía y las cuentas de resultados están por encima de las personas. Llegado el momento, si es preciso, se practica el darwinismo social disfrazado de gestión eficaz y criterios científico-sanitarios. Tal vez por eso cuando nos despedimos reclama mayores inversiones en el sistema público sanitario y más dotación de personal para la limpieza hospitalaria, pues recogiendo aquella consigna – que sigue vigente y actual- de cuando nos conocimos unas navidades de huelga de limpieza a las puertas del Hospital de Alicante, sin limpieza no hay sanidad.

Secretaría Feminista.

uyl_logo40a.png