Se publicarán una serie de entrevistas protagonizadas por mujeres trabajadoras que nos contarán y valorarán por sí mismas este año tan difícil y duro, especialmente para ellas. Más allá de opiniones expertas, estadísticas y análisis ajenos, ofreceremos en el Unidad y Lucha mujeres diversas: de distinta profesión, edad, residencia, situación laboral o personal, que nos contarán cómo han vivido este año y cómo ven el futuro.
Iniciamos esta serie, que continuará en el UyL digital, con Isabel Escribano, de 39 años, administrativa en situación activa y con contrato fijo. Madre de dos hijos de 8 y 11 años. Una mujer cuyo día a día se convierte en una batalla para llevar todo adelante.
Vivió el confinamiento teletrabajando y atendiendo a sus dos hijos. Nos explica lo que afectó a su trabajo: ”Cuando comenzó el confinamiento domiciliario nos hicieron trabajar desde casa. Trabajaba unas 10 horas diarias porque, como mi actividad no cesó, no paraba de entrar trabajo y al estar en casa me veía obligada a hacerlo. Contando con que mis dos hijos son pequeños y tenía que hacer con ellos los trabajos del cole y estar con ellos, la situación se hizo bastante dura”.
Sus condiciones de trabajo empeoraron, trabaja en el ámbito de la prevención de riesgos laborales y con la pandemia sus tareas se acrecentaron exponencialmente: “Nos encargamos de realizar pruebas, entre otras cosas, y yo tramito gran parte de las de mi territorio. Actualmente estoy haciendo jornadas de casi 10 horas diarias porque no sale el trabajo del volumen que tenemos.”
Como la mayoría de las mujeres, realiza trabajo de cuidados, y compatibilizar su trabajo (que se ha multiplicado) con la crianza de dos niños pequeños es altamente complicado. Al no poder contar ni con familiares de apoyo y con los horarios a jornada partida de su marido, Isabel se encarga de la mayoría de las tareas: “Ahora están empezando a reactivarse las actividades extraescolares, (que pagamos como podemos, porque no las cubre la educación pública) y eso me ayuda a descargar ciertas tareas. De no ser así, encargarme de todo se hace imposible. Y doy gracias a que de momento no han confinado ninguna de las clases de los peques, porque si llega ese momento no sé cómo lo haremos. Mi empresa no me permite teletrabajar actualmente y a mi marido tampoco. Mis suegros son mayores y no se pueden encargar de ellos, así que se plantea difícil el año.”
“Un año bastante duro”, así define Isabel el 2020. El aumento de trabajo remunerado y de cuidados, así como no poder contar con los mayores, han hecho que su día a día se vuelva más complicado: “El miedo, la incertidumbre, el no poder disfrutar de cierta distensión social, hacen que todo ello se vea acrecentado”.
Le gustaría que superásemos esta pandemia, pero también cree “que las condiciones de las mujeres y las ayudas deberían ser mayores, nos encargamos de muchas cosas por el mero hecho de ser mujer y esto hace que diariamente vayamos con exceso de trabajo, corriendo. Y desde luego, la pandemia nos ha perjudicado aún más”.
Sus palabras y experiencias individuales reflejan la realidad de multitud de mujeres que en la cotidianidad normalizada asumen varias cargas de trabajo, remunerado o no, que con la emergencia sanitaria se han visto incrementadas. Esto han tenido que afrontarlo sin ningún tipo de ayuda pública. Pasado el confinamiento, en el que podía hacerse muy difícil establecer estos recursos; las medidas, situaciones y limitaciones continúan, y a la Administración “progresista” ni se la ve ni se la espera.
Secretaría Feminista del CC