22 de abril del 2020, día del Natalicio de Lenin

Queridos camaradas de España, reciban un fuerte y caluroso abrazo a la distancia, en medio toda esta locura llamada capitalismo.

Sin duda alguna que hay un antes y un después del COVID-19. Esta pandemia ha provocado no sólo la muerte de cientos de miles de personas en el mundo, sino también el despido de millones de trabajadores a la ya de por sí precarizada vida de éstos y sus familias.

Me quiero centrar en este escrito en dos etapas, el antes y el después del COVID-19 para entender las dimensiones sociales, económicas, y políticas de México. Lo hago de esta manera para dimensionar que la crisis capitalista y el neoliberalismo no están en fase terminal como aseguran algunos analistas y liberales de la palabra, sino que se han vuelto más peligrosos en la medida en que sus intereses se han visto afectados por entes microscópicos como el COVID-19. Los despidos de millones de trabajadores y los programas de salvamento de los bancos y las grandes empresas, dan pie a señalar la recomposición del capital después de la pandemia, sin dejar de lado el problema ambiental que cada vez avanza con cambios adversos para quienes habitamos el planeta, humanos y no humanos.

Pareciera que en el caso mexicano este virus letal habría llegado 30 años antes, cuando de manera “oficial” se instaló el neoliberalismo en nuestro país, más específicamente en 1982. Este virus silencioso y ambicioso a la vez, fue desmantelando el Estado y sus “defensas”. Para ser específicos en los primeros 20 años de neoliberalismo en México ya habría cobrado la vida de cerca de 1,200 empresas que anteriormente pertenecían al viejo modelo benefactor: puertos, aeropuertos, bancos, empresas siderúrgicas, de teléfonos, correos, telégrafos, televisoras, caminos, autopistas y carreteras, puentes, almacenes y distribuidoras de granos fueron sólo algunas empresas que desaparecieron o se integraron al sector privado.

En dicha “venta de garaje” México firmó el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, lo que a la postre daría el tiro de gracia para la total dependencia sobre todo con el país de las barras y las estrellas. Afirmamos que México se ha convertido en una colonia de los Estados Unidos.

¿Por qué decimos esto?

Los acuerdos comerciales han destruido la organización comunitaria-campesina a partir de la Reformas y privatización de la tierra. Existe una total dependencia tecnológica y alimentaria. México importa el 46% de los alimentos producidos en los Estados Unidos, buena parte de ello es carne y “maíz gringo”. Este hecho ha permitido que los productores sobre todo ligados al campo mexicano queden en desventaja y en la pobreza absoluta, teniendo que vender su tierra y migrar a los Estados Unidos a buscar fuentes de empleo.

Existe una dependencia financiera que se profundiza a partir de la venta y liquidación de bancos y empresas financieras mexicanas. Actualmente el 95% de la banca que opera en nuestro territorio es privado-extranjero. En este sentido, la dependencia financiera no se erige sólo en la privatización de dichas instituciones, sino también con el pago puntual de la Deuda Externa, que asciende a 456 mil millones de dólares. Esto representa el 47% del PIB nacional.

La acumulación por despojo en México ha sido una de las estrategias a seguir en los años del neoliberalismo en nuestro país. México es el 7o país más atractivo en el mundo para desarrollar la minería. La Inversión Extranjera Directa (IED) en este ramo supera los 3,250 millones de dólares, y los países que más despojan son Canadá, Estados Unidos y China. A partir de 1988 hasta el 2018 se han otorgado 65 mil 534 concesiones mineras, y las empresas tienen en su control el 27% del territorio nacional.

Por otra parte, el narcotráfico y la violencia de género son cifras que alarman, el territorio nacional se ha convertido en una fosa común y un campo oportuno para la actividad del narcotráfico con la supervisión de la Casa Blanca y el Pentágono. En los últimos años las organizaciones del narcotráfico pasaron de 20 a inicios de la guerra del expresidente Calderón en el 2006, a ser más de 200 en todo el país, con influencia muchas de ellas a nivel internacional. Cabe decir que esta guerra forma parte del control geoestratégico de los Estados Unidos en la región, que junto con el Plan Colombia y el Plan Mérida, forman los pilares de su estrategia de militarización y guerra. Dichos planes se caracterizan por el apoyo financiero, asesoría militar, entrenamiento y equipamiento de las fuerzas de seguridad en dichos países.

Según investigaciones sobre el narcotráfico en México, existen cerca de 800 mil a 1 millón de personas que trabajan de manera directa o indirecta. Dicha actividad genera 39 mil millones de dólares al año, superando las remesas que ingresan de los Estados Unidos con cerca de 22 mil millones de dólares para ser más exactos.

Los muertos relacionados al narcotráfico superan los 250 mil en los últimos 13 años de guerra y más de 60 mil desaparecidos. Sólo en el 2019 se registró el año con mayor número de homicidios relacionados a este tema con 34 mil 582. Para lo que va del 2020 se han registrado 2 mil 892 muertes.

En el caso de los feminicidios en México, éste ha ido en aumento. En el periodo 2015 al 2019 se reportaron 3 mil 751 mujeres asesinadas. Y en lo que va del 2020 entre enero y febrero ya había 162 casos. Lo que ha provocado la rabia de cientos de miles de mujeres y hombres y la poca eficacia de las instancias de justicia locales y federales.

Este país que tiene 127 millones de personas, mantiene al 62% de su Población Económicamente Activa (PEA) en la informalidad, estamos hablando que no tienen acceso a prestaciones básicas, acceso a los servicios de salud, créditos de vivienda, etc.

Existen 12,1 millones de desempleados, de los cuales el 35% son jóvenes y 38% mujeres. Lo que estamos viendo es una cantidad enorme de ejército industrial de reserva, que ni siquiera tienen la posibilidad de ser explotados en los centros de trabajo. Cabe decir que los salarios en México son muy bajos, en una jornada de 8 horas el promedio es de 3 dólares la jornada para algún trabajador de maquila.

Este proceso de acumulación por despojo por parte de los grandes proyectos extractivistas ha traído la muerte de cientos de defensores y luchadores sociales. México es el país junto con Colombia que más activistas se asesinan, al igual que periodistas. Lo que estamos viendo es una de las caras más cruentas del capitalismo neoliberal.

Las empresas no sólo se apoderan de los territorios, sino que además, desaparecen a luchadores y comuneros que defienden la tierra, los ríos y los bosques.

El COVID-19 en el México neoliberal

Lo que acabamos de presentar, son las condiciones generales en las que el COVID-19 llega a México, un país que aporta el 2,8% de su PIB al sistema de Salud. Una población altamente enferma con problemas crónico degenerativos, como diabetes, obesidad infantil que cabe decir somos el primer lugar en el mundo y obesidad adulta el segundo lugar después de los Estados Unidos.

¿Cómo haremos frente a esta pandemia?

En el 2018 llegó la izquierda institucional a este país, la socialdemocracia supo orientar el descontento general por las condiciones sociales y económicas y con un discurso del fin del neoliberalismo y la corrupción, llegó con el apoyo de 30 millones de votantes a las urnas.

Entre sus acciones más destacadas se encuentra la modificación de las leyes laborales que modifican o desconocen el outsourcing o la subcontratación. Además de no dar nuevos contratos a las mineras; acercarse para iniciar las investigaciones de familiares de desaparecidos como es el caso de Ayotzinapa o de iniciar el estudio para el rescate de los mineros atrapados en Pasta de Conchos, de los cuales 63 siguen en el fondo de la mina después de 14 años. Las investigaciones de desvío de recursos de administraciones pasadas, dan cierta certeza a sus votantes. La política basada en apoyos económicos de manera directa con base en programas sociales, tanto a las personas de la tercera edad como a jóvenes estudiantes y jóvenes que no estudian ni trabajan.

Sin embargo hay que decirlo, el neoliberalismo goza de cabal salud en México. Si bien es cierto, se han invertido en apoyos y programas sociales para “reducir” la pobreza en México, es también sabido la alianza a ultranza que tiene con los pocos capitales nacionales que quedaron después de la oleada del neoliberalismo. Estos capitales nacionales han tenido certeza y el apoyo mediante contratos de proyectos.

Existen dos grandes proyectos para continuar con la política de acumulación por despojo en México. Una es el Tren Maya que forma parte del proyecto del gobierno Federal con una extensión de 1,460 km de vías férreas y una inversión de 6 mil 389 millones de dólares, las cuales empresas tanto constructoras como turísticas a nivel nacional e internacional se apoderaran de territorios, devastando los bosques y selvas de la región del sureste. Según el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, el proyecto del Tren Maya viene a despojar a las comunidades de sus territorios, esclavizar la mano de obra a los sectores turísticos y depredar los bosques y las selvas.

Otro de los grandes proyectos los cuales ha apostado el gobierno Federal es el de las Zonas Económicas Especiales. Dicho proyecto se instala para conectar los dos océanos en la zona del istmo en el Estado de Oaxaca. Dicho proyecto es una continuación del viejo proyecto neoliberal de Fox llamado Plan Puebla Panamá. Este corredor industrial tiene como objetivo atraer inversión extranjera Directa y dotar de mano de obra barata.

El panorama en México es catastrófico, la llamada izquierda lo que ha hecho es la continuidad del modelo, con un acercamiento a los Estados Unidos, y el fortalecimiento de capitales nacionales. Los viejos políticos de siempre se han subido al barco de la democracia y se han enquistado en el Partido de Morena del Presidente López Obrador. Las mismas prácticas de corrupción, clientelismo y relaciones del viejo régimen hoy en día se dejan ver. Como si la corrupción o el neoliberalismo se acabara con buenas intenciones o programas sociales. Lo que está haciendo el gobierno Federal es retardar o alargar la crisis capitalista, que para el caso de México, es ver las diversas estrategias para darle mayor vitalidad a los capitales nacionales frente a los extranjeros.

La lucha de los comunistas se centra en organizarnos con la clase obrera, con los mineros y electricistas que han sido golpeados durante décadas, también con las comunidades, ejidos y etnias del país quienes están resistiendo a los grandes megaproyectos extractivistas. Dichas organizaciones luchan en el Congreso Nacional indígena. Nos juntamos con los jóvenes y mujeres que luchan por la vida y los derechos civiles, nos juntamos y luchamos en conjunto con ambientalistas y comunidades que defienden el territorio, el agua y los bosques.

El Partido de los Comunistas y la Juventud Comunista de México mantienen una estrecha y cordial relación con el EZLN, organización con la cual desde el 2006 trabajamos en La Otra Campaña, movimiento social anticapitalista que tiene por objetivo juntar todas y cada una de las luchas para generar un proyecto distinto al capitalismo y al neoliberalismo, nosotros los comunistas lo llamamos socialismo.

Con este breve recorrido queremos decir que la lucha en México se vuelve cada vez más intensa. Por un lado las fuerzas reaccionarias buscan desconocer al presidente de la Republica y no dejan de lado un golpe de Estado o una intervención norteamericana que creemos que no pasará ni la una ni la otra, y por otro, la fuerza de los movimientos sociales que tratan de impulsar desde las calles y centros de trabajo cambios profundos en el actual modelo.

El COVID-19 ha dado la pauta para que el capitalismo pueda reestructurarse, sin embargo está en los trabajadores y el pueblo detener y darle un cambio profundo y tajante y eliminar al verdadero virus llamado capitalismo.

Diego Hernández

Miembro del Comité Central del Partido de los Comunistas, México

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