De los más de 2.200 millones de niños y niñas del mundo, 1.000 millones viven en situación de pobreza y 600 millones en situación de pobreza extrema, y de cada seis, uno o una tiene que trabajar obligatoriamente. En general, la infancia en el mundo sufre, sobre todo en los países empobrecidos, una grave situación de indefensión y está expuesta al hambre, la desnutrición, el maltrato y la violencia.
De esos 2.200 millones, la mitad son niñas, y sólo por el hecho de serlo, desde el momento que nacen ya sufren la discriminación, y además de lo expuesto anteriormente, en lo referente a la infancia en general, ellas son víctimas de la opresión, la violencia, el maltrato, la mutilación etc.
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Hay cerca de 31 millones de niñas en edad de cursar la enseñanza primaria sin escolarizar de las cuales se prevé que 17 millones nunca lleguen a asistir al colegio. En la enseñanza primaria hay cuatro millones menos de niños que de niñas sin escolarizar. Sabemos la importancia de la educación en nuestra sociedad para no sólo poder lograr abrirse un camino en la vida, sino también, para saber reconocer las situaciones de abuso, de acoso y de explotación.
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En las zonas de conflicto las niñas tienen un 90% más de probabilidades de no acceder a la escolarización en comparación con las niñas de los países sin conflictos, poniendo así en peligro sus perspectivas de futuro laboral y su independencia financiera una vez alcanzada la edad adulta. Los conflictos bélicos o los desastres naturales ponen a las mujeres en riesgo de sufrir actos de violencia y abusos sexuales extremos.
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Las niñas de entre 13 y 18 años de edad constituyen el grupo más numeroso en la industria del sexo. Se calcula que cerca de 500.000 niñas de menos de 18 años son víctimas de tráfico sexual cada año, 7 de cada 10 víctimas de trata son niñas y mujeres.
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150 millones de niñas han sufrido violencia sexual, casi la mitad de las agresiones sexuales en el mundo se cometen contra niñas menores de 16 años.
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3 millones de niñas son víctimas de la mutilación genital femenina cada año, esta práctica además de acabar con la sexualidad de las niñas causa grandes dolores y puede llevar a hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad e incluso la muerte.
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En algunas culturas, la preferencia por los niños tiene como consecuencia la selección prenatal del sexo y el infanticidio de niñas. En la India, por ejemplo, hay 933 mujeres por cada 1000 hombres, lo que implica 40 millones de mujeres “desaparecidas”.
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Un 28% de las niñas confiesa que nunca se siente segura en el camino al colegio, y una de cada cuatro niñas nunca se siente cómoda usando los aseos de las escuelas.
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El matrimonio infantil es una práctica tradicional que se lleva a cabo en numerosos países y que supone una grave violación de los derechos de los niños y las niñas, impide la libertad física de la persona, así como su capacidad de decidir su futuro por sí misma. Cada vez se producen más casos de niñas afectadas por el matrimonio infantil. Cada dos segundos una niña contrae matrimonio forzado. El 14% de las niñas en países en vías de desarrollo se casarán antes de cumplir los 15 años. Una de cada tres, se habrá casado antes de cumplir los 18 años. Si la tendencia actual continúa, este problema afectará a más de 140 millones de niñas en 2020, que serán obligadas a contraer matrimonio forzado a edades tempranas a menos que se impida.
La mayoría de los datos están extraídos del último informe de UNICEF sobre la situación de la infancia a nivel mundial, por lo que las cifras reales serán mucho más alarmantes, ya que quedan fuera una parte de la población que no consta en ninguna parte.
Estas cifras ponen de manifiesto que esta situación de las mujeres desde su nacimiento es absolutamente discriminatoria, el patriarcado se extiendo sobre todo el mundo y sirve de trampolín al capitalismo para ahondar en el expolio de la clase trabajadora y del propio planeta. Los datos ratifican la división sexual del trabajo, la violencia estructural hacia las mujeres, la falta de derechos sexuales y reproductivos y la opresión que sufrimos las mujeres.
Si desde niñas se sufre esta discriminación es mucho más difícil combatirla de adultas, así que más que las decenas de informes que cada año se hacen recopilando todos estos datos lo que hay que hacer es comenzar a implementar medidas reales para acabar con la discriminación y la desigualdad.
De igual manera que hoy se puede acabar con el hambre en el mundo con el desarrollo tecnológico que hemos alcanzado, es posible el acceso a la educación de la población mundial, es posible dictar leyes que acaben con la trata, la mutilación femenina y los matrimonios infantiles. Hay que preguntarse por qué esto no se lleva a cabo y por qué la situación empeora cada año.
Secretaría Feminista