Los llamados disidentes cubanos y los connotados terroristas asentados en la violenta ciudad norteamericana de Miami, entre ellos Luis Posada Carriles, bautizado como el Bin Laden de Latinoamérica, no son otra cosa que similares sabuesos entrenados y pagados por el mismo amo, pero con falsos diferentes collares.
Tanto los mercenarios internos en Cuba como a quienes los sucesivos regímenes de Estados Unidos les han dado refugio y sustentado en su propio territorio, desde hace más de 50 años, obedecen las ordenes Washington, y su clara encomienda es destruir la Revolución en la Isla caribeña a cualquier precio.
Los hechos hablan por sí solos luego que las autoridades de la mayor de las Antillas flexibilizaron las leyes migratorias, y los denominados opositores cubanos salen y entran de su país como perros por su casa, a pesar de que vociferan que son perseguidos políticos.
La mayoría de los que han viajado a Miami ni siquiera han disimulado que los terroristas de origen cubano que residen en la Florida al amparo de la administración norteamericana, como Posada Carriles, son “parientes” muy cercanos y de la misma calaña.
Ninguno de esos presumibles “disidentes pacíficos” ha dejado de reunirse ni hacerse una foto con el Bin Laden latinoamericano, quien a pesar de sus conocidos crímenes como el derribo con bomba en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación en el que murieron 73 personas, goza de plena libertad en suelo norteamericano.
Con Carriles, viejo empleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, torturador en la otrora neoliberal Venezuela y artífice de numerosas acciones terroristas contra su propia nación, han posado cada uno de los que dicen ser simplemente apacibles adversarios.
Igual han hecho en Madrid, otro enclave de la contrarrevolución anticubana, con personajes de la repudiada talla del expresidente del gobierno de España José María Aznar, afamado faldero de la Casa Blanca, estrechamente vinculado a la mafia terrorista de Miami, y acusado de crímenes de lesa humanidad por su activo protagonismo en las guerras de rapiña lideradas por Estados Unidos y sus aliados europeos de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en los Balcanes, y contra Irak y Afganistán.
Hay que admitir que es bastante difícil recibir prebendas de Washington y únicamente servir de borrego, cuando en realidad los mercenarios que cría y alienta el Imperio USA en cualquier parte del mundo son perros lobos con idéntica horma.
Además es bien complejo determinar hoy si existe alguna diferencia entre “opositores” y terroristas, porque todos forman parte de la misma tela de araña.
Artículo extraído de www.cubadebate.cu