En el estadio actual de la confrontación del imperialismo norteamericano contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC), mediante las amenazas proferidas por Donald Trump, la respuesta del pueblo, gobierno, partido y ejército coreanos son de vital importancia para la paz en la península, en la región y en el planeta.
El pueblo coreano que construye la sociedad socialista lo hace sobre la experiencia que ha ido acumulando a lo largo de su historia, principalmente desde mediados del siglo XIX. La península coreana es una zona estratégica situada en el marco geográfico de la conexión de los continentes americano y asiático, que ha merecido el apetito de anexión por parte de las potencias colonialistas primero e imperialistas después. Después de la Revolución Meiji en Japón en 1856, la burguesía de este país interpretó el papel que le correspondía en la región para el propio proceso de acumulación capitalista. Finalizada la Primera Guerra Mundial, el imperialismo japonés ocupó la península coreana en su fase de expansión por la zona.
Teniendo antecedentes y episodios de resistencia anterior a estas fechas, el pueblo coreano va conformando la lucha para combatir al invasor e ir articulando laorganización que hiciese posible su liberación, soberanía e independencia. Es por ello que este combate contra el invasor marcará la naturaleza de las organizaciones populares y determinará su carácter revolucionario. Lo que fue la resistencia contra la ocupación japonesa, se convierte en la lucha por la Revolución y el Socialismo.
Después de la Segunda Guerra Mundial (SGM) con la derrota del fascismo, la lucha de clases a nivel internacional adquiere una nueva dimensión por el papel de la URSS y la liberación por el proletariado de los países del Este de Europa. La península de Corea es un nuevo teatro de operaciones del imperialismo que llega a desatar una guerra entre 1950 y 1953 que devasta el territorio de su parte norte, utilizando el triple de bombas empleadas durante la SGM; por poner un ejemplo, en la capital Pyongyang, con una población en torno a 400.000 habitantes, el imperialismo norteamericano lanzó 410.000 bombas.
El conflicto bélico finalizó con un armisticio que decretaba la partición de la península coreana en torno al paralelo 38, que no resolvía las causas de la agresión imperialista y que mantenía al ejército de la RPD de Corea en estado de alerta permanente.
En estas condiciones, se ha ido desarrollando el proceso socialista en la RPD de Corea, que adquiere y recobra su importancia para el imperialismo a partir de la desaparición de la URSS y unos años después con la crisis estructural y general del capitalismo desatada en 2007. En esta fase se reabren las tensiones y provocaciones del imperialismo a partir de periódicas maniobras militares junto con los gobiernos títeres del sur de la península y la recuperada agresividad del imperialismo japonés.
Los planes de desarrollo socialista en la RPD de Corea, a pesar de todo, se van consolidando en esta etapa liderada por Kim Jong Il, cuyo fallecimiento el 11 de diciembre en este su 6º aniversario, es recordado orgullosamente por el pueblo coreano.
Por tanto, el pueblo coreano tiene una experiencia contrastada en padecer las consecuencias de la barbarie imperialista, y refuerza su capacidad de lucha y de la defensa de sus valores socialistas a partir de mantenerse firme en los principios y en las condiciones materiales de la defensa de su Patria. En la fase actual, la trinchera de la RPD de Corea deteniendo al imperialismo, es doblemente una victoria del socialismo y una garantía por la Paz.