“Pasan hambre mientras nosotros lo estamos tirando; Papá Noel manda papeo que esto está muy feo”
Sirva esta descriptiva frase de La Polla Records para iniciar la que pretende ser una no menos provocativa reflexión general sobre las ONGDs entrando a valorar su papel de narcótico social autocomplaciente y la miseria ética de sus pingües presupuestos ligados a las, cada vez más frecuentes, situaciones de emergencia. Y todo ello, aunque parezca contradictorio, por el justo rechazo de muchas de ellas al mandato recibido del gobierno italiano y avalado por la Comisión Europea, de retirarse o cambiar su protocolo de actuación en el rescate de inmigrantes en aguas del Mediterráneo.
Una reflexión necesaria para todos quienes en Europa siguen viviendo inmersos en la sociedad de consumo mirando a otro lado y negando nuestra corresponsabilidad en una sociedad en la que sería imposible seguir articulando determinados consensos sociales si no fuera por las migajas con las que aún sigue regando la oligarquía a determinados sectores sociales (aristocracia obrera, profesionales liberales, pequeña y mediana burguesía) para que disfruten de un cómodo -aunque inestable- colchón de protección social y alienante consumismo. Son precisamente esos sectores la base social organizativa e ideológica de las ONGDs que denunciamos y que, nunca dejaremos de recordar, nacieron al calor de la llamada campaña del 0,7% con el abono de multitud de agencias de todas las administraciones del estado sobre las ruinas de un vencido movimiento de solidaridad internacionalista.
Oposición que en la práctica quedará en poco pues acabarán imponiéndose las criminales políticas capitalistas que han convertido el Mediterráneo en la mayor fosa común de la Historia y que terminará reducida a la cínica exigencia de la “apertura de vías seguras y legales para los refugiados y los migrantes a fin de evitar su muerte y sufrimiento ” (MSF). ¿Y por qué cínicas? ¿Acaso no es desvergüenza aceptar el Tratado de Schengen que cierra las fronteras de Europa a las personas migrantes y hablar al mismo tiempo de crear vías seguras y legales?. ¿No es una obscenidad retratar las situaciones de emergencia provocadas por el expolio y la violencia imperialista y, al mismo tiempo, formar parte del organigrama institucional de esos mismos estados y uniones interestatales imperialistas al asumir sustituirlos en la gestión de la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria?. ¿Acaso no es cinismo caritativo del más repugnante las campañas de captación de socios basadas en la muerte de quienes huyen de la guerra imperialista y no mencionarla?.
La privatización de la cooperación ni es neutral, ni mucho menos se sitúa al lado de los desfavorecidos. La gestión mercantil de esos recursos tiende a perpetuar las bases materiales de la explotación y la violencia pues su existencia depende de la permanencia de las desigualdades y miserias que provocan. Puede parecer muy duro ponerlo en negro sobre blanco, pero es lo que nos corresponde hacer a los y las revolucionarias, a quienes queremos acabar de raíz con las causas que provocan las situaciones de emergencia social que asolan el Planeta.
El hambre, la muerte en fronteras cerradas, las epidemias, la falta de acceso al agua potable, la guerra, los refugiados, las poblaciones campesinas desplazadas por multinacionales de la agroindustria o la minería…todas estas situaciones extremas tienen un causante que se llama Capitalismo y quien no lo denuncia así y permite su existencia cohabitando con él es cómplice necesario de esta situación de emergencia que condena a la muerte a millones de personas todos los años.
Frente a ello, el internacionalismo y la solidaridad como la desarrollada en 186 países durante 50 años por la Revolución Socialista cubana, se sitúan como la referencia inequívoca de la necesaria cooperación internacional para avanzar en la consecución de un mundo donde la pobreza y la violencia sean un viejo recuerdo de la sociedad dividida en clases.
Julio Díaz