¿Ganar sin luchar?
Pregunta de Perogrullo que la experiencia demuestra que no lo es tanto y sobre la que como clase, una y otra vez, cometemos el error de negar los aprendizajes acumulados a lo largo de los años y pretendemos empezar de cero condenándonos a repetir todos los errores anteriores.
Como en todo, en la sociedad dividida en clases y fundamentada en la explotación, son la posición social, la conciencia de clase y la ideología lo que, en última instancia, determina la asunción de tácticas y estrategias para la consecución de unos objetivos. Acuerdos que, como criterio definitivo de la verdad, será la práctica la que, en última instancia, confirme si han sido acertados o no y en qué grado lo han sido más o menos.
Conclusión: Todo lo avanzado años atrás se consiguió luchando y todo lo perderemos si no luchamos
¿Ganar luchando bajo pabellón ajeno?
Podríamos decir casi lo mismo de la pregunta anterior con la diferencia de que en cualquier aspecto de la vida el NO sería la respuesta inmediata de la gran mayoría de las personas. Sin embargo, cuando hablamos de posición social, conciencia de clase o ideología, se acepta el interclasismo como algo natural y, con el disfraz de las banderas o la pluma del pacto social, se piensa que es posible conciliar nuestras necesidades con los intereses de la clase que nos explota y, además, se acepta que el único campo de juego posible en el que librar la batalla es el suyo.
Conclusión: Las posiciones de la clase obrera solo avanzan cuando se constituyen únicamente en defensa exclusiva de sus intereses y necesidades de clase
Preguntas motivadas por las sucesivas decisiones adoptadas y valoraciones realizadas en el conflicto del colectivo de trabajadores de la estiba y que, sin pretender centrarse únicamente en él pues son plenamente soberanas y, como no puede ser de otra manera las respetamos plenamente, busca aportar alguna idea al desarrollo global de la lucha de clases en nuestro país en la concepción más amplia de su significado político, social e ideológico y, por qué no, también en la medida de nuestras modestas posibilidades, ayudar a los compañeros en la toma de sus decisiones.
Movilización y negociación, no seremos los y las comunistas quienes neguemos este binomio a las organizaciones sindicales, pero por qué contraponerlas, por qué aceptarles a la patronal y al gobierno un calendario y un marco de negociación que impone como premisa renunciar a la huelga. Por qué la huelga es una medida de fuerza y no lo son los acuerdos adoptados por la patronal y los gobiernos a su servicio (autonómicos, central y Comisión Europea). Por qué no mantenemos inamovibles nuestros calendarios de defensa de los puestos y las condiciones de trabajo y aceptamos negociar sobre el mal menor que nos ofrecen los que quieren arruinar la vida de nuestras familias.
Tomando como referencia experiencias recientes y más antiguas, sabemos que marcar un calendario de movilizaciones e ir suspendiéndolo sucesivamente ajustándolo a tácticas y plazos diferentes a los apoyados inicialmente por las asambleas de trabajadores, acaba siempre en la ruptura de la imprescindible unidad obrera. Sin embargo, por qué ajustamos el calendario de lucha a la incierta aritmética parlamentaria.
Busquemos la respuesta en la ausencia de una posición de clase cimentada en la ideología revolucionaria en las organizaciones sindicales y en los colectivos obreros protagonistas de este u otro conflicto. Una realidad que deja indefensa a nuestra clase ante las diversas estrategias de la patronal y sus gobiernos y que, por la experiencia acumulada tras décadas de pacto social y acuerdos alcanzados a espaldas de los trabajadores y trabajadoras, sabemos que agudiza nuestra vulnerabilidad.
Ante este hecho que condiciona ¡y de qué manera! el desarrollo de la lucha de clases en nuestro país, la responsabilidad del Partido Comunista y su militancia es analizarlo y comprometerse en corregirlo haciendo avanzar las posiciones más consecuentes inoculando la ideología revolucionaria en el seno de nuestra clase. Por ello, nuestra tarea como comunistas es desarrollar con decisión y sin dudas las orientaciones de trabajo de la Secretaría de Movimiento Obrero y Sindical haciendo llegar a cualquier conflicto o debate sindical las posiciones propias e independientes del Partido, sin ser jamás subsidiarios de posiciones retrasadas que, de la mano del reformismo, nos ponen a la cola de nuestro enemigo de clase y, perdiendo nuestra independencia, nos dejan al albur de sus trampas en la mesa de negociación
Julio Díaz