DESTACADO

En estos tiempos en que la patronal y sus gobiernos golpean duro, muy duro, a la clase obrera, no podía dejar de estar presente una estrategia, admirablemente unificada y diversa en sus tácticas y discursos, dirigida a destruir, perseguir, criminalizar y desprestigiar a las organizaciones de la clase obrera.

Agentes que sirven consciente –y otros (la mayoría) inconscientemente– a este objetivo de hacer tabla rasa y dejar vía libre a la dictadura patronal, invaden la prensa, las redes sociales y nuestros correos electrónicos, de noticias bajo títulos por el estilo de "sindicatos sinvergüenzas" y "la culpa es de los sindicatos", cuando no llamamientos a la huelga social y ciudadana convocada en las redes sociales, al margen de, y contra, las organizaciones de la clase obrera.

Se trata, llevado al campo de la lucha laboral y sindical, del mismo discurso antipolítica y antipartido que, pretextando la corrupción y la oscura y delictiva financiación de los partidos burgueses, busca el consentimiento social para intervenir y proscribir al partido de la clase obrera. Preparando el desarrollo de formas durísimas de dictadura de clase que operarán sin el estorbo de cualquier formalidad representativa o pseudodemocrática.

Esta estrategia que se nos presenta como nueva, es el viejo recurso thatcheriano empleado numerosas veces durante el estallido de las innumerables crisis capitalistas en que el estado "social" desaparece como borrado del mapa, se le caen al Estado los ropajes de ente neutral que media entre los "interlocutores sociales" y protege a los más débiles, y queda a la vista como lo que es, en su horrible y descarnada desnudez de aparato violento de dominación en manos de los que poseen los medios de producción. Dicha estrategia tiene varios aspectos:

- La cooptación de los elementos y cúpulas sindicales más traidores y vendidos.

- La división de la clase entre los que cobran más, los que cobran menos, los que no cobran y los que pagan en vez de cobrar; los que aún trabajan, los que creen que son fijos, los que ya no trabajan, y los que no trabajarán nunca.

- La liquidación progresiva del derecho laboral, única razón y modo de existencia de aquellas organizaciones sindicales que, abandonado el objetivo de vincular la batalla económica en cada empresa y sector al frente general de la lucha clasista, se convirtieron en gestorías asistenciales y de asesoramiento jurídico; un negocio sin futuro cuando lo que está en tela de juicio es la existencia misma de las garantías jurídicas que en algún momento protegieron al trabajador/a del abuso y el terror patronal.

- La propuesta de "nuevos" movimientos interclasistas y alternativos dirigidos a sustituir al movimiento organizado de la clase para la lucha por sus derechos y por su propio poder.

- La promoción del fascismo organizado y de su influencia ideológica sobre los sectores más desideologizados y desesperados de la clase obrera.

- La persecución abierta de los elementos y organizaciones más combativos de la clase, su criminalización y el encarcelamiento de sus dirigentes.

Todo este despliegue ya fue usado exitosamente en el siglo XX para desactivar la lucha de la clase obrera. Todos estos frentes tienen el mismo objetivo: desarmar a la clase obrera y preparar el camino para nuevas y durísimas formas de ejercicio de la dictadura del capital. Forman parte de una misma ofensiva contra la clase obrera y sus organizaciones, que debemos desenmascarar y explicar mientras desarrollamos la necesaria tarea de construir la unidad de la clase, depurarla de su quinta columna colaboracionista y levantar el Frente Obrero capaz de dar las duras batallas del presente y del futuro.

Marina Quintillán 

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