El deterioro de la democracia burguesa se acelera, las próximas elecciones tendrán el mayor índice de abstención en la historia de México, y en entidades emblemáticas solo con la presencia del Ejército y la Policía Federal se impondrá la instalación de las casillas.

Los partidos políticos registrados, es decir aquellos que pueden inscribir candidatos y recibir las millonarias prerrogativas, se encuentran en total descrédito, sin excepción alguna. Lo mismo ocurre con el organizador y árbitro del proceso, el Instituto Nacional Electoral, al que la democracia no le importa en absoluto porque su función es preservar la estabilidad Estatal remozando el maquillaje del viejo régimen que reproduce sus consensos elección tras elección. Hay elecciones, pero éstas no son libres pues solo la clase dominante compite.

Muchos son los factores de repudio y apatía pues la burguesía rebaja la política a politiquería con permanentes escándalos de corrupción, de vínculos comprobados con la delincuencia, de penetración de narcotráfico que blanquea así su dinero y coloca diputados, senadores, alcaldes que expresan sus intereses; pero el factor esencial es que programáticamente se expresan exclusivamente los intereses económicos y políticos de la clase dominante, así como su ideología.

El sistema electoral se fue ajustando al desarrollo del capitalismo, a la concentración y a la centralización del capital, a la monopolización de la economía. Entre las banderas de la Revolución social que estalló en 1910 estaba la de la democracia, el sufragio efectivo, pero concluida la guerra civil, elaborada la nueva Constitución y establecido el nuevo régimen político, nunca, ni en una sola ocasión, hubo elecciones libres. Prácticas de todo tipo han rodeado las elecciones, desde el primitivo robo de urnas, falsificación de actas, embarazo de urnas, acarreo de electores, compra de votos, hasta mecanismos más sofisticados como la utilización de algoritmos para alterar en un sentido u otro el resultado, operaciones financieras de gran calado, asesinatos, pequeños y grandes y escandalosos fraudes, una manipulación mediática que envidiaría el nazi Goebbels. Más los comunistas queremos subrayar que hoy día el aspecto fundamental que excluye a la clase obrera y a los sectores populares es que todos los partidos registrados representan exclusivamente los intereses de la clase dominante y su programa político-económico, con el que se comprometen.

Algunas ocasiones las pugnas interburguesas involucraron masivamente al pueblo, que ilusionado se creía la falacia de que unos minutos que lleva ejercer el voto sustituían la dureza y sacrificios de la lucha. Pero en los últimos 30 años, para hablar solo del 88, 2006 y 2012 queda muy claro que las diferencias interburguesas se acompañaban del voto popular con fines de ornato y que finalmente, a pesar de las diferencias, cierran filas en defensa del orden.

Hoy eso es muy claro. Ayotzinapa acentúo la crisis de dominación estatal. El otoño lo demostró con creces y puso en cuestión al conjunto del sistema, incluidos los partidos registrados en el INE, tanto los de la alianza conocida como Pacto por México, como los que supuestamente se le oponen. Claro, se trata de un acumulado de agresiones a los trabajadores y sectores populares, cancelando derechos sindicales, laborales, democráticos, afectando el nivel de vida, en el marco de la crisis internacional del capitalismo. Todo el cuadro político nos muestra que estamos llegando al nivel donde las cosas pueden desbordarse y ello genera preocupación en todos los interesados en que el capitalismo se perpetúe en el país y por ello.

Lo mismo Peña Nieto y el PRI, que el PAN y PRD, incluyendo a MORENA, hacen un bloque para asegurar el proceso electoral de Junio del 2015, buscando con ello legitimar la dominación de clase que ejercen los monopolios. Y sin rubor en conjunto han exigido que el Ejército los resguarde, el mismo Ejército responsable de los crímenes en Tlatlaya e Iguala.

Por ello la oposición al proceso electoral es un objetivo de un conjunto de fuerzas clasistas radicales, que necesariamente debe eslabonarse con otros, como dotarse de un programa y construir una dirección única, si no quiere ahogarse en la frustración y en la impotencia. Es cierto que no se logró la elección de una táctica única para confrontar este momento constituyente del poder de los monopolios, así por ejemplo algunos plantean boicot, otros voto nulo, otros abstención activa, pero nadie plantea voto de castigo, ni voto por el mal menor, y en ello hay un salto de calidad, de fuerzas que todavía hace tres años estaban encarceladas en la lógica de subordinación al progresismo.

Las campañas electorales, si se efectuaron, no provocaron nada, pues rayaron en lo trivial, en los temas musicales de sus spots. Y si en algo se concentraron políticamente fue en debatir buscando con desesperación la participación en las urnas para evitar el elevado abstencionismo.

Algunos sectores que se denominan marxistas o “izquierda” abogan por el voto a favor de MORENA. Veamos sus argumentos:

-Que es un partido que se opone al neoliberalismo

-Que es un partido que plantea otra política y que es honesto y probo

-Que hay que aislar al “fascismo”

-Que no hay que aislarse de las masas.

Consideramos que es un error seccionar al capitalismo y permitir el falso argumento de que la gestión keynesiana es mejor que la neoliberal por permitir la humanización del capital. En ambas opciones se garantiza la explotación del trabajo asalariado y la rentabilidad de los monopolios. La diferencia política con el PRD o con el PRI o PAN no es tanta, pues los dirigentes de MORENA no hace mucho eran dirigentes destacados en esos partidos, desde Bartlett (Secretario de Gobernación cuando el fraude de 1988), Ricardo Monreal (operador priista de acarreo y fraude) y otras figurillas recicladas ¿Dónde está la autocrítica sobre que los hoy impolutos, ayer hundidos en la ciénaga, llevaron al gobierno a Aguirre, Mancera, Graco, Nuñez, y a todos los parlamentarios del PRD que apoyaron las iniciativas del Pacto por México? ¿Es que cambiando de nombre se elude la responsabilidad previa? ¿Cuál es la nueva política, acaso que un caudillo haga y deshaga? Porque no se lee, ni se escucha un solo argumento a favor de los intereses populares, mucho menos del proletariado.

Con ausencia de publicaciones, puesto que esos grupos, grupúsculos, colectivos, con el pomposo nombre de “partidos” no tienen órganos de prensa, publicaciones políticas o teóricas, y solo expresan balbuceos en las redes sociales, levantan por enésima ocasión el espantajo del fascismo. Lo mismo gritaban cuando en el 2000 el PAN ganó la presidencia. ¿Se referirán al terrorismo de Estado? Pues eso no es fascismo, y francamente no dan elementos que caractericen tal definición. Sin bases que permitan una discusión sobre ello es simplemente una fraseología que oculta su derrotismo y justifica su fuga a los brazos de la socialdemocracia, con características de socialfascismo, como en el caso de Guerrero, eso sí.

El cuestionamiento más importante es sobre el sectarismo, el aislarse de las masas. ¿Es realmente así? Los sectores masivos más combativos, no de hoy, sino de varias décadas hacen parte de la confrontación contra el actual proceso electoral, y los últimos días así lo demuestran, pues en varias entidades del sureste el panorama adquiere los colores de la lucha, en tanto que las encuestas anuncian una gran desconfianza a la jornada del 7 de Junio. Se aíslan de las masas quienes depositan las tareas políticas en un caudillo y evaden la responsabilidad de promover que el pueblo trabajador sea quien protagonice todo un accionar para la transformación profunda del país.

En unas horas veremos que las tesis del V Congreso del PCM confirman que el único camino es un movimiento obrero clasista en el centro de un gran movimiento antimonopolista, anticapitalista y antiimperialista por la Revolución Socialista.

Pável Blanco Cabrera 


Extraído de http://www.comunistas-mexicanos.org, Partido Comunista de México

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