Con el único requisito de “tener ganas de trabajar” comienzan la mayoría de las ofertas de empleo para puestos de trabajo como comercial, da igual cómo y da igual quién, si cumples el requisito de tener voluntad de trabajar, eres el candidato perfecto para un puesto como comercial, de este modo y con esta desfachatez se lanzan las empresas a la busca de sus candidatos a estos puestos de trabajo, en el que venderán su fuerza de trabajo a un precio irrisorio y dejando por el camino un reguero de estrés fruto de la sobreexplotación que caracteriza este trabajo. Cuando me disponía a escribir este artículo desconocía la gran cantidad de personas de mi entorno que trabajan, o habían trabajado en este sector. Y es que con esas condiciones de acceso a un puesto de trabajo, y unas tasas de desempleo como las que sufrimos, no es de extrañar.
Cabe preguntarse, una vez conseguido acceder de forma “tan sencilla”, al puesto de trabajo de comercial, cuáles son las condiciones del trabajo. Se caracteriza por la tan conocida flexibilidad laboral, es decir, contratos de unas pocas horas y un sueldo con una pequeña parte fija (son suerte, pues muchos no cuentan con esta parte fija) y una parte variable en función de las ventas. Esto se traduce en jornadas interminables de trabajo a destajo, que permitan cobrar lo suficiente como para pagar los gastos necesarios para la subsistencia cada mes y seguir trabajando, esto rara vez ocurre sin la ayuda y el amparo familiar.
Pero esto no es todo, pues cabría pensar que sería un puesto idóneo para aquél que esté dispuesto a trabajar tanto como quiera cobrar y de ahí el apelativo empleado de la flexibilidad laboral, pues aunque tu jornada fijada es de un número escaso de horas y de días a la semana, el coordinador, el gerente, en definitiva la empresa, exige una media de ventas diarias, bajo amenaza de despido inmediato. Con lo cual estamos condenados irremediablemente a una situación de estrés y de explotación extrema, pues no solo se está condicionado a realizar jornadas de trabajo no remunerado, o incluso con pérdidas (pues a menudo el transporte necesario para desempeñar el trabajo no es cubierto por la empresa), sino que encima la amenaza de despido se cierne cada día sobre el trabajador.
Esbozadas a grandes rasgos las condiciones laborales de este trabajo, entra dentro del marco de la lógica de que la mayoría de trabajadores y trabajadoras de este sector sean jóvenes, y de aquellos cuya edad excede de los 50 años, dos de los sectores de edad más afectados por el paro y por extensión, como podemos ver, la precariedad, pues no queda otra alternativa a la clase obrera que vender su fuerza de trabajo al mejor postor.
Para concluir, es imprescindible señalar el “por qué” de las cosas, y es que este modelo en cuanto a las condiciones de trabajo, se viene implantando desde hace unos años, donde los empresarios y su sistema de dominación, el capitalismo, para superar la crisis de sobreproducción, generada por la propia lógica y funcionamiento del sistema, debe aplicar una serie de medidas que les permita seguir su creciente obtención de beneficios a costa de la explotación de la mayoría social: la clase obrera. Por ello, con la mencionada flexibilidad laboral se aseguran una obtención de beneficios a toda costa, con las “nuevas” reformas de la legislación laboral se aseguran la posibilidad del despedido inminente y casi gratuito y por último debido a la temporalidad de los trabajos hacen imposible la afiliación sindical de los trabajadores.
Antonio Sánchez.