El batacazo de la bolsa y la subida de la prima de riesgo fueron primera plana en los grandes medios a mediados de octubre."El Ibex se desploma por el temor a la recesión y las dudas sobre la deuda", "La prima sube por el temor a otra recaída".

La cacareada recuperación duró bien poco, duró menos que la alegría en casa del pobre, aparte de haber sido tan débil y desigual que sólo puso de manifiesto las terribles consecuencias de la entrada en la Unión Europea y la zona euro, agudizando y agravándolas desigualdades, la desindustrialización, la destrucción del tejido productivo en general, al aumento de las importaciones, el aumento del déficit comercial y la deuda pública. El efímero repunte de la economía, por otra parte, si lo hubo, se limitó a quedar registrado en los crípticos informes macroeconómicos de las corporaciones monopolísticas, escritos en lenguaje cifrado, pero lo cierto es que pasó desapercibido para la clase trabajadora, que ni en los momentos de mayor euforia bursátil dejó de vérselas en figurillas para llegar a mediados de mes ni de estar sometida a sacrificios inhumanos destinados a inyectar liquidez a la banca y proteger la competitividad de los monopolios.

Ni palabra, para variar (en "nuestros" media), sobre las verdaderas causas, naturaleza y carácter de la crisis de sobreproducción y sobreacumulación . Los denodados esfuerzos por controlar la desvalorización del capital y "repartir" las pérdidas entre sus distintos sectores no han sido otra cosa que una pendiente abajo hacia un nuevo y más grave ciclo de crisis de dimensiones aún imposibles de prever (por ahora lo llaman "escenario bajista de larga duración "), pero que sin duda se engendra en las contradicciones irresolubles del capitalismo, en su propio código genético, y sólo se superará de forma duradera dando fin a éste. El aumento del número de millonarios de que habla el diario Público* no atenúa (sino al contrario) el olor a podrido de un sistema decadente y agotado que, como en ocasión de la caída del Imperio Romano y una vez más en la Baja Edad Media, con la descomposición del modo de producción feudal basado en la servidumbre, avanza hacia la debacle con, pisándole los talones, el fantasma de la peste que hace aparición siempre, junto con el hambre, la sanidad sólo para ricos, y la guerra, en el ocaso de todo sistema de explotación.

Las epidemias, tanto las espontáneas como las de diseño generadas con fines especiales en los laboratorios de la guerra bacteriológica, a la par que disparan los beneficios de los grandes monopolios farmacéuticos y destruyen fuerzas productivas excedentes, son empleadas para fomentar el pánico y el aislamiento social, el sálvese quien pueda y el miedo al otro, predicar el odio racial y el cierre de fronteras, justificar el brutal asesinato de clase obrera inmigrante en las vallas fronterizas y generar el clima de guerra y apocalipsis que caracteriza al capitalismo en su fase terminal y seguirá caracterizándole mientras la lucha organizada de la clase obrera no lo borre de la faz de la tierra.

*El número de millonarios que hay en España alcanzó 465.000 personas a mediados de este año, lo que supone un aumento del 24 % respecto al mismo periodo de 2013, según el Informe de Riqueza Mundial de 2014 de Credit Suisse. Se trata de personas con un patrimonio valorado en al menos un millón de dólares (unos 740.000 euros). Este fuerte incremento en España se explica principalmente por la "revalorización de los mercados de renta variable junto a la apreciación del euro", según indicaron los responsables del 'Informe sobre la riqueza mundial', elaborado por Credit Suisse. Los datos de Credit Suisse indican que dentro del segmento de mayor riqueza, los denominados Ultra High Net Worth Individuals, los ultra-ricos que tienen más de 50 millones de dólares (o unos 39 millones de euros), hay contabilizadas en España 1.766 personas.

En los próximos cinco años, Credit Suisse calcula que el número de millonarios crecerá en todo el mundo un 53%, hasta alcanzar 53,2 millones en 2019.

Marina Quintillán