Mientras tanto las condiciones de vida de la mayoría social se deterioran, con el aumento del empobrecimiento, la marginalidad social, el paro, etc. En el segundo trimestre del año el número de horas de trabajo contratadas bajó en 68,6 millones de horas con respecto al mismo período del año 2013, lo que equivale a una pérdida de 131.900 puestos de trabajo, aunque la cifra de población empleada ha aumentado por el alto porcentaje de contratación a tiempo parcial.
Millones de familias obreras se enfrentan a un nuevo invierno sin posibilidades económicas para encender la calefacción, incluso en las zonas más frías del país. El aumento de la pobreza familiar afecta dramáticamente a 2,3 millones de niños y niñas, condicionando su desarrollo físico, social, educativo y cultural. Se reducen los presupuestos para el subsidio de paro, al finalizar el derecho a la prestación, sólo el 40% del colectivo en paro cobra hoy la misma. La brutal subida de las tasas universitarias, y el recorte en las becas, ha expulsado este curso a 45.000 estudiantes de las aulas. La privatización creciente de la sanidad limita el acceso a la misma de las familias en situación más difícil. 873.000 personas han perdido el derecho a la asistencia sanitaria en España en los últimos dos años como consecuencia de la aplicación del decreto 16/20121. Una parte de la población migrante se ha quedado sin derecho a asistencia en la sanidad pública, con el pretexto de que no tienen su documentación en regla.
Todos los indicadores que evalúan las condiciones de vida de la clase obrera y los sectores populares en España, evolucionan negativamente. Al tiempo que se dispara la desigualdad social y los grandes multimillonarios aprovechan la crisis para aumentar más sus fortunas (16.000 multimillonarios más en estos años de crisis, personas que disponen de más de un millón de dólares en activos susceptibles de inversión), creciendo su riqueza un 9,2% en el último año, mientras 11.746.000 personas están en situación de exclusión y sin ninguna perspectiva de salir de esta situación en los próximos años (uno de cada cuatro habitantes).
5.427.700 obreros y obreras en paro (reconocidos en la EPA T3/2014) no encuentran empleo por mucho que recorran todo tipo de empresas; la cifra real es aún mayor, pues los datos de la EPA ocultan una parte significativa del paro y el subempleo existentes. La juventud con formación universitaria, cuando trabaja, lo hace ocupando puestos de una cualificación inferior a la de los estudios realizados y cobrando salarios absolutamente insuficientes . Miles de jóvenes emigran para tratar de obtener un trabajo y un futuro; viaje que en la mayoría de los casos termina en una nueva frustración. El paro estructural no tiene remedio en el capitalismo, hay millones de trabajadoras y trabajadores que se encaminan a la edad de jubilación con la certeza de que ya nunca volverán a encontrar un empleo en lo que les queda de vida útil laboral (la tasa de desempleo entre los mayores de 55 años ha subido del 8% en 2008 al 20% en la actualidad). Sus pensiones, si llegan a cobrarlas, serán totalmente insuficientes para cubrir ni tan siquiera sus necesidades básicas. El precio de la fuerza de trabajo se ha reducido, llegando en muchos casos a salarios de sobreexplotación, especialmente en la población joven. El índice de suicidios, de personas desesperadas por no encontrar lo mínimo necesario para su sustento, crece cada día. La juventud obrera, con un índice medio de paro del 52% según las cifras oficiales, se constituye en una generación perdida y sin futuro, que cuando consigue un trabajo es víctima de una brutal explotación a cambio de salarios de hambre. La mujer trabajadora es víctima principal del subempleo y la precariedad, sobrecargada doblemente como cuidadora por los recortes en los servicios sociales en general y, especialmente, para personas dependientes. Los grandes monopolios tienen barra libre para el saqueo de las economías familiares; el aumento-estafa de las tarifas eléctricas con la tolerancia del gobierno, el robo de los precios del combustible que no varían sensiblemente a pesar de una bajada del 25% en el precio del petróleo en el último período, la falta de garantías en los productos alimenticios manipulados por los grandes monopolios con el objetivo de mantener la ganancia, etc.
Todo este deterioro de las condiciones de vida y de la situación en general es consecuencia directa del senil sistema capitalista, que no tiene ninguna salida para este panorama social y laboral, y condena a la clase obrera y a los sectores populares a unas condiciones de vida cada día más miserables.
De forma resumida podemos decir, que España vive una profunda crisis, en todos los niveles, que se carga sobre las espaldas de la clase obrera, y que no tiene salida dentro del actual sistema capitalista.
Parte segunda de la resolución del Comité Central del PCPE: RESPONDAMOS A LA CRISIS DEL CAPITALISMO ESPAÑOL LEVANTANDO UN AMPLIO MOVIMIENTO DE MASAS POR EL PODER OBRERO Y LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA
HAY QUE GOLPEAR AL UNÍSONO, Y SIN TREGUA, A LAS FUERZAS CAPITALISTAS, HASTA SU DERROTA