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En un clima de movimientos y oportunismo preelectorales, con los comicios europeos a la vuelta de la esquina, la nueva convocatoria antipopular en Andalucía del 28 de febrero –en oposición a la fecha del 4 de diciembre– se ve así marcada por un carácter de tensiones entre unos y otros sectores del oportunismo, quedando a un lado la lucha auténtica en pos de los intereses de una clase obrera, la andaluza, de las más empobrecidas por la crisis general del capitalismo.

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No es la tendencia del decrepito sistema la de garantizar la salud si no la pagas, tampoco que las mujeres decidan sobre sus cuerpos si no tienen dinero para comprarse ese derecho. Los derechos son, cada vez más, vacías declaraciones de imposible ejercicio para las amplias mayorías.

En el marco de intentar descifrar qué significa para la clase obrera la “revolución cultural” que nos propone Izquierda Unida, no hemos tenido que hacer muchos esfuerzos para comprender el carácter oportunista del texto que difunde la citada organización, pero sí para entrar en terrenos ajenos a una propuesta clasista.

Algo huele a podrido en Rivas. Si titulábamos la primera entrega de estos artículos sobre el escándalo de la gestión municipal de IU en Rivas con un guiño de regusto literario –“Crónica de una infamia anunciada”1–, no nos resistimos a continuar el mismo estilo en esta segunda entrega, tras la continuación del vodevil ofrecido por el oportunismo ripense, y parafraseamos al príncipe danés de Shakespeare, porque, sin duda, visto lo visto hasta el momento, algo y mucho huele a podrido en Rivas.

Durante estos últimos meses estamos asistiendo a lo que posiblemente es el mayor descrédito de la institución monárquica en las últimas décadas.

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