La precarización de los cuerpos que llegan hasta nuestros territorios es rentabilizable, se convierten en cuerpos explotados, en cuerpos más fácilmente explotables, y esto es importante. Pero es importante decir que todo lo que estamos hablando no es específico del territorio Marruecos- Estado Español frontera sur, porque en este territorio se den unas condiciones específicas que lleven aquí las mujeres que entran en el trayecto migratorio y pueden estar vinculadas a la  trata  de seres humanos,  estamos hablando de una propuesta globalizada, estamos hablando de uno de los tres negocios más importantes del mundo ilegales y estamos hablando de unas dimensiones muy grandes y que se adaptan a cada territorio. (…Esperanza Jorge Barbuzano, experta en trata...)

En el debate feminista de los últimos tiempos se ha incorporado el tema de la trata de personas, asociándola a la prostitución como clave en una interpretación sectaria del abolicionismo que marca una raya entre el bien y el mal en la forma de abordar este problema tan complejo y con tantas aristas que no debería ser abordado con dogmatismos.

La trata de personas es una actividad “comercial” que afecta a millones de personas en todo el mundo, por su carácter clandestino obtener datos es extremadamente difícil, aunque existen estimaciones basadas en investigaciones sobre el crimen organizado, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) estima que la trata de personas genera entre 150.000 y 200.000 millones de dólares anuales a nivel mundial. Este dinero proviene principalmente de la explotación sexual, se calcula que más de un millón de personas son explotadas sexualmente cada año, este comercio sexual puede generar más de 99.000 millones de dólares a nivel mundial. Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que el trabajo forzado tiene un valor de aproximadamente 150.000 millones de dólares anuales. Y un apartado especialmente grave es la Trata infantil: Los niños y niñas son un grupo particularmente vulnerable dentro de la trata de personas. Se estima que en torno a un 20-30% de las víctimas de trata son menores de edad, y una gran parte de esta cifra corresponde a la explotación sexual infantil.

En la conversación pública, que se dice ahora, la mayoría del enfoque es estrictamente de género y se aborda  la trata de personas como un producto de las desigualdades de género que colocan a las mujeres, niñas y personas no binarias en situaciones de vulnerabilidad donde son más susceptibles a ser explotadas, pero se obvia la cuestión fundamental de clase, cuando es lo definitorio de esta problemática, porque la trata de personas es un producto de este sistema económico y social injusto que crea condiciones de vulnerabilidad y que utiliza la violencia y la desigualdad como mecanismos para extraer valor con la combinación altamente rentable entre la explotación económica del capitalismo y la opresión de género. Las mujeres no sólo son explotadas sexualmente, sino que su trabajo doméstico, de cuidados y su labor en la economía informal también son invisibilizados y desvalorizados.

La trata de personas es como la quinta esencia del capitalismo patriarcal y sus dinámicas de poder, clase y género que convierten a los seres humanos en mercancía, por lo que la lucha contra la trata no solo implica desmantelar redes criminales, sino fundamentalmente una transformación radical de las estructuras económicas y sociales que perpetúan la desigualdad y la opresión. En este marco el racismo es un eje más de la discriminación y las políticas migratorias, tanto de la UE como la infame Ley de extranjería, determinan que muchas víctimas provengan de situaciones de migración forzada o insegura. Se discursea constantemente sobre las redes o mafias que se aprovechan de los migrantes, cuando es el capitalismo globalizado quien lo fomenta y cuya economía depende de la explotación de la clase obrera migrante. 

Las soluciones no solo pueden estar en los síntomas de la trata, sino en sus causas profundas: un sistema económico capitalista que explota a la clase trabajadora y un patriarcado que perpetúa la opresión de las mujeres y los cuerpos de las personas de géneros no normativos. La solidaridad internacionalista y de clase es fundamental, en nuestro convivir hay personas altamente vulnerables y sobreexplotadas laboral y sexualmente, nuestro trabajo requiere tejer redes de apoyo y en de defensa de la clase obrera en su conjunto.

Tatiana Delgado

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