La erupción del volcán en La Palma vino a desvelar, entre otras muchas cosas, la precariedad en que está sustentada la vida y el modo de vida de prácticamente todos los habitantes del Archipiélago Canario. Y lo está porque el territorio de las islas es volcánico en su mayor parte y limitado al ser insular. Lógicamente esto condiciona, sobre manera,  la forma en que se desarrolla la vida, el trabajo y las relaciones sociales que tienen su marco histórico y social en un territorio determinado y concreto.

El modelo desarrollista impulsado por la burguesía canaria junto con los capitales foráneos e internacionales, determinan un modo de acumulación y reproducción ampliada de los capitales en el que la especulación y la explotación intensiva y extensiva del territorio forma parte de su propia esencia. De tal manera que en el capitalismo canario territorio y capital, territorio y acumulación, territorio y beneficios están íntimamente conectados. La burguesía canaria ha logrado apropiarse de la renta del suelo y ha conseguido, en base a la especulación inmobiliaria,  grandes ganancias sobre las que asentar su proceso de reproducción social.

El volcán, con su paso destructivo, ha puesto en evidencia esa tremenda debilidad en que se cimientan las economías insulares; la enorme densidad habitacional, la precariedad de las infraestructuras, la ausencia de planes de actuación coherentes y sensatos, la falta total de perspectivas de futuro, todo eso y más,  ha puesto en relevancia la política burguesa en Canarias.

Ahora viene el periodo de reconstrucción de La Palma; las demandas de la población afectadas para que el desastre que han sufrido sea, en cierta manera, paliado y solventado a través de una planificación de ayudas y planes públicos que tienen que tener la condición sine qua non de contar con la participación democrática y protagónica de los sectores populares de La Palma, del pueblo trabajador que vive en la isla. Pero con toda seguridad esas ayudas públicas, y esos planes de reconstrucción se verán directamente afectados por el propio modelo de desarrollo especulativo, intrínseco al proceso productivo de las islas. La especulación y las nuevas fuentes de ganancia para las constructoras y para las empresas privadas harán su aparición tras la pantalla de la “colaboración público-privada”. La Palma será escenario de una lucha de clases en torno a la reconstrucción insular porque inevitablemente las demandas sociales del pueblo palmero chocarán con los planes de acumulación de la burguesía. La gestión de los fondos de reconstrucción será objeto de una encarnizada apropiación por parte de los sectores privados del negocio y sobre esa gestión, su volumen, su distribución, su cuantía y su modelo de decisión, tendrá que haber una lucha entre los sectores populares y afectados organizados y los representantes políticos de la burguesía.

Un factor decisivo en este proceso de enfrentamientos será, sin duda, la solidaridad que se pueda articular del pueblo canario hacia los sectores populares afectados por el volcán en La Palma. La organización de un amplio movimiento de solidaridad con las demandas sociales de los colectivos de afectados será esencial a la hora de definir y decidir sobre las ayudas públicas y los planes de reconstrucción que permitan un cambio cualitativo en las demandas sociales y en las conquistas socio-económicas del pueblo trabajador de Canarias.

Ese es el nuevo escenario de lucha de clases que se abate sobre el terreno de La Palma y de Canarias en las próximas fechas.

Alexis Dorta

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