El conflicto soterrado entre Marruecos y Argelia se incrementa en varios grados de tensión militar y diplomática. Todo ello a raíz del aumento en el enfrentamiento bélico entre el Frente Polisario y las fuerzas marroquíes. Esta escalada viene a confirmar el papel de agente político activo que la monarquía marroquí está asumiendo para el imperialismo en el norte de África. El sujeto principal de la estrategia de dominación estadounidense en el norte del continente, que lo convierte en el referente principal de los intereses neocoloniales en esa zona, en un papel similar al protagonizado por Israel en el Oriente Próximo. En este caso habría que sustituir a los palestinos por los saharauis y Siria por Argelia y la composición de fuerza en el tablero de África se traslada desde el Próximo Oriente hacia el norte de ese continente.

El anuncio de reconocimiento de la ocupación colonial de Marruecos sobre el Sáhara por parte del presidente de EE.UU. ha sido el punto de inicio para una ofensiva a gran escala de la dictadura marroquí, concretada en una política agresiva de expansión con el respaldo de la administración estadounidense.

Esta zona geoestratégica se convierte en crucial para los intereses inmediatos del imperialismo estadounidense;  es una zona de gran valor económico en función de ciertos minerales y riquezas naturales que dispone El Sáhara y el norte africano; litio, grandes recursos pesqueros y áreas de cultivos que convierten a esa parte del continente en objetivo económico. A ello hay que unir el papel de la dictadura alauita como elemento esencial en el tablero político y diplomático; contención de Argelia y su influencia en el Magreb, frontera cultural y política con el África Negra, elemento fundamental de presión hacia el sur de Europa y especialmente al Estado español.

Y aquí habría que señalar el papel secundario y la tremenda debilidad, dentro de este escenario, de España como subsidiario del imperialismo yanqui. Si observamos las consecuencias de este nuevo conflicto diplomático entre Marruecos y Argelia, la decisión de cerrar el suministro de gas a través del gasoducto que recorre parte del territorio marroquí para el traslado de gas de Argelia a España (y de esta manera impedir que el Estado marroquí cobre el 7% de impuesto a ese transporte) coloca al Estado español ante el peligro de desabastecimiento de esa fuente de energía fundamental para el funcionamiento de la economía. Vemos, por tanto,  que el potenciamiento de  la dictadura marroquí por parte del imperialismo está en relación directa con el debilitamiento del Estado español en el escenario internacional.

Y así hay que deducir que existe un interés objetivo común entre el Frente Polisario, como principal representante político del pueblo saharaui y el Estado español, y a la vez hay un interés objetivo de situar a la dictadura alauita como el principal enemigo para la paz y la convivencia pacífica en la zona. El reconocimiento de la independencia del Sáhara se coloca, pues, como el principal elemento político de quiebra del papel de gendarme internacional de Marruecos y su corrupta monarquía. Eso fue, desde su inicio, entendido perfectamente por Argelia desde su inicio como proceso descolonizador en África y se vuelve imprescindible para las fuerzas de avance del Estado español; la potenciación del pueblo saharaui en su lucha por la independencia es de vital importancia para el avance de posiciones más soberanas y autodeterminantes del Estado español en su conjunto, con especial importancia para Canarias, dada su situación geográfica.

La causa que subyace en el fondo de la crisis entre los dos países es el Sáhara Occidental. El Frente Polisario declaró en noviembre de 2020 que quedaba roto el alto el fuego firmado entre esta organización y Marruecos en 1991. Desde entonces, la guerra apenas ha deparado víctimas mortales. Rabat no ha reconocido ninguna mientras Argelia ha asumido al menos cuatro bajas. Entre ellas, el jefe de la Guardia Nacional, Adaj el Bendir, de 65 años, alcanzado el pasado abril por un dron de fabricación israelí lanzado desde Marruecos. Vemos pues, cómo convergen ambos Estados, el marroquí y el israelí, en la escalada agresiva con el respaldo del imperialismo yanqui.

Alexis Dorta

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