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Editorial Julio 2019

En la Comunidad Valenciana pactan PSOE, PODEMOS y COMPROMÍS, y dan la Presidencia al PSOE, en este caso la lista más votada. En el municipio de Barcelona pactan los COMUNES y PSOE, apoya una parte de CIUDADANOS y hacen alcaldesa a Colau, aquí ERC era la lista más votada. En Castilla y León pactan PP, CIUDADANOS y VOX, y dan la Presidencia al PP, siendo la lista más votada la del PSOE. En la Comunidad Canaria pactan PSOE, NC, ASG y PODEMOS, y dan la Presidencia al PSOE, como lista más votada. En Telde (Gran Canaria) pactan NC y CC, y se quedan con la alcaldía a tiempo parcial, dos y dos años, el PSOE era la lista más votada. En Pamplona Navarra Suma obtiene la alcaldía, gracias a que el PSN votó a su propia candidatura. En Badalona un pacto Guanyem Badalona, ERC y PSC da la alcaldía al PSC, arrebatándosela al PP que era la lista más votada. En Madrid pactan PP, Cs y VOX con la alcaldía para PP, siendo Carmena la lista más votada. En Zaragoza PP, CIUDADANOS y VOX, y dan la alcaldía a PP, habiendo sido la lista más votada la del PSOE. Este trabalenguas de pactos se puede extender hasta el agotamiento, sencillamente cambian de sitio los protagonistas.

Se puede pactar con unos partidos en un municipio, y con los contrarios en el municipio colindante. Quienes proclamaron que no pactarían con VOX acuerdan alcaldías con su apoyo, y asumen reparto de concejalías. CIUDADANOS se desangra por sus promesas preelectorales incumplidas, y algunos miembros destacados abandonan el naranja sin mayor espera. El PP, que salió maltrecho del recuento electoral, recompone su crédito gracias a pactos muy ventajosos, con la colaboración de VOX.

Para la clase dominante este escenario se desarrolla como un divertimento, sin mayores riesgos ni preocupaciones. Se pone en evidencia que no existen grandes problemas ideológicos entre los Partidos en liza en las distintas instituciones, y que, en función del poder, esos problemas, al menos, quedan reducidos a un grado de confrontación inofensivo, retórico. Cualquier opción de pacto siempre se alineará con la defensa de los intereses del capitalismo español. Unas fracciones de este capitalismo estarán más contentas que otras, pero la burguesía acepta que no le queda otra que aceptar este juego formal como parte fundamental de su legitimación como clase dominante, y lo hace con gusto.

Detrás de todo este baile de compadreos está el objetivo principal, que es la formación del gobierno central. A estas alturas no se puede negar que el resultado electoral fue un gran éxito del PSOE, pero también es evidente que el 26-A faltó un poco más de impulso al voto socialdemócrata para no tener que pasar tantos apuros a la hora de acordar los apoyos necesarios para la investidura de Pedro Sánchez. En este escenario la vieja socialdemocracia hace apelaciones al sentido de Estado de PP y CIUDADANOS, para que con su abstención hagan posible una investidura sin más pactos, pero ni uno ni los otros están por facilitarle la labor a Sánchez, y quieren ponerlo contra la pared para llevarlo a un pacto “con los independentistas”. La salida pasa por un pacto con la nueva socialdemocracia, PODEMOS, que no para de forcejear para conseguir un gobierno de coalición con uno de los insignes representantes de “la casta”.

Así, la pretendida “nueva política” se integra, con entusiasmo, en la “vieja y rancia España”. El hispano cainismo de la monarquía borbónica es asumido como parte de la cotidianidad de la vida política de defensa de la clase dominante. 

Hoy los Partidos políticos representan sectores diferentes del capitalismo español, pero también sus actuaciones están directamente condicionadas por sus grupos dirigentes, que actúan como camarillas cuyo objetivo inmediato es obtener ventajas y prebendas para sí mismos, y para su entorno cercano. Ello mediatiza su papel como gestores necesarios para convertirlos en simples estructuras parasitarias del sistema político democrático-burgués. Quien paga al cantor elige la tonada.

El electorado asiste a este baile de pactos como mero espectador del juego que se realiza con los votos emitidos en las dos convocatorias electorales. Nada hay de revocabilidad de cargos públicos en esta democracia ibérica, nada hay de cumplimiento de la palabra dada en campaña, nada hay de los programas políticos supuestamente irreconciliables con los del Partido contrario con el cual hoy acuerdan mayorías de gobierno aquí y allá.

Lo importante, para la clase dominante, es que la maquinaria electoral ha funcionado, y que mediante ésta los monopolios y el capital financiero han conseguido un nuevo tiempo de legitimación. Durante varios meses desplegaron toda la artillería, medios de comunicación masivos, redes sociales, mucho dinero en todo tipo de propaganda y el control absoluto de los telediarios, y se consiguió el objetivo. La clase dominante ejerce el poder “porque el pueblo le dio su voto”, democracia.

¿No es posible otra opción? Claro que sí, es posible una democracia popular, en la que el pueblo sea dueño de su voto, y donde exista el derecho a la revocación de los cargos electos por el mismo electorado que los votó. También es posible un sistema de listas abiertas donde quien vota seleccione a la persona que sea de su confianza y no a quiénes impongan las camarillas de cada Partido burgués.

El objetivo de la doble convocatoria es alternativa socialdemócrata y, por ello, los pactos solo pueden moverse en el límite de las aspiraciones personales o de grupo, siempre que no pongan en cuestión el objetivo principal. Cuando alguno de los pactos suscritos no se adapta al objetivo principal no pasa mucho tiempo y se presenta una moción de censura para recomponer la situación, acto en el que se censura a quien todavía no ha tenido tiempo ni de sentarse en el sillón. Una podrida democracia.

¿Cuáles son las tareas principales del nuevo gobierno socialdemócrata?

Una de las primeras tareas, y nada fácil por cierto, es la de llevar al terreno del orden la situación en Catalunya. El gobierno Rajoy, con su insistente 155, llevó esta situación a un nivel de confrontación que puso en riesgo los mecanismos de estabilidad del sistema. La evidente determinación de un sector de la burguesía catalana de llevar las cosas más lejos ha movido a la clase dominante a buscar el encanto de la socialdemocracia para tratar de seducir a dicha burguesía, y llegar a un acuerdo con ella dentro de los límites del sistema.

Por otra parte el capital necesita flexibilizar aún más las relaciones laborales, tanto en las formas de contratación cómo en los salarios. La socialdemocracia es el instrumento más idóneo para evitar que esta nueva contrarreforma reactive las protestas y las huelgas obreras. Con el aval de “haber subido el SMI” ahora, y traicionando con toda seguridad su promesa de revertir las reformas laborales del PP, el gobierno del PSOE dará pasos “de modernización” que, en lo sustancial, mejorarán la posición de la patronal a la hora de la contratación.

Para completar los objetivos el gobierno de Sánchez continuará con el proceso de internacionalización del capitalismo español, por ello la política exterior española se desarrollará en clave imperialista (no olvidemos el apresurado reconocimiento de Pedro Sánchez al títere Guaidó hace pocos meses), seguirá la colaboración con Marruecos, y el bloqueo del referéndum saharaui y la complicidad con el sionismo. En América Latina ese nuevo gobierno será cabeza de ariete del imperialismo de la UE. Y para que todo ello funcione bien, seguirá el incremento del gasto militar y la mayor implicación en las aventuras de guerra y terrorismo de la OTAN.

Quienes han usado su voto para “la opción memos mala” deben evaluar de qué políticas están siendo cómplices.

La realidad es tozuda, el PCPE tenía razón en todo lo que planteó en estos meses electorales. Ahora lo que toca es continuar con la organización y la lucha, ganar la conciencia de la clase obrera y los sectores populares. Trabajar con el programa que abrirá el camino para la emancipación de la clase obrera.

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