Piso, tasas, reducción de becas… la clase obrera se asfixia económicamente para que sus hijos puedan estudiar.

Durante el siguiente mes de septiembre, miles y miles de jóvenes estudiantes de clase trabajadora nos encaminamos hacia nuestro próximo destino: la universidad.

Cada día son más y más los jóvenes que aprovechan el periodo estival para buscar un trabajo temporal, siendo el de socorrista un claro ejemplo de ello. En este artículo desgranaremos algunos de los pros y contras de este oficio.

Para mucha gente, el trabajo de socorrista es de aquellos trabajos “chollo”. Cómodo, bien pagado, en un buen lugar de trabajo… No obstante, tanto los requisitos de formación como el desempeño de la actividad son más complicados de lo que a priori parece. El trabajo de socorrista está considerado uno con los de mayor riesgo de padecer estrés laboral, pues trabajas en constante riesgo de intervención ante una situación de peligro y necesitas estar concentrado cada minuto de trabajo.

Desde su implantación en 1972, Inter Rail se ha convertido en uno de las formas de viaje más populares entre los jóvenes europeos. En su 40 aniversario, en 2012, fueron casi 250.000 los “mochileros” que compraron este tipo de billete. Porque aunque el Inter Rail se venda como “una forma de vida” no debemos olvidar que no deja de ser básicamente eso, un billete de tren, que aunque sea relativamente barato conlleva una serie de gastos paralelos.

Está muy asentado en el imaginario colectivo que es injusto que los jóvenes tengan que trabajar como becarios, normalmente gratis y realizando el mismo trabajo que un empleado ordinario, para adquirir experiencia laboral. Lo que no suele conocerse es que ser becario puede costar dinero y es otra barrera más para los jóvenes de familias obreras.

Los datos demuestran que los jóvenes, los menores de 30 años, son los votantes que menos acuden a las urnas. En algunos países se ha implementado el voto obligatorio como medida para disuadirlos.

Los menores de 30 años son, según las encuestas, los votantes que más se abstienen. Según un estudio realizado por CELESTE-TEL a finales de 2013 la abstención juvenil se fijaba en el 51,6%[1]. Es cierto que desde entonces han pasado bastantes cosas (como el ascenso del oportunismo tanto de derechas -Ciudadanos- como de izquierdas -Podemos-) y que a fin de cuentas es una encuesta de participación pero los datos demuestran una desmotivación total de los jóvenes hacia el sistema.

No es ningún secreto que la situación de la educación en España está pasando por momentos drásticos durante los últimos años. En la educación superior universitaria la subida de los precios de la matrícula, la reducción de las becas y la devaluación de los títulos es la tónica habitual que padecen los estudiantes desde la entrada en vigor del Espacio Europeo de Educación Superior o Plan Bolonia y, día tras día, vemos cómo esto se agrava con las nuevas líneas trazadas en el Proyecto Estrategia 2015.

En (casi) todas las ciudades existe una Casa de la Cultura, Centro Cívico, Centros Juveniles… ¿Pero qué son realmente este tipo de espacios?

Es frecuente oír, al hablar del estado de la educación, que el gobierno no quiere que aprendamos, o que le interesa que seamos unos ignorantes. Incluso la sabiduría popular se pone creativa, y acuña términos como ignorantaro ignorantadospara describir este proceso.

La situación económica de la mayoría de los españoles resulta cada vez más insostenible, especialmente entre los jóvenes, que cada vez ven más limitadas sus posibilidades de ocio. A la notable disminución del poder adquisitivo de las familias, sostenidas cada vez con menor número de salarios y cada vez más bajos, se suma la tendencia que vincula la oferta de ocio a la necesidad de contar con coche propio.