Cuando en Izquierda Unida se recibieron noticias de que Moral Santín andaba en esto de las tarjetas black se echaron las manos a la cabeza.

Las noticias del último mes fueron tantas y tan arremolinadas que nos ha producido mucho quebranto decidir el tema para esta insignificante columna. Dudábamos entre las mortajas y las opulencias. No sabíamos si atender a los difuntos o a los que duermen y reposan a pierna suelta con sus ahorros en Suiza.

Desafiando a los otros dos candidatos, con vaqueros nuevos, postinero y reluciente que daba gloria salió elegido el Secretario General del PSOE. Nosotros, de los tres bandos contendientes, apostábamos por Pedro porque es evidente que la facha y el empaque de Pedro estimula a la hora de sentarse a ver un telediario.

Hacía mucho que la sociedad española no vivía emociones fuertes,  así que cuando Juan Carlos anunció su abdicación nos dejó con el corazón arrugao. No podíamos hacernos a la idea de vivir sin él. Fueron 39 años tan intensamente monárquicos que recibir aquella revelación  tan súbitamente por poco nos provoca un desenlace más que fatal. Don Juan Carlos, con una enorme e inexplicable alegría, cedía el trono al chavalote.

Es de plena evidencia que las militantes del Partido Popular  en León se toman muy malamente que se adjudiquen las plazas que ocupan a quienes  las ganan mediante oposición.

Los últimos lances de Esperanza Aguirre tienen una singularidad tan atosigante que no podemos con ella.

Tras estudiar a fondo el regio reportaje en la revista !Hola! –de la que, naturalmente, somos habituales lectores, ¡estaría bueno! con el respeto que acostumbramos nosotros a tratar estos asuntos palaciegos– llegamos a la conclusión de que el Rey está como un buey, vamos, que como siga evolucionando de esta manera, el día menos pensado, desde Zarzuela nos anuncian que Don Juan Carlos da un hermanito a sus tres retoños.

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