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Una de las últimas noticias sobre la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio es la dimisión de Yoshiro Mori, presidente del  Comité Organizador.  Mori, que fue Primer Ministro de Japón durante poco más de un año, dimitió por sus comentarios sexistas al considerar, en una reunión de Comité Olímpico Internacional (COI), que si se aumentaba el porcentaje de mujeres en este organismo sería conveniente limitar el tiempo de intervención de estas por su tendencia a hablar demasiado.

¡¡Órsay, órsay!! ¡Por expresar la intervención del Gran Capital con una metáfora futbolística si estuviésemos jugando un partido! La clase obrera protesta constantemente las decisiones injustas que los árbitros (los jueces) de turno sancionan a favor del equipo contrario, la oligarquía. En esta situación de la lucha de clases, las trabajadoras y los trabajadores juegan siempre “el partido contra doce” (y ahora con el VAR manipulando las jugadas, por seguir utilizando metáforas).

La desesperación de la oligarquía por obtener la plusvalía que necesita para recuperar la tasa de ganancia, provocó hace tiempo que el mundo del fútbol se viese intervenido a través del desembarco en los clubs de acérrimos seguidores de los equipos de la Primera División, que venían a “ayudar” a la gestión y mantenimiento de sus “equipos de toda la vida”. Eran tiempos complicados, y “honorables hombres” que habían obtenido pingües beneficios con sus negocios especulativos del ladrillo, venían a salvar de su desaparición segura a los clubs históricos de cada localidad (Núñez en el Barcelona, Gil en el Atlético de Madrid, Florentino Pérez en el Madrid; por poner los ejemplos más sonados). El fútbol, un deporte de masas en España, volvía a ser un catalizador económico, financiero y también social para el bloque dominante del régimen monárquico -burgués: ¡Espectáculo, distracción, pasión, populismo, beneficios, promoción y alienación! Todo lo que toca la burguesía perteneciente al pueblo, lo corrompe.

Durante el debate de la moción de censura que presentó VOX contra el gobierno el pasado mes de octubre, los fotógrafos situados a la derecha de la tribuna del Congreso de los Diputados que cubrían la intervención del fascista Abascal captaron la imagen de éste y de otro fotógrafo, Bruno Thévenin (vinculado a Más País), situado en el lado opuesto. Thévenin llevaba una camiseta del St. Pauli, equipo de fútbol alemán de la segunda división de la Bundesliga, conocido por su antifascismo. El antifascista retratando al fascista. Como en la política burguesa nada es casualidad, sería ingenuo pensar que esta imagen lo era: servía de hilo para alimentar las denominadas redes sociales, que es el único frente que no ha abandonado la socialdemocracia.

La gran mayoría de los deportes no fueron creados pensando en la mujer, sino que éstas fueron añadidas después de que las reglas hubieran sido estandarizadas por y para los hombres. Las mujeres deportistas han tenido que conformarse con la participación en un nivel inferior, es decir, menos demandante, menos difícil, menos espectacular. O lo que es lo mismo, menos peso, altura, distancia o minutos. Las diferencias biológicas intencionalmente malinterpretadas, junto a los estereotipos patriarcales de la feminidad (pasividad, sensibilidad, sumisión, belleza) han sustentado y siguen sustentando normas de comportamiento que son una importante limitación del conocimiento y uso del propio cuerpo, especialmente en la actividad fisico-deportiva. En una sociedad donde las mujeres reivindican y luchan por incorporarse en igualdad de condiciones a los diferentes ámbitos de la vida, el mundo deportivo permanece como un bastión de la diferencia biológica de difícil acceso a ellas.

La lucha canaria está considerada una práctica, incluso un deporte, arraigado a la identidad popular canaria. No se tiene constancia cierta de cuánto tiempo hacía que los aborígenes lo practicaban cuando llegaron los primeros europeos, a principios del siglo XV; pero perdura hasta hoy como disciplina vernácula que ha bebido del desarrollo histórico del actual pueblo canario. En ese sentido resulta peculiar la reproducción cultural de la lucha canaria original por la sociedad rural canaria castellanizada; entonces no sólo entre aborígenes esclavos o colonizados, sino también entre labriegos colonos europeos y esclavos africanos, que a pesar de la completa evangelización social impuesta, la censura inquisidora y los flujos migratorios intercontinentales, consigue hacerse un hueco como pasatiempo popular entre la gente más humilde.

 

Es un deporte que se practica desde tiempos inmemoriales y que ha saltado de una cultura a otra a través de los siglos y de los contactos entre unas y otras. Los antiguos griegos lo consolidaron llegando incluso a crear federaciones de competición y Roma lo hizo suyo como tantos elementos culturales y civilizatorios griegos. Fueron los romanos quienes introdujeron su práctica en la península ibérica pero con la caída del Imperio, la llegada de las tribus bárbaras y la conquista islámica no queda constancia que siguiera formando parte de la práctica de los moradores de la franja mediterránea.

La reintroducción en territorio valenciano llega de la mano de Jaume I El Conqueridor. La primera referencia escrita la encontramos en una crónica de guerra que describe el ataque de Al- Azraq a la ciudad de Alcoi en el año 1250 en la que se menciona una plaza de la ciudad llamada El jugador de pilota”. El juego se extiende rápidamente y lo practican todas las clases sociales, del campesinado a la nobleza pasando incluso por la curia.

Cuenta el escritor Mark Twain de cómo aprendió montar en bicicleta dándose castañas una y otra vez con su aparato de dos ruedas. En 1880 publicó un ensayo Domando la Bicicleta en el cual recomienda: “Obtén una bicicleta, no te arrepentirás mientras sobrevivas.” En aquél entonces andar en bicicleta fue un signo de modernidad y desde luego sólo accesible para la burguesía. En España coincide el inicio del ciclismo con la aparición del deporte como actividad para la clase ociosa: la aristocracia, pues en una sociedad rural ejercer actividad deportiva carece de sentido.

 

A estas alturas a nadie le extraña que el deporte sea un negocio. Mantener a deportistas profesionales en función del espectáculo y olvidar la esencia del deporte en sí, el mens sana in corpore sano.

Y es que el deporte siempre ha sido un escaparate. La sempiterna lucha en las Olimpiadas entre la URSS y los EEUU (… no había manera de que el equipo de fútbol soviético ganara una gran competición…) no era más que eso, una lucha más. El deporte amateur o semiamateur de los países socialistas frente a los profesionales del deporte del capitalismo.

Los futbolistas del Elche ganan el pulso. Tras un día sin entrenar como medida de protesta, la entidad les saca del ERTE y regresarán a los entrenamientos. 

Así titulaba la prensa deportiva local la conclusión de la huelga realizada por los jugadores del Elche. Una plantilla profesional de la 2ª División española, que pese a lo que pudiéramos pensar a priori de este colectivo de personas jóvenes con una retribución muy sustanciosa, han demostrado tener muy claro que su relación con el club ilicitano es laboral y que, lo que les correspondía, como trabajadores que venden su fuerza de trabajo, es defenderla con la mejor arma que tiene a su alcance: LA HUELGA.

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