Continuamente hablamos del capitalismo, en general, y de su proceso de acumulación, en particular. Pero nunca nos detenemos a reflexionar sobre la acumulación en sí. Hoy lo haremos de la mano de Marx.

Inmediatamente surge una pregunta. La acumulación ¿es consecuencia del propio capitalismo? Marx responde con rotundidad: no, la acumulación es el punto de partida del capitalismo; constituye eso que él llama la “acumulación originaria”.

En el número de Unidad y Lucha correspondiente a julio-agosto acabábamos con la biografía de Carlos Marx que realizó magistralmente en su momento Lenin, quien, trascendiendo la mera acumulación de anécdotas vitales, sintetizó las ideas centrales del autor de El Capital.

El Manifiesto Comunista estableció la tesis fundamental del marxismo sobre la táctica de la lucha política: “Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de este movimiento.” En nombre de ello, en 1848, Marx apoyó en Polonia al partido de la “revolución agraria”, es decir, al “partido que efectuó en 1846 la insurrección de Cracovia”. En Alemania, Marx apoyó en 1848 y 1849 a los demócratas revolucionarios extremos, y jamás se retractó después de lo que entonces dijo en materia de táctica.

 En Madrid, en el verano de 2013 surge la posibilidad de constituir un grupo de teatro formado por militantes del PCPE y de los CJC, y para ello se elige la obra de Bertolt Brecht titulada “Los fusiles de la Señora Carrar”, ambientada en la fase final de la guerra nacional-revolucionaria y localizada en el sur de España.

Subcategorías

uyl_logo40a.png