Había sido apuñalado Marat en su bañera, guillotinados Danton y Robespierre. Regresó de Francia Olavide, reconvertido, bajo la clemencia del monarca borbónico. En ese momento Goya proyecta la elaboración de unas estampas, una voraz crítica social de los vestigios feudales: la aristocracia, la Inquisición, la superstición. Láminas luminosas que a través de la sátira, alegorías sarcásticas, constituyen “Los Caprichos”, como fulgurantes ráfagas de una linterna que delata la realidad más lóbrega, al igual que hiciera más tarde, plasmando una experiencia cruenta, “Los Desastres de la Guerra”. Los Caprichos incidirán en los extraordinarios Esperpentos de Valle Inclán. Los “Desastres” inspirarán la pieza teatral “Noches de Guerra en el Museo del Prado” de Rafael Alberti, o la obra pictórica de Picasso “Masacre en Corea”. Durante los últimos doscientos años, un Goya en off ha fascinado, ha despertado asombrosas revelaciones, como detonantes interpretaciones de sus connotaciones más recónditas.
En este caso, una serie de comentarios explicativos de “Los Caprichos” nos facilitan desentrañar la madeja de mensajes a la vez crípticos y despiadados, donde no dejan títere con cabeza. En su momento, su divulgación fue un fracaso total, pero a lo largo del tiempo han cobrado una magnitud cada vez más acrecentada. Podemos vislumbrar de la semiótica de tal rompecabezas infinidad de vasos comunicantes con el mundo de hoy, salvando las enormes distancias.
Lafuente Ferrari. Los Caprichos de Goya. Gustavo Gili. Barcelona.1978