Los medios de comunicación burgueses solían repetir en el pasado (ahora, al parecer, menos) que en los meses de verano y, especialmente, en el sofocante mes de agosto, no pasaba nada relevante en el mundo y que, por ello, el aburrimiento informativo era la nota predominante. Sin embargo, en ese tiempo estival el mundo preñado de acontecimientos ineluctables también sigue su marcha, en muchos casos, de manera implacable. Por tanto, aquella falaz afirmación mediática de apenas velados intereses capitalistas tenía (y tiene) por objetivo impedir que el pueblo piense y, a cambio, dedique su tiempo vacacional a consumir desaforadamente. En suma: intentar desvirtuar el tiempo con fines capitalistas. Ahora bien, la realidad material y dialéctica, esa filosofía marxista-leninista que hizo cambiar la visión del mundo, es tan jodidamente tozuda que no existe fuerza humana capaz de conseguirlo. Y así, en este largo estío, han tenido lugar tantos acontecimientos políticos, unos preocupantes y otros, incluso, aterradores, que esos intentos han sido baldíos pese a tanta intoxicación olímpica, playera o turística. La realidad se ha impuesto porque los sucesos referidos ocurren y ocurrirán independientemente de nuestra voluntad y únicamente obedeciendo a intereses económicos y geoestratégicos bien precisos. En el mundo capitalista que nos ha tocado sufrir: los del imperialismo yanqui y su lacaya Unión Europea. Acontecimientos, además, imposibles de encubrir hoy día por mucho empeño que pongan en ello esos medios de desinformación.
Tú decides
¿Cómo ocultar el abominable e impune genocidio palestino a manos del sionismo israelí, que, amamantado militarmente por el imperialismo norteamericano, ha cometido ya, según la reconocida revista médica británica The Lancet, el asesinato de 186000 palestinos? ¿Cómo ocultarlo o ningunearlo, señores de la pluma servil y rastrera? Son crímenes de lesa humanidad totalmente imputables a Estados Unidos, que, a cualquier precio, quiere dominar toda la región de Oriente Medio para que su capitalismo decadente y asesino recupere su perverso vuelo.
¿Cómo, siervos mediáticos del voraz capital, continúan ustedes afirmando a estas alturas del conflicto ruso-ucraniano que el malo de la película es la Rusia del demonizado Putin, cuando el gobierno nazi del títere Zelenski no para de recibir armas y millones del Imperio y sus vasallos capitalistas de la UE, entre ellos del “gobierno más a la izquierda de la historia de España”? ¿Es que cien mil soldados norteamericanos, 150 ojivas nucleares B-61 apuntando a Rusia y 275 bases estadounidenses, además de las 42 de la OTAN, repartidas por Europa son pruebas de distensión y paz? Por cierto, ¿cuántas bases y efectivos militares tiene Rusia frente a las fronteras del Tío Sam? ¿Las han contado, señores periodistas objetivos? Otros acontecimientos políticos pueden añadirse. Por ejemplo, el del candidato fascista de los yanquis y de la gusanera latinoamericana en las últimas elecciones presidenciales venezolanas, Edmundo González Urrutia, conocido como “Matacuras” por su implicación en el asesinato de seis jesuitas de la teología de la liberación cuando era secretario de la embajada de Venezuela en El Salvador en 1989. Pasado oscuro el de este paramilitar que ustedes, paladines de la libertad de expresión, han censurado. O los casos de Carles Puigdemont, Julian Assange o Pablo González. Este último puesto en libertad, ironía de la vida, gracias a Putin; y los tres, ejemplos significativos del respeto a los derechos humanos con el que Occidente les ha agasajado.
Varias cosas quedan claras, sin embargo, en este revelador estío: el cinismo criminal del imperialismo en su fase última del capitalismo que nadie logrará camuflar en el futuro; los medios de comunicación burgueses como poderoso instrumento de enajenación de masas y, sobre todo, la imperiosa necesidad de organizarse revolucionariamente para enterrarlos a todos en el mar. Tu lucha decide, ¡Toma partido!
José L. Quirante