Hace un tiempo escribí en esta misma sección un artículo sobre los colores en el cine, y refiriéndome al “cine negro”, que yo rociaba intencionadamente con su implícita tonalidad roja (porque denunciaba los problemas sociales en la inicua sociedad yanqui), afirmaba que los colores en el séptimo arte “no son sólo gamas cromáticas, sino que recogen situaciones y ambientes históricos insospechados”. Pues bien, aquella reflexión es la que nos anima hoy a  proponer en este periodo estival otro sugestivo color cinematográfico: el rojo del cine soviético. Un cine que surgió en la URSS a principios del siglo XX, con un contenido ideológico marcadamente comunista, y del que Lenin dijo ser “el arma más poderosa”. He aquí, pues, una sucinta pero representativa muestra.

Cine veraz y lírico

Para empezar no estaría nada mal zarpar rumbo a “la mejor obra cinematográfica de todos los tiempos”: El acorazado Potemkin (1925) del genial cineasta Serguéi Eisenstein. Poder amotinarnos con el marinero Grigory Vakulinchuk y sus camaradas en 1905, alzados contra la tiranía de la oficialidad zarista; sentir asimismo cómo se nos eriza el vello de emoción y rebeldía cuando los cosacos cargan a sablazos contra el pueblo ruso en las escaleras de Odesa, o tomar conciencia de clase en las últimas imágenes del filme, anunciadoras de la Revolución de Octubre.

Como segundo estímulo para lograr superar el calor pegajoso de una noche de verano, podríamos ver la didáctica cinta, La línea general o Lo viejo y lo nuevo, como se la conoce en España; dirigida también por Eisenstein, pero, en este caso, en 1929. Una película relegada en su momento a un segundo plano por la urgencia de rodar Octubre, y montada rápidamente algo más tarde para mostrar al mundo las primeras e importantes conquistas colectivas en el medio rural de la joven Revolución bolchevique.

Tres cantos a Lenin (1934),  bello y emotivo documental de Dziga Vertov (creador de la teoría del “Cine-Ojo”), podría ser la tercera película de esta propuesta de “cine rojo” para este ocio veraniego. Un filme veraz y lírico que aborda tres momentos cruciales del proceso revolucionario soviético: la campaña de ruptura con el viejo mundo; la sobrecogedora desaparición física de Lenin, y la presagiada continuidad del socialismo bajo el liderazgo de Stalin.

Y para concluir, ¿por qué no ir al encuentro de Vasili Chapayev, el legendario héroe de la guerra civil rusa, y de su acreditada película Chapayev, el guerrillero rojo (1934), de Georgi y Sergei Vasilev? Seguro que, como millones de espectadores de todo el mundo en su época, incluidos los de la España republicana, nosotros y nosotras también sabremos disfrutarla.

Parafraseando a Lenin, que socializó la industria cinematográfica en 1919, un cine, por tanto, “de todas las artes, la más importante”. Felices vacaciones.

Rosebud

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