A raíz de la noticia que saltaba en los medios a principios de mayo de este año, hemos despertado de un letargo respecto a la reivindicación del tiempo de trabajo.
“La Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha determinado que el tiempo que un conductor profesional pasa acompañando al camión que es transportado en un transbordador o ferry cuenta como jornada laboral y no como descanso.”
Sinceramente, en mi cabeza no cabe que ese tiempo que estás fuera de tu casa o de tu lugar de ocio, no fuera tiempo de trabajo… a lo mejor, poniéndole remos al camión, conseguían que el empresario sí lo considerara puesto de trabajo.
Pero pensando en todo esto, daremos un pasito más.
A la clase obrera se la está expulsando de las grandes ciudades o de las ciudades turísticas. La turistificación o gentrificación de las ciudades, de los cascos antiguos (donde aún en malas condiciones sobrevivía la clase obrera) es el detonante actual, pero volviendo la vista a las ciudades industrializadas del siglo XIX, veremos que no es nuevo.
Este tema ya se ha visto y estudiado en este medio más de una vez, pero ahora demos otra vuelta de tuerca.
Si la clase obrera quiere vivir cerca de su centro de trabajo (concentrado la mayoría de veces en las grandes ciudades), tiene que pagar precios de compra o alquileres imposibles. Un ejemplo clarificador: el precio medio del alquiler en la ciudad de Palma en abril de 2024 es de 15,8 €/m2 (fuente: Idealista.com), con una subida interanual del 13,1 %. Recordemos que el precio de la vivienda está excluido del IPC, y pertenece a esa llamada despreciativamente, inflación subyacente. Hablando en plata, la inflación que nos afecta de verdad a todos: vivienda, energía y alimentación.
Pues bien, con una subida media de salarios de convenio del 4 % ya vemos cómo nos bajan el salario. Pero aún hay más; el precio de compra de una vivienda es de unos 3.953€/m2… por si piensas que es mejor comprar que alquilar.
Hagamos números. Una vivienda de 70m2 costaría 276.710 € en Palma de Mallorca, y si la escogemos de alquiler: 1.106 €… con un salario medio de 1.854 € brutos, que en neto ronda los 1.400€ (en 12 pagas, olvídate de las pagas extras), pues aún te quedan 300 € para pagar el resto de cosas: electricidad, combustible, agua, gas y hasta comida (que algunos lo queréis todo). Pues como no debe ser posible, vamos a fórmulas para evitarlo:
- El coliving, qué bien suena en inglés eso de compartir piso de toda la vida, hasta que te das cuenta que tu pareja vive en un harén rodeada de miembros del otro sexo, o que cuando tienes un niño, ya no cabe en la habitación o que no puedes tener mascota (claro que con esos salarios no tendrás ni para darle las sobras de la comida)
- Volver con los padres, igual que el coliving pero más cariñoso, mientras la pensión de los viejos aguanta.
- Trabajar en remoto… vamos ingenuo, esto es Españistán, el jefe necesita oler tu sudor, ver tu miedo cuando pasa detrás de ti, naaa, no vale, la mayoría de los trabajadores que durante el confinamiento se llevaron el trabajo a casa, han sido obligados a volver a las oficinas…
- Salir de la gran ciudad (turística y maravillosa) e irte a vivir lejos, entre 30 y 40 km. Hablamos de Mallorca, si te vas más lejos, igual ya estás en otra isla…
En este último punto nos centraremos. Lo que hemos ahorrado en vivienda (tampoco es demasiado, pero puedes cambiar el régimen de spaguettis todos los días por algo más), lo perderemos de tiempo de vida. Y es que una isla masificada como Mallorca tiene un grave problema de transporte. Para recorrer 30 km. desde tu casa al centro de Palma o los polígonos industriales u otras zonas, ármate de paciencia, puesto que el promedio será de una hora en horario punta sin accidentes y unos 45 minutos para la vuelta. Además, tendrás que calcular lo que vas a gastar de combustible y lo que cuestan los vehículos.
En ciudades como Madrid, o Barcelona, no es mejor, aunque al menos, el transporte público en Barcelona palía el mal… un poquito. Cada cierto tiempo vemos los accidentes in itinere de trabajadores que se han levantado a las 4 o 5 de la mañana para llegar a la obra que está en la capital. Y es que agotamiento, falta de sueño y vehículos sin renovar, son un cóctel peligroso para la vida de la clase obrera.
Así, el valor de nuestro trabajo, nuestro poder adquisitivo, cada vez cae más. Y poco a poco nos acercamos a esa esclavitud a tiempo parcial.
Ya sabemos la solución: solo el pueblo organizado salva al pueblo.
Juan Luis Corbacho