2022 se despidió en diciembre junto con el 16 % de la plantilla de las grandes empresas tecnológicas, aunque otras fuentes manejan la cifra de hasta el 26 %.

A finales del 2022, Meta, anunció el despido de 11.000 trabajadores (aproximadamente el 13 % de su plantilla). Amazon decidió despedir a más de 18.000 empleados. En noviembre del 2022, Twitter mandó al desempleo a la mitad de su personal, y así, una larga lista de despidos entre las denominadas big tech, empresas multinacionales de tecnología, como Facebook, Amazon, Apple y Google, las cuales, al no tener la misma regulación que el resto, han tenido importantes ventajas competitivas, elevando muy por encima de la media, hasta ahora, tanto sus tasas de rentabilidad, como su volumen de ganancia.

Meta obtuvo 29.246 millones de dólares de beneficio en 2020, lo que implicó un aumento del 58 % respecto al 2019. Los ingresos de Facebook se dispararon un 22 % en el mismo periodo. Apple consiguió la mayor facturación de su historia.…

2021 fue año récord en la valoración bursátil de estas macroempresas, lo que es claro indicativo de una alta exposición especulativa. Apple, Amazon, Alphabet, Facebook y Microsoft  alcanzaron 1,2 billones de dólares ese año. Este crecimiento, al contrario de ser un síntoma de buena salud económica, representa una huida al mercado de valores, del capital proveniente de la esfera productiva, con unas tasas de beneficios en mínimos históricos. Criptomonedas y bienes raíces son otros productos que han generado grandes beneficios, detrayéndolos de la economía real.

No obstante, esto ya pasó. En los ciclos cortos, los momentos de acumulación capitalista implican la gestación de nuevos períodos recesivos o de crisis que golpean sobre la tendencia histórica secular a la caída estructural de la ganancia. En este caso, la pequeña recuperación pospandémica, tocó techo en 2022 y la rentabilidad se desplomó, y, con ello, la masa de beneficios.

Los valores bursátiles de estas empresas han caído bruscamente: 65 % para Meta (Facebook), el 40 % en Alphabet (Google) o el 50 % en Amazon y Netflix. Ello, por no hablar del colapso de las criptomonedas. Esto es reflejo de la caída de la tasa de ganancia en el último periodo y, al fin, de la masa de beneficio. Si no hay ganancias, o son menores de las esperadas, se frena la inversión, tanto en capital constante (maquinaria, materias primas…); como en capital variable, es decir, fuerza laboral, lo que supone el despido de miles de trabajadores. A la postre somos quienes debemos soportar las miserias del capitalismo.

Marx ya anticipó que en momentos de crisis, el capital ficticio-especulativo es el primero en caer, porque, aunque la “oficialidad de la economía” no lo contemple, su base está en la esfera productiva y de ella depende el resto. Por eso, entre los primeros síntomas que percibimos a las puertas de esta nueva crisis, de consenso generalizado (FMI, OCDE...), es el desplome de las tecnológicas (altamente especuladas) y el despido de sus trabajadores, aunque parece que sus efectos ya llegan al sector financiero (Morgan Stanley, Goldman Sachs, BlackRock…) y, en breve, a la totalidad de la economía productiva.

Casi nadie duda ya que este año será de recesión. El único debate será sobre su profundidad y sobre la capacidad de aguante (ahora lo llaman resiliencia) de una clase obrera acostumbrada a vivir en “crisis”. La paradoja es que para remontar la tasa de ganancia, y con ello el beneficio para las empresas y así, la inversión y el empleo, se debe incrementar la explotación del trabajo, hasta que un nuevo boom económico arrastre otra nueva crisis. Eso, o acabar de una vez por todas con este sistema que no tiene salida  y que incrementa sus contradicciones con cada ciclo económico, aumentando paralelamente la miseria para la clase trabajadora.

Kike Parra

 

 

 

 

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