Editorial Enero 2023

Iniciamos un año en el que los acontecimientos acumulados a lo largo de estos últimos meses, avanzan precipitadamente hacia la confirmación de un cambio cualitativo de la realidad determinado por el hecho irrefutable de la crisis general del capitalismo que impregna todo.

El fétido olor de un Sistema que se descompone y que ya llega a todos los rincones de la sociedad.

Resulta casi imposible dudar de su quiebra estructural, expresada en el final de la hegemonía y liderazgo absoluto del Bloque Occidental, encabezado por los EE.UU y nucleado en torno a la OTAN.

Incluso más allá de su expresión más bárbara y destructiva con el desarrollo de la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia, la decadencia sistémica del Bloque que representa la realidad más avanzada y, consecuentemente violenta y parasitaria, del capitalismo es absoluta.

Crisis general y orgánica que, desde la base material –económica-, alcanza no solo a cada una de las estructuras de los estados que representan y defienden sus intereses, sino que también se impone en todas las categorías sociales, culturales e ideológicas sobre las que se ha estructurado la dominación burguesa, y en la propia subjetividad y sociabilidad de las clases sociales. También del proletariado y de sus organizaciones políticas y sindicales, cooptadas mayoritariamente por el sistema.

Una crisis con mayúsculas que, desde una concepción dialéctica de la lucha de clases, abre un amplio abanico de oportunidades a las fuerzas revolucionarias, pero que para su implementación se enfrenta a las dificultades derivadas de los enemigos internos clásicos de la Revolución – la socialdemocracia y el izquierdismo- y a la actual debilidad organizativa y programática de los destacamentos de vanguardia.

Un nuevo ciclo histórico.

Todo apunta a ello y parece confirmarse una nueva realidad fundamentada en una nueva multipolaridad armada, en la que el eje del desarrollo económico, social y político se desplaza hacia Oriente y en el que el epicentro que lo determina, se ha desplazado de Washington a Pekín y del Pentágono y Wall Street, al Partido Comunista de China y su dirigencia.

Una situación diferente, que para nada es una meta y que, determinada por el doble factor de la continuidad de la hegemonía de las relaciones capitalistas y la belicosidad global de los EE.UU y la OTAN contra quienes cuestionan su dominación, impone como grandes retos de las organizaciones de Vanguardia, la lucha por la Paz y el combate constante por el poder obrero y el Socialismo.

Convertir el análisis en acción.

Desde la seguridad de lo correcto del análisis que realizamos y venimos compartiendo fructíferamente con otros partidos comunistas y organizaciones revolucionarias en el último periodo, la tarea absolutamente prioritaria que enfrentamos en el PCPE, es hacerlo trascendente para el desarrollo de la lucha de clases. Lograr que, progresivamente, sea compartido por las masas en una constante labor en la que “toda la labor habitual, regular, corriente de todas las organizaciones y grupos del Partido, la labor de propaganda, agitación y organización esté orientada a fortalecer y ensanchar la ligazón con las masas”1

Una acción que necesita un Programa adecuado y requiere una táctica acorde, que permita hacer llegar la conciencia socialista a la clase obrera a través del imprescindible desarrollo dialéctico que, identificando la incapacidad del poder burgués y sus estados para satisfacer las necesidades del pueblo trabajador y evidenciando la podredumbre de sus instituciones, sitúe la alternativa revolucionaria como el nuevo paradigma de sociedad por el que vale la pena luchar.

Definir la Táctica

Cuando la crisis azota con fuerza la economía de las familias y el horizonte se avecina tormentoso, con un incremento exponencial de la pobreza y la progresiva desvalorización de la fuerza de trabajo, la prioridad es organizar la respuesta obrera y popular, confrontando con la patronal y los monopolios que nos roban y explotan.

Una intervención decidida en este sentido en el movimiento obrero y popular, contra la carestía de la vida, por la recuperación del poder adquisitivo y por la defensa de los servicios públicos y la nacionalización de los sectores estratégicos (banca, energéticas, distribución de alimentos…), además de contra el Pacto Social y las políticas de conciliación de clases, resulta absolutamente inasumible por el Estado, la patronal y la socialdemocracia política y sindical, y abre nuevos espacios de organización y contrapoder.

Cuando la crisis institucional jalona la realidad con constantes escándalos de todos los poderes del Estado, incluyendo maniobras de unos contra otros como las recientes del poder judicial contra el ejecutivo en el que se enfrentan a cara de perro las distintas fracciones del capital que se reparten el poder, es necesario marcar un nuevo paradigma de Estado republicano que, desde el reconocimiento efectivo del derecho a la autodeterminación de los pueblos, se articule desde la base material del poder obrero y la democracia protagónica del pueblo trabajador.

La Constitución del 78, ya no es capaz de contener en su seno la compleja realidad territorial, social y económica de una formación social como la española, sumida en una profundísima crisis a todos los niveles.

Organización y movilización de masas en un radical sentido rupturista con la herencia del franquismo y la Transición es el objetivo. República, Memoria, Reparación, Justicia, Autodeterminación, No al Concordato con la Santa Sede, laicidad, OTAN no, bases fuera, ni UE, ni euro..., son las consignas con las que empezar a quebrar los consensos sociales generados en torno a la Constitución del 78, en un amplio movimiento de denuncia política y confrontación con los ejes centrales de la dominación burguesa. Alianzas tácticas de desarrollo temporal y puntual en los más diversos campos de intervención política que, necesariamente, deben acompasar el desarrollo de este proceso de ruptura política con el poder de la oligarquía y la totalidad de sus instituciones.

Cuando de la mano del atlantista gobierno de coalición PSOE/UP, los gastos militares y policiales alcanzan los 56.000 millones de € y se acercan al 4 % del PIB2, es necesario reclamar la neutralidad de España, el abandono inmediato de todas las misiones militares y policiales en el extranjero3, la salida de la OTAN, el cierre de las bases yanquis y la drástica reducción de los gastos militares y policiales, así como de la inversión en armamento.

La lucha contra la OTAN y sus guerras imperialistas son un propósito absolutamente inasumible por el estado del capital; sin embargo constituyen un propósito unitario de carácter internacionalista y antiimperialista sobre el que organizar y movilizar al pueblo trabajador.

Cuando de la mano de las multinacionales energéticas y acompañada por la acción constante de todos los gobiernos, sean estos del color que sean, se da una inmensa transferencia de recursos públicos al sector privado bajo la excusa de la llamada “transición energética”, es hora de decir basta y denunciar la hipocresía del discurso del capitalismo verde que está destruyendo el territorio en interés exclusivo de los monopolios energéticos y burgueses subvencionados.

El diesel barato, que es el motor insustituible de esta dopada sociedad mercantil llamada a explotar la Naturaleza, llega a su fin y no hay manera de suplirlo. Reivindicar una gestión democrática y científicamente informada, al servicio del pueblo y no de las multinacionales, de los recursos energéticos y el medioambiente, es una tarea urgente en la que confluir diversas generaciones en defensa del Planeta y en contra del Capitalismo que lo destruye. Y esto solo es posible bajo un sistema de planificación al servicio de las necesidades de la mayoría social, a través de la construcción del socialismo.

No son ni mucho menos, todos los campos de intervención colectiva que con carácter de clase pueden desarrollarse. La lucha de las mujeres trabajadoras en contra de la doble esclavitud a la que son sometidas por la alianza del Patriarcado con el Capitalismo, o las reivindicaciones de la juventud obrera a la que el Sistema le niega el presente y el futuro, así como las reivindicaciones del movimiento vecinal de los barrios obreros, también son trincheras ineludibles de las reivindicaciones económicas y políticas inmediatas de nuestro Programa dirigido a la clase obrera y al conjunto del pueblo trabajador.

¡¡Manos a la obra!!


1 Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. Lenin