DESTACADO

Si existe un deporte en el que las mujeres han tenido que pelear (nunca mejor dicho) para hacerse un hueco y abrirse las puertas, es el boxeo. Tal es así que hasta 2012, el boxeo femenino no se reconoció como deporte olímpico. Diez años desde que se reconoció un deporte que lleva practicándose desde el siglo XVIII.

Efectivamente, aunque el boxeo siempre se ha relacionado como algo “varonil”, reservado a los machos alfa que pelean para demostrar su valía, el primer registro de combate entre mujeres data de 1722. Y es que siempre hay mujeres que no han aceptado un no por respuesta y han ido rompiendo barreras para que otras podamos  atravesarlas. Ejemplo de ello fue Marian “Lady Tiger” Trimiar, que en 1987 realizó un mes de huelga de hambre para luchar por los derechos de la mujer en el boxeo. Además, hubo muchas demandas judiciales, especialmente en Estados Unidos, solicitando que se les permitiera pelear, pero no fue hasta 1996, que la Asociación de Boxeo Amateur del Reino Unido derogó la prohibición de boxear para las mujeres (que estaba vigente desde 1880). En 1997 se realizó el  primer campeonato de boxeo femenino en los Estados Unidos.

El boxeo es sin duda un deporte de carácter, una persona contra otra se adentran en un cuadrado del que no pueden salir y en el que hay que combatir hasta que suena la campana. Un deporte de lo más exigente tanto física como mentalmente, porque un fallo o una mala forma, puede acarrear que recibas una paliza monumental. Pero también, es un deporte de honor, en el que el golpe a golpe tiene sus normas, sus formas, su respeto al o la rival. Y como no podía ser de otra forma, las mujeres hemos formado, formamos y formaremos parte de él.

Aunque hoy en día el boxeo sigue siendo mayoritariamente masculino, las mujeres cada vez con más frecuencia, nos subimos al ring y demostramos que la defensa y el ataque también son cosas de mujeres. Que no solo servimos para el ballet o la gimnasia artística, sino que algunas preferimos los deportes de contacto y tan exigentes como este. La princesa del cuento ya no espera a  que el príncipe vaya a rescatarla. La princesa (antimonárquica y republicana) se prepara para subirse al cuadrilátero y pelear. Se prepara física y mentalmente para no necesitar a un  caballero de brillante armadura que la  defienda. Puede que por ese motivo cada vez más las mujeres sean partícipes de deportes como este, en el que ellas son las guerreras que combaten.

Ahora bien, por desgracia, todavía existen en el boxeo muchos prejuicios que romper y sigue estando copado de mentes retrógradas e incluso reaccionarias. Queda mucho por pelear dentro y fuera del ring para cambiar la concepción del deporte y para que las mujeres sean igual de reconocidas que sus compañeros. Como, por desgracia, en la mayoría de deportes. El boxeo femenino sigue siendo residual, especialmente el de competición. Pocas veladas de boxeo hay exclusivamente femeninas, siendo, todavía hoy, las teloneras de sus compañeros masculinos.

Animamos a todo el mundo a adentrarse en el maravilloso mundo del boxeo, que no es solo pegar sin sentido. Es todo un mundo apasionante de emoción y compañerismo. A nivel amateur, enfrentarte a tus compañeras respetándolas al máximo te enseña que no son tu rival, que son una igual a ti y aunque a veces haya que “batallar” siempre se hace sin buscar el daño de la contraria. Y por supuesto, a nivel profesional, asegura un subidón de adrenalina que pocos deportes aportan. Ves, esquivas, golpes, superación, una cae, se levanta, vuelve a la pelea, resiste.

Sigamos rompiendo barreras, sigamos llenando las filas de los deportes que nos han dicho que por ser mujer no puedes practicar. Sigamos poniéndonos fuertes si queremos, peleando si queremos, también bailando si queremos. Que no nos digan qué podemos o no podemos hacer. Subid al ring si queréis, pelear, dar directos, crochets, ganchos, gritad, correr, y sobre todo, que nadie te pare por el hecho de ser mujer.

Alba AK

uyl_logo40a.png