El IBEX 35 está registrando ganancias un 60% superiores a las del 2019; sin embargo los salarios tan salo se han revalorizado un 7,8% en el mismo periodo. Se comprueba que aún con todo, los vientos le son favorables a la oligarquía del estado español. Sin embargo, este otoño comienza la carrera electoral: autonómicas y luego generales. Con semejantes datos, ¿cuál será la inversión política de la oligarquía para la próxima temporada?, ¿invertirá en Feijóo o lo hará en Sánchez?

Pronosticar qué acompañantes políticos le irán mejor al mercado en el actual escenario de crisis es complicado. No tanto porque haya grandes diferencias en lo genérico, nada más lejos: la función del sistema es perfectamente congruente con los intereses de su dirección oligárquica, tan bien representada en el IBEX 35. Lo grueso no se discute, y gobierne quien gobierne en el actual estado español, el capitalismo es indiscutible: vestido de diputado o de camisa azul, es la dictadura de la burguesía. No es en lo genérico, en lo grueso, es en los márgenes donde pueden saltar chispas o volverse todo muy vaporoso, porque tan indiscutible es el orden capitalista como también lo es su agonizante estado actual. Y cual Saturno devorando a sus hijos, ya no hay repartos posibles de zonas de influencia ni nada que se le parezca, ahora ya solo toca la entrega sumisa, casi en holocausto, de los aliados al hegemón, y la guerra abierta con los competidores emergentes.

De momento al IBEX no le va mal, no es por propia fortaleza sino más bien por cierto ritmo descompasado. Toca hacer un pronóstico y en los márgenes lo importante es saber no pasarse de frenada ni quedarse corto. Una vez que se han desactivados las opciones muleta que han servido para dar vigor al bipartidismo -Podemos, Ciudadanos, Vox-, hay que estar seguros si: o bien, ante el empobrecimiento masivo de clase obrera, provocado por la suma de la subida de la inflación y los bajos salarios, se hace necesario seguir apostando por la “agenda social” del “gobierno más progresista de la historia”, aunque eso implique asumir algunos impuestos, que luego, entre pataletas sobreactuadas y gestos hiperbólicos, serán menos de lo que se anuncia, y obviamente, ni una ínfima parte de lo que realmente la oligarquía adeuda a la clase obrera, y que además, luego dicha agenda social es una valiosa munición retórica para hablar de “paguitas”, burocracia y política confiscatoria. O si por el contrario, la recesión acentúa tanto la disputa caníbal entre las diferentes oligarquías que para no quedarse atrás se haga necesario fijar posiciones lo más ventajosas posibles, y entonces sea más conveniente apostar por un Feijóo que, entre unas y otras rebajas fiscales, busque la mayor flexibilidad posible para no asfixiar los bolsillos de los españoles, naturalmente de aquellos que los tengan llenos como es lógico, los bolsillos valen por lo que contienen, no por lo que son y mucho menos por el lugar de dónde son.

Eduardo Uvedoble

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