El mes de junio ha sido histórico para las trabajadoras del hogar, “la niña fea” de la clase obrera.

La ratificación del Convenio 189 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) por el Congreso, habla de los derechos laborales que pretende equiparar al resto de trabajadores y trabajadoras con carácter general. Se ha tardado una década en ser aprobado, por eso las trabajadoras de este sector ven este avance con cautela.

La economía sumergida, la explotación y la desigualdad, han sido durante años el sustento de muchas familias; la responsabilidad del Estado es garantizar los derechos de este sector tan feminizado, haciendo políticas sociales y económicas que se centren en hacer desaparecer esta violencia que se ejerce sobre las mujeres “trabajadoras del hogar”.

Este Convenio de la OIT afecta principalmente a las mujeres que componen en su gran mayoría lo que en la práctica es un sector feminizado.

Entre otras cuestiones, el despido, las indemnizaciones, las vacaciones y el paro son entre otras cosas las que se deben negociar de manera urgente, lo que algunos llaman el “diálogo social” y lo que algunas trabajadoras llamamos derechos laborales sin condiciones particulares, como pretenden algunas cúpulas sindicales, la patronal y el gobierno de turno.

Por otro lado se aprueban normas para evitar esta discriminación y por otro lado el Pacto de Toledo y el Pacto de Rentas, hacen justo lo contrario. Sin la voluntad política del gobierno actual, que ha tardado muchísimo en proponer la ratificación de este Convenio, no será posible alcanzar la igualdad que se merece este colectivo

A la gran mayoría de las “trabajadoras domésticas” no se les realiza un contrato, repercutiendo en la cotización que en el futuro se verá reflejada en la pensión. Huir de esta precariedad es casi imposible.

La plena integración, equiparación y dignificación de las trabajadoras del hogar es el paso que con la aprobación de este logro histórico supone la ratificación de este convenio.

Durante el periodo de la COVID, que nos obligó a quedarnos en casa, ha sido cuando se ha visibilizado la precariedad del sector.

Las trabajadoras reclamamos una transformación de la situación de las “empleadas de hogar” de manera inmediata y segura, que no se vuelva a jugar con los intereses de miles de mujeres que llevan toda la vida haciendo un trabajo que se considera de segunda, pero que de no realizarse otros muchos empleos y la vida con dignidad sería imposible de realizar.

Isabel Talavera

Secretaría Feminista del PCPE

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