En más de una ocasión, el FMI ha afirmado que vivimos demasiado para la economía del sistema. Esa afirmación cuantifica el coste de estar con vida, sobre todo después de los 60 años. Debemos morir pronto, para que se cumplan otras prioridades que no van con la vida, que van con la guerra, y cuyo protagonista se llama OTAN, que nos obliga a destinar un 2 % de nuestro PIB para comprar exclusivamente a su industria armamentística. Con datos actuales, destinaríamos 25.000 millones de Euros al año a compra de armas.

El gobierno PSOE/UP asumió el compromiso de la OTAN, y acelera los contratos y autorizaciones de compra, invirtiendo en los últimos meses 9.300 millones de euros. Entonces, ¿qué dedica el gobierno al bienestar de las familias?

¿Dónde está la verdadera defensa de la población? Sin duda, en todo lo que se destina a su salud, y a salvaguardar la vida.

En los primeros meses de pandemia, el número de respiradores era de 2.487. Un respirador tiene un valor de mercado de 15.000/20.000 euros. La construcción del nuevo BAM, de intervención subacuática de la Armada, tiene un presupuesto de 200 millones. Solamente con este buque se podrían comprar 10.000 respiradores. Si se hubiese invertido con esta prioridad se habrían salvado miles de vidas, que fueron condenadas porque su edad no eran candidatas a respirador.

En la etapa hospitalaria por Covid-19, un día de ingreso costaba entre 528,95 euros en planta y 1.712 euros en UCI.

En Madrid más de 8.000 personas murieron en las residencias de mayores sin poder ser hospitalizadas, por falta de camas hospitalarias. Un caza Eurofighter cuesta 100 millones de euros, lo que equivale a 142.857 camas de hospital/día. Si valoramos que un enfermo con Covid-19 estaba ingresado una media de 10 días, con el valor de un Eurofighter se hubiesen podido ingresar 14.285 personas. El gobierno ha comprado 20 unidades, para renovar la patrulla Halcón en Canarias, por un valor de 2.043,9 millones de euros. Si en lugar de comprar cazas de combate, hubiésemos comprado camas hospitalarias, 142.857 personas hubiesen podido ser hospitalizadas con Covid-19, cubriendo el 100% de todas las personas mayores que fallecieron en residencias en todo el país, las cuales habrían tenido posibilidades ciertas de sobrevivir.

A 3.900 millones de euros asciende el gasto del submarino S80, que al principio no flotaba. Una vivienda Promoción Oficial, de unos 80 metros cuadrados, tiene un costo de 65.000/80.000 euros (dependiendo de la comunidad autónoma). Ese submarino equivale a más de 57.000 viviendas, para familias que a día de hoy no tienen ninguna posibilidad de acceder a una casa digna.

En este año, en el que la inflación se descontrola, y el IPC hará que todas las familias dispongan de menos liquidez para su canasta básica, después de un invierno en el que se ha duplicado el precio del combustible, incluido el de calefacción, los medios de comunicación al servicio del capital, utilizando a personajes, cómo Josep Borrell, que viven en la opulencia, nos dicen que la guerra en Ucrania es la responsable de la subida de los carburantes, y nos aconsejan desde la Unión Europea que bajemos un grado las calefacciones. Esconden que algunas ya llevaban apagadas días o meses, porque el combustible subió mucho antes de la guerra actual, y responde al desarrollo de la crisis del capital, a la necesidad de seguir manteniendo beneficios que apuntalen su poder económico y político. Ahora todo es achacado a la guerra de Ucrania, con medios de comunicación que normalizan la mentira y la manipulación.

Como la falsedad política es la práctica del PSOE/UP, el gobierno ha aportado para la guerra de Ucrania, de un supuesto fondo de “paz europea”, 137 millones de euros. Sumando 21 millones de euros más, en armas, que hemos “enviado con la mejor disposición para la paz”.

Es el momento de decidir si queremos camas de hospital o aviones de caza, es hora de gritar que las pensiones no son la ruina de la economía de este país. Que no se destinen presupuestos para la guerra, porque las vidas las salvan los hospitales y la sanidad pública,

Es hora de levantarnos ante este gasto militar, que es una maniobra política para esclavizarnos.

Teresa Pantoja

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