Ante todo Martin Eden es una magnífica novela, y la más autobiográfica de la fascinante obra del escritor y revolucionario norteamericano Jack London (San Francisco, 1876-Glen Ellen, 1916); autor, entre otras maravillas, de las célebres novelas cortas Colmillo Blanco, La llamada de la selva, Cuentos de los mares del Sur o La quimera del oro, así como de los excelentes relatos Gente del abismo y El Talón de hierro. Unas historias, estas últimas, que denuncian la absoluta miseria de miles de personas en los barrios humildes londinenses de principios del siglo XX y al déspota y ya superado capitalismo. Narraciones que en muchas  ocasiones han sido adaptadas con éxito al cine y a la televisión. Por ejemplo, las mencionadas Colmillo Blanco o La llamada de la selva, pero igualmente Amor a la vida, una novela de ocho relatos sobre la fuerza de la voluntad, y  con la que murió Lenin entre sus manos según cuenta en sus memorias Kruspskaya, la excepcional compañera del dirigente bolchevique.

Impasse individualista

Ahora, en 2019, el cine ha llevado a la gran pantalla, y también a las plataformas que proliferan en nuestros días, la novela objeto de nuestro comentario. Una película dirigida por el cineasta italiano Pietro Marcello (Caserta, 1976) que cuenta la vida de un joven marino mercante que tras conocer a un chico de la burguesía y enamorarse de su bella hermana, ansía convertirse en escritor para abandonar su mísera situación económica. “Lo primero que me atrajo de la historia fue su universalidad. Martin Eden es un joven que en un cierto momento de su vida sueña con emanciparse a través de la cultura”, explicaba el director de Bella y perdida (2016) en una entrevista realizada durante el Festival de Cine de Sevilla donde el filme ganó el Giraldillo de Oro a la mejor película. Una emancipación, sin embargo, que conduce a Martin Eden a renegar de su condición proletaria sin realmente  conseguirlo, y al descubrimiento de la futilidad, el individualismo y la frivolidad de la burguesía a la que quiere pertenecer infructuosamente. Situándose finalmente en una especie de limbo social, fuente de dramas y padecimientos.

La película que, permitiéndose numerosas licencias cinematográficas, pretende ser fiel reflejo de la novela, no consigue en mi opinión la emoción ni la intensidad dramática que encierra la turbadora obra de Jack London. Y es que no ha debido ser tarea fácil trasladar el mundo complejo de este alter ego del autor norteamericano con todas sus fobias y tormentos.  Pese a ello el filme de Pietro Marcello es muy recomendable, pues incita a leer la obra completa de este indómito escritor defensor del socialismo, advierte del impasse del individualismo y reflexiona sobre la asunción de la clase social a la que se pertenece.

Rosebud

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