Dolores Gaos González-Pola -Lola Gaos- tendría hoy 100 años. Nació en Valencia y pertenecía a una familia numerosa, culta y republicana. En su juventud soñaba con ser médica, pero la guerra civil y la posterior represión trastocaron sus planes. Tras la muerte de su padre en un campo de concentración francés, siguió a su familia al exilio en Méjico y allí comenzó su carrera teatral.

Trabajó en más de 50 películas con los mejores directores, formó parte de prestigiosas compañías teatrales y fueron muy frecuentes sus intervenciones en obras y series emblemáticas en televisión. Lola Gaos fue una magnífica actriz de papeles secundarios y en su único papel como protagonista en "Furtivos" (1975), una crítica velada al régimen franquista, reveló su admirable talento para la interpretación y obtuvo la Medalla a la mejor actriz protagonista, concedida por el Círculo de Autores Cinematográficos.

Sus personajes, casi siempre de mujeres malvadas, pérfidas criadas, madres posesivas y siniestras, adquirían mayor fuerza gracias a la voz áspera y grave que singularizaba a tan excelente actriz.

El conjunto de aquella voz rota, su rostro aristado y delgado, su gesto adusto y sincero y su personalidad contribuyeron a su popularidad y a que su admirable obra perviva en el recuerdo.

Lola Gaos era comunista. Su apellido y sus convicciones hicieron que muchos productores le negaran el trabajo, pero nunca renunció a sus ideas. Aunque no llegó a militar en ningún partido, colaboró con todos los movimientos de izquierda, fue fundadora de la Asociación Democrática de Mujeres y vivió comprometida en la lucha antifranquista, en defensa de las libertades y en la lucha feminista. Su participación en la huelga de actores y actrices, reclamando mejoras laborales, la condujo a pasar dos noches en el calabozo y a pagar cien mil pesetas de multa, una cantidad enorme para aquellos años.

De las palabras que pronunció en una entrevista realizada para Televisión Española, en el salón de su casa presidida por la imagen del Che, se desprende su conciencia de clase y su orgullo de pertenecer a la clase trabajadora: “Al actor no se le da la categoría de trabajador, no se por qué, (…) Cuando voy a trabajar, voy contratada con un salario que será más grande o menos grande, pero exactamente igual que el señor que me arregla el televisor. Entonces ¿por qué nos llaman artistas y nos niegan la categoría de trabajadores?”

Tras años sin trabajo, apartada del ruido y los focos y enferma, murió en Madrid entre estrecheces económicas un 4 de julio de 1993.

Traer a esta columna la vida y la obra de Lola Gaos es un ejercicio de memoria colectiva para sacar del olvido y recuperar la historia de mujeres como ella, a las que la dictadura franquista no pudo silenciar.

Blanca Rivas

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