Entre todas las preocupaciones que puede tener una persona joven de familia trabajadora, podemos afirmar casi con total certeza que no se encuentra el futuro de las jubilaciones. En cierto modo no es de extrañar, ya que aparentemente es algo que nos afectará en un futuro muy lejano, pero sí nos debería preocupar.

La realidad es que, aunque los problemas relacionados con la pensión no nos afectarán a la vida y al bolsillo hasta dentro de muchos años, cuando se decide ese futuro es precisamente ahora, en la actualidad.

Por un lado, porque es durante nuestra vida laboral activa cuando se nos exige cotizar para “cosechar” esa futura pensión, y tenemos el reloj (y sobre todo la ley) en nuestra contra, ya que actualmente nos piden 40 años cotizados para cobrar la pensión completa. Teniendo en cuenta la realidad laboral a la que se enfrenta la clase obrera a día de hoy, y en particular la juventud, caracterizada por la inserción tardía al mercado laboral y la tasa desorbitada de temporalidad y parcialidad, lograr 40 años cotizados se antoja tarea imposible. Por no mencionar que esas mismas características del mercado laboral, unidas a los bajos salarios, llevarán a unas prestaciones igualmente bajas. La derogación de las reformas laborales y la mejora de las condiciones de trabajo son condición imprescindible para la defensa de las pensiones públicas.

Por otro lado, es hoy, en el día a día, cuando se libra la batalla entre la patronal y la clase obrera por unas pensiones que nos permitan vivir con dignidad y en las mejores condiciones durante toda nuestra vida. Porque la lucha por la defensa del sistema público de pensiones no es solo la lucha de las y los pensionistas sino del conjunto de la clase trabajadora. Las personas que cada día acudimos a nuestro puesto de trabajo para hacer funcionar el mundo somos quienes tenemos el poder de inclinar la balanza a nuestro favor y cambiar el futuro de miseria que nos espera si no hacemos nada. Jóvenes que sirven comidas, mantienen la producción en fábricas, reponen tiendas y almacenes, atienden a enfermos, o todavía estudian, preparándose para desarrollar una labor en el futuro, tenemos el deber y la necesidad de implicarnos en la lucha obrera incluidas las pensiones.

Así que, con el ejemplo de nuestras abuelas y abuelos, miles de personas mayores que no fallan en las convocatorias de sus plataformas reivindicando el sistema público de pensiones, la juventud debe organizarse y salir a la calle, tomar parte en esta lucha que no le es ajena sino todo lo contrario.

Jesús Galera