Acabado el XI Congreso del PCPE, la apuesta por el marco estratégico de la alianza obrera y popular como herramienta de construcción socialista se mantiene. Por tanto, en este 2021, la Juventud Comunista tiene como tarea avanzar en este campo. El XI congreso del PCPE nos reafirma el Frente Obrero y Popular por el Socialismo no como una organización paralela al Partido Comunista, sino como un marco de alianzas entre sectores obreros y capas populares del Estado español (autónomos, pequeños propietarios y campesinos), bajo la dirección política de la clase trabajadora y de los objetivos políticos de la clase trabajadora, que no son otros que acabar con la explotación a quien produce por el beneficio de quien posee.

El Frente Obrero y Popular por el Socialismo se puede resumir en una sola palabra: unidad. Unidad de acción por unos objetivos muy sencillos: el socialismo y el triunfo de la clase obrera sobre el capitalismo.

Introducido esto, ¿qué tareas tenemos por delante la Juventud Comunista y en qué ámbitos principales? Algunos pueden ser los siguientes:

Reforzar el movimiento popular juvenil. En 2021 nuestros barrios y pueblos van a continuar con la alarmante falta de servicios (transporte, bibliotecas, salas de estudio) y alternativas de ocio a precios asequibles (pistas deportivas, teatros, deporte popular, etc.). También sobre nuestras calles continúa la represión estatal a quienes luchan; continúan andando con tranquilidad quienes fomentan el odio entre la clase trabajadora por su origen y continúan nuestros problemas para llenar la nevera o pagar la casa en la que vivimos. Debemos organizar a la juventud sobre el derecho a vivir con dignidad en nuestros barrios sobre las cuestiones diarias que nos afectan.

En el movimiento estudiantil, la pandemia nos está mostrando de manera evidente las carencias de la educación capitalista, totalmente incapaz de abordar los problemas del estudiantado. Clases eternas por videoconferencia, turnos para las clases presenciales, sobrecarga extrema de trabajos y en general, nula capacidad para adaptar la enseñanza y sus medios a la situación actual. Mientras está teniendo lugar esta situación para la que el gobierno de la socialdemocracia ha sido incapaz de dar ninguna respuesta, una nueva ley educativa al servicio de la burguesía se aprueba.

La LOM-LOE (Ley Celaá) es la continuación de los planes educativos que llevan vendiendo nuestro futuro a los intereses de la empresa, continuando con el espíritu de las Leyes Wert, Bolonia y todo el historial de reformas educativas que se han venido sucediendo en las décadas previas. La derecha y las familias ricas se oponen a ella aludiendo que les niega el derecho a elegir el colegio al que mandar a sus hijos. Casualmente, la Juventud y el Partido comunista también nos oponemos a la Ley Celaá y a cualquier otra ley que permita la existencia de una educación elitista, mientras nuestro futuro se forja en aulas hacinadas y con apenas personal para enseñarnos. Pedimos la expropiación completa y nacionalización de todos los colegios, institutos, universidades y centros de formación en manos de empresas o de la Iglesia. Nuestro futuro no es un negocio y menos aún si a los hijos e hijas de las familias obreras nos condenan a una educación de pésima calidad en la pública para servir y ser explotada nuestra fuerza de trabajo el día de mañana en las empresas y fincas de quienes estudian en la privada.

Y por último, está el campo del movimiento obrero. La crisis capitalista que atravesamos deja claro que el capitalismo es incapaz de satisfacer ninguna de nuestras necesidades si no median sus beneficios empresariales de por medio. Mientras se fabrica una vacuna en tiempo récord y se plantea vacunar a miles de millones de personas lo antes posible, estamos viendo como empresas mandan a los trabajadores a la calle sin ningún ingreso que llevar a sus casas. En lo urgente la tarea es reforzar la defensa del puesto de trabajo, combatir el miedo y la pasividad que la patronal nos ha inculcado, bajo la falsa promesa de que a quien sea dócil y no proteste, no le espera el despido. Los ERE, ERTE y el paro son una amenaza para cualquier persona que dependa de dar su vida (lo único que tenemos la clase obrera) a un empresario.

Estos tres ejes expresados así de manera aislada, pueden parecer completamente independientes entre sí. Sin embargo, por ejemplo ¿cómo vamos a conseguir dotar a unos barrios de unas infraestructuras suficientes sin tomar el control de las máquinas que nos permiten construir teatros y polideportivos? ¿O cómo defendemos desde los institutos el puesto de en las fábricas donde trabajan nuestras madres y padres? La respuesta a estas preguntas pasa por unir las luchas. Vincular las luchas en los barrios, con las luchas en las fábricas, las luchas por la sanidad a las luchas por la educación, vincular entre sí todas las luchas obreras y populares que existan en nuestras ciudades. El problema que lo genera es común en todas: mandan las empresas y sus beneficios sobre todo lo que afecta a nuestras vidas.

 Es aquí donde a la militancia comunista en particular, pero en general a todo el pueblo organizado en mayor o menor medida (en sindicatos, asambleas feministas, de barrio, por la sanidad, etc) nos toca dar un paso de madurez y ser conscientes de la importancia que tienen todas las luchas que se dan. ¿O acaso en una futura sociedad socialista donde los medios de producción sean propiedad de la clase obrera, será posible desarrollar finalmente la igualdad entre hombres y mujeres, sin haber contado en este proceso con el movimiento de mujeres organizadas por sus derechos concretos? Y ¿no es también igual de estúpido pensar que la revolución no puede triunfar si no se involucra a la mitad de la clase obrera que la componen las mujeres? Valgan estas dos situaciones para ejemplificar cualquiera que nos podamos imaginar en el futuro proceso de construcción de una nueva sociedad.

En síntesis, unir las luchas y los espacios en lugar de dividirlos. Organizar a la juventud y vincularla a la lucha política en general, en todos los espacios. Confrontar en ellos las posiciones de la pequeña burguesía o las de quien solo persigue migajas minúsculas que no rompen con la dominación de los empresarios y terratenientes.

Conseguir enlazar todo en un frente único de lucha, como en palabras de Alvaro Cunhal, sin llegar a existir una división clara entre el pueblo y el partido. Esa es la idea central de la tesis del Frente Obrero y Popular por el Socialismo.

Unidad, unidad y más unidad es la tarea pendiente en este 2021.

Julio Hernández

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