Vanesa Duque es tapicera y al igual que arregla, restaura muebles y crea cosas bellas, sensibiliza, conciencia y organiza para crear entre todas un sociedad libre, sostenible, feminista e igualitaria que tenga a las personas en el centro y no el capital. Es sensible, alegre, generosa, militante y fuertemente comprometida con la vida, aunque en ocasiones no se lo ha puesto fácil. Sostiene que en el fondo la gente sabe lo que quiere y necesita “una vida digna de ser vivida”.

El confinamiento lo viví, cómo muchas de nosotras, con un sabor agridulce entre miedo y esperanza. Nadie sabía lo que estaba pasando y nadie sabía lo que iba a pasar, así que estuvimos  3 meses ilusionadas con que aquellos 15 días más fueran los últimos. Eran tiempos revueltos porque no había mascarillas, la gente no sabía cómo protegerse, alertaban de que en los hospitales tampoco tenían EPI, así que cuando la necesidad aparece, aparecen soluciones.  Empezaron las costureras haciendo mascarillas y yo me sume a ello, con mi hermana y otra compañera a hacer mascarillas para repartir en nuestros barrios a nuestras vecinas y vecinos. Al poco empezaron problemas mayores.

La gente no tenía que comer, mucha gente que se busca la vida día a día se encontraba confinada en su casa sin poder salir, pequeños talleres o tiendas sin poder trabajar, no fue fácil. Pero afortunadamente las personas ayudan a las personas. En mi barrio hablábamos del tiempo de nuestras abuelas, como se ha perdido la comunidad, como cada vez somos más individualistas. El confinamiento fue tiempo de alejarse, pero también de tener el tiempo suficiente para saludar a tu vecina y saber sus problemas. 

A mi trabajo afectó relativamente, porque no teníamos poco trabajo antes del confinamiento,  sin embargo durante el confinamiento la gente empezó a pedirnos presupuesto y cuándo pudimos volver a abrir el taller empezamos con algunos trabajos más.

Mis condiciones laborales han mejorado. Más gente está pidiendo tapizado o restaurar sus muebles y tengo la teoría de que es porque pasaron mucho tiempo sentados y sentadas en su sillones y sillas y observando sus imperfecciones, y se han decidido a arreglarlo. Otra teoría que me gustaría que fuera cierta es que la gente se esté concienciando de que hay que cuidar el medio ambiente, y que por eso en vez de volver a comprar un sillón han decidido restaurar sus sillones o sillas como medida ecológica,  porque la realidad es que  si no restauramos y reciclamos lo que ya tenemos y seguimos consumiendo los recursos del planeta no tendremos futuro.

Con la situación de la Covid y las medidas que se están aplicando me veo afectada sobre todo a nivel emocional. Soy una persona muy sociable y cariñosa por tanto me está costando mucho estar separada de gente que quiero o no mostrar el cariño de la manera que quisiera. Otra cosa importante de cómo me está afectando y nos está afectando en general a las personas activistas, es a la hora de poder organizarnos en lucha contra las diferentes injusticias.

A mi cargo tengo a mi hija de 7 años, y bueno, luego en mi familia, mi padre, mi madre, mi hermana y yo, pues estamos un poco todas a cargo de las demás porque trabajamos todas juntas y es un negocio familiar y ahí nos ayudamos unas a otras y dependemos económicamente unas de otras también. Pero mi responsabilidad directa es mi hija de 7 años, somos una familia monoparental.

El año lo he vivido con mucha incertidumbre también con mucho dolor al ver el comportamiento racista y fascista de alguna gente. Viendo como mucha gente cae en el mensaje de odio y no se da cuenta de que todo esto que está pasando no es más que una consecuencia del daño que le estamos haciendo al medio ambiente, a nuestro planeta y el entorno en el que vivimos.

Pero por otro lado también muy contenta de la respuesta de la otra parte de la sociedad, esa parte de personas que  ayudan a otras personas, y esa es la esperanza.

O cambiamos el sistema actual por un sistema colaborativo, ecológico y feminista, o las nuevas generaciones ni tendrán mundo donde vivir felices, que al final, es lo que todas las personas queremos.

Me gustaría que el cambio en su base estuviera reforzado por los valores de respeto, amor y empatía, de comunidad y autogestión, porque con esos valores nadie haría daño a nadie, ni al medio ambiente, ni a la vida que nos sostiene. Me gustaría que la gente recuperara el concepto vital de supervivencia, apostando por la agricultura, por las energías renovables y por frenar de una vez el atentado ecológico constante que le hacemos a nuestro entorno.

Me gustaría que esto que estamos viviendo sirviera para que nos diéramos cuenta de que nuestro modo de vida es incompatible con la vida, que nos diéramos cuenta por fin, de que el capitalismo es incompatible con la vida.

Secretaría Feminista