El próximo 3 de noviembre del presente año se celebran las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. En las mismas compiten los dos partidos que tradicionalmente se han alternado en el ejercicio del poder en dicho país: el Demócrata y el Republicano . Representativos ambos de facciones diferentes de la misma clase social dominante, los grandes monopolios y multinacionales norteamericanos.
El partido Republicano a diferencia del demócrata tiene una característica que tras él se hallan los sectores vinculados a la fabricación de armamento y por tanto el sector más reaccionario y agresivo de dicha clase social.
Debido al papel dominante del imperialismo Norteamericano a escala mundial y por extensión, estos mismos monopolios y multinacionales ejercen el papel dominante en la economía mundial.
Independientemente de quien este al frente del gobierno sean Demócratas o Republicanos, la política de injerencia y agresión del imperialismo no ha cesado. Baste con mencionar unos pocos ejemplos de la historia más reciente entre una lista que su mención se haría muy prolongada. Fue bajo la presidencia del demócrata Harry Truman cuando se produjo la agresión y la guerra de Corea en 1950-1953. Bajo la presidencia del Republicano Eisenhower se planifico la invasión de Cuba tras el triunfo de la Revolución. Pero sería bajo el gobierno “demócrata” de J.F. Kennedy cuando se llevaría a efecto esta mediante el desembarco contrarevolucionario de Bahía de Cochinos en abril de 1961. Esta misma administración puso al mundo al borde de la guerra en la llamada crisis de los misiles de octubre de 1962. Sería también bajo la presidencia de Kennedy cuando se inició la intervención de EEUU en Vietnam dándole a la misma continuidad un posterior gobierno republicano presidido por Richard Nixon, con una intervención a gran escala, extendiendo la criminal agresión del imperialismo a los países limítrofes de Laos y Camboya.
Fue con la presidencia del republicano George W. Bush cuando se llevo a cabo la invasión de Afganistan e Irak. Se podrían enumerar multitud de ejemplos más.
Esto muestra que al margen de las diferencias existentes entre Demócratas y Republicanos, en última instancia priman los intereses de la clase social a la que representan y que son comunes.
Mas allá de lo dicho anteriormente estas elecciones presidenciales de Estados Unidos tienen una gran importancia sobre todo por las repercusiones trascendentes a nivel internacional.
A lo largo de la historia todos los imperios han tenido fecha de caducidad y al imperialismo norteamericano le ha llegado su hora. Es un imperio decadente y en franco retroceso ante una nueva potencia emergente que le pisa los talones : la Republica Popular China. Incluso en el terreno económico que es el determinante, la R.P.China avanza a pasos de gigante y le está ganando la batalla.
Es en este contexto de pérdida progresiva de la hegemonía mundial cuando se produce el acceso al poder del actual Presidente de los Estados Unidos: Donald Trump quien en un intento desesperado por conservar la hegemonía mundial de los Estados Unidos ha llevado la política agresiva de este país a sus máxima expresión.
La victoria de Donald Trump en 2016 significó el ascenso a escala internacional de gobiernos de carácter no solo de extrema derecha, sino también con connotaciones fascistas como en Brasil, Hungría, Polonia, Filipinas y otros países, a la par que el imperialismo norteamericano incrementó su política de agresión a otros países: Venezuela, Irán, Siria, agudización del bloqueo contra Cuba y otros hechos que no vamos a detallar para no prolongar el presente artículo.
Una reelección de Trump podría significar un incremento de esta política agresiva llevada a cabo por su administración poniendo en peligro la paz mundial ya seriamente amenazada en la actualidad teniendo en cuenta que una confrontación militar a gran escala podría significar una guerra de carácter termonuclear que pusiese en tela de juicio la existencia misma de la Humanidad.
Hay que tener en cuenta que la política actual del gobierno Trump es la consecuencia de la resistencia del imperialismo a perder su papel de primera potencia mundial ante el avance impetuoso de la República Popular China. Es la reacción propia de la fiera herida cuyos zarpazos finales pueden ser los más peligrosos. Esto no significa que una victoria de los Demócratas pueda representar una disminución del carácter agresivo del imperialismo Norteamericano. En todo caso pueden cambiar las formas pero no la esencia porque como se menciona anteriormente, ambos partidos sea el Demócrata o Republicano representan los mismos intereses de clase.
Juan Manuel Hernández Legazue