Después de más de ochenta años del final de la Guerra Civil y cuarenta y cinco desde la muerte del sanguinario dictador Francisco Franco, la verdadera asignatura  pendiente de este periodo llamado democrático sigue siendo la elaboración de una Ley de Memoria Histórica digna de ese nombre. Es decir, una Memoria Histórica entendida como continuidad de un pueblo a través de las diferentes etapas históricas del desarrollo de la lucha de clases. Porque en realidad existen dos clases de memoria histórica: la Memoria Histórica de los pueblos y su clase obrera y la memoria histórica de las clases dominantes. Hasta ahora han sido estas últimas las que, defendiendo sus intereses y en estrecha colaboración con los partidos que gestaron la Transición, han impuesto el silencio y el olvido a las exigencias populares de verdad, justicia y reparación del periodo surgido del golpe de Estado fascista de 1936 y de la derrota de la Segunda República.

Vergonzosa excepción

En el contexto europeo, España, respecto a cómo ha afrontado y afronta actualmente  su pasado fascista, representa una vergonzosa e indigna excepción. En Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial, se eliminaron todos los vestigios del nazismo de Hitler y de sus obras. Los alemanes rompieron con esa parte de su pasado, y en ese país está castigada por ley la apología del genocidio o su negación. Por otra parte, los restos de Adolf Hitler se arrojaron a un río  y la legislación germana impide que sea homenajeado. En cuanto a la enseñanza en Alemania, el  currículo escolar habla de que “se debe enseñar convenientemente a los alumnos en los colegios lo terrible de esa época”. Por su parte Francia, aunque no reconoce todavía que debe una parte de su libertad al combate antifascista de más 200.000 republicanos españoles, sí condenó institucionalmente la colaboración del “régimen de Vichy” con la Alemania nazi (1940-1944), y hoy las escuelas, los museos y las calles de París y de todo el territorio galo, honran la lucha de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi de Francia. Respecto a Italia, otro país asolado por el fascismo de 1922 a 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial se promulgó una ley de las víctimas con exhumación de las fosas comunes; y el 28 de abril de 1945 Benito Mussolini fue apresado y ejecutado por el pueblo italiano en armas.

Memoria Republicana y Antifascista

Sin embargo, en España el fascismo en 1936, entendido como instrumento en defensa de los intereses del capital, de los terratenientes, de la Iglesia Católica y de una parte del ejército, sobrevivió a la Guerra Civil y durante cuatro décadas implantó una férrea dictadura con su secuela de crímenes, fusilamientos, torturas y enterramientos de miles de personas en las cunetas y fosas comunes. Además, el desalmado y funesto caudillo murió en su lecho impunemente. Ahora el Gobierno socialdemócrata (PSOE-UP), presionado por la lucha de las víctimas del franquismo y las asociaciones de memoria, aprobó el pasado 15 de septiembre el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática que pretende ser un avance respecto a la Ley de Memoria Histórica de 2007 del Gobierno Rodríguez Zapatero. Sin embargo, y sin prejuzgar cuándo el anteproyecto se convertirá en ley, el documento, si bien recoge algunos aspectos que no prevé la ley de Zapatero como que el Estado se responsabilizará de las exhumaciones o que serán declaradas nulas las sentencias de los tribunales franquistas, no contempla ni la condena institucional  del franquismo como régimen criminal ni la posibilidad de juzgar a franquistas imputados por posibles delitos de lesa humanidad. Por ello, entre otras razones, y para no olvidar la sublevación fascista y la dictadura de Franco ni perdonar sus crímenes, nosotros defendemos una Memoria Histórica Republicana y Antifascista. Una Memoria Histórica de la Clase Obrera y de sus Luchas.

José L. Quirante

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