El eurocomunismo en nuestro país, y en otros países donde penetró las filas de los Partidos Comunistas, tuvo como una de sus características principales el abandono de toda posibilidad de desarrollo revolucionario. Esa deriva política, que se inicia desde el abandono de la ideología de la clase obrera, llevó a quienes la asumieron, a una incapacidad total para comprender que el desarrollo del capitalismo conduce a la creación de las condiciones objetivas y subjetivas para el desenlace revolucionario, y ello de una forma inexorable. Quienes defendieron, y defienden hoy, esas posiciones reformistas creían que el capitalismo, con el impulso de la revolución científico-técnica y el “estado del bienestar”, había sido capaz de superar sus contradicciones internas, y que este sistema se adentraba en una etapa de estabilidad que evitaría el conflicto social, anulando la capacidad transformadora de la clase obrera y su avance hacia la sociedad socialista.
Cooptados por la ideología dominante, y abandonando el método científico como “algo anticuado que no era útil”, el eurocomunismo vino a hacer un reconocimiento “del triunfo del capitalismo”, y de ahí, sus dificultades para asumir el desarrollo de la crisis revolucionaria y la toma del poder por la clase obrera. Esos oportunistas, desarmados ideológicamente, veían a la clase obrera como una clase asimilada, sin capacidad de enfrentarse al eufórico sistema capitalista de la posguerra con posibilidad de victoria.
El abandono de la dialéctica, y de las categorías científicas en el análisis de la lucha de clases, dejaron ciegos a quienes se guiaron por los postulados de Santiago Carrillo en “Eurocomunismo y Estado”.
Pero la realidad es tozuda, y las leyes del desarrollo histórico hacen que estructuras que hoy parecen inamovibles mañana se muestran con todas sus debilidades, y desaparecen barridas por los vientos del cambio social, de una forma inevitable.
En su artificiosa construcción teórica, el eurocomunismo tuvo una de sus dificultades mayores a la hora de tratar de explicar cómo se produciría la transición hacia la sociedad socialista, una vez que se había establecido que no habría toma del poder por la vía revolucionaria, sino “a través de una maduración de la democracia”. En esta cuestión sus promotores eludían el debate y recurrían a cualquier tipo de simplezas. Situadas así las cosas, el eurocomunismo se aprestó a la tarea de tratar de reformar el sistema capitalista, para darle “un carácter más social”.
El XI Congreso del PCPE, los próximos días 2, 3 y 4 (y su clausura el día 11), abordará los debates finales de las Tesis políticas, donde quedarán formuladas importantes elaboraciones, en las que el Partido lleva trabajando desde su fundación en enero de 1984, que se han visto mejor desarrolladas con su práctica política en la lucha de masas en todos estos años.
Una formulación central de estas Tesis, que tendrá una gran trascendencia futura, se puede condensar así:
“El alto desarrollo de las fuerzas productivas ha creado ya, dentro del mismo capitalismo, la base material necesaria para el inicio de la construcción de la sociedad socialista”
Esta es una formulación que será central para el desarrollo futuro del PCPE, y para la definición de sus líneas de intervención política. También para la definición de su programa revolucionario concreto.
Lejos de interpretar las actuales condiciones de la lucha de clases como un escenario de fuerte hegemonía de la burguesía, lo que se formula aquí viene a plantear la cuestión de que ya el desarrollo de las fuerzas productivas ha entrado en absoluta e irreconciliable contradicción con las relaciones de producción, estos es, con la propiedad privada y con la explotación de la clase obrera. Es decir, la burguesía enfrenta graves problemas sistémicos para mantener su dominación. El desarrollo imparable de las fuerzas productivas está exigiendo de forma imperiosa una nueva superestructura, que responda al grado de sus extraordinarias capacidades presentes.
El capitalismo se enfrenta a esta contradicción tratando de impedir el desarrollo mayor de estas fuerzas productivas, porque su desarrollo conduce a una mayor inestabilidad del sistema de dominación. Su desarrollo conduce hacia un cuestionamiento cada día mayor de su violenta injusticia estructural.
Hoy los grandes monopolios, para mantener el proceso de reproducción ampliada del capital, elemento imprescindible para su propia vida, necesitan explotar a la totalidad de la clase obrera mundial. Lo que ciertos economistas llaman actualmente: “las cadenas de valor” (principio que se ha convertido en un comodín para sus análisis), no es otra cosa que el reconocimiento de que la producción de cualquier mercancía precisa hoy del concurso internacional de toda la clase obrera mundial, en una cada vez más planificada y coordinada utilización de recursos materiales y humanos en todo el planeta, donde el capitalista va quedando al desnudo en su verdadera naturaleza, como un parásito explícito, que nada tiene que ver con la aportación de valor, y como un obstáculo a la posibilidad de que la producción humana se oriente hacia la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas, imponiendo la dictadura de una cada vez más reducida minoría, que no aporta nada y que se lo queda todo.
Este es el escenario mundial de la lucha de clases que enfrentamos. Un momento histórico marcado por las injusticias y las violencias del sistema, cada día mayores, con las que la burguesía trata de perpetuarse en el tiempo de descuento de una dictadura de clase históricamente agotada. Esfuerzo inútil en sus pretensiones, que está llevando a la destrucción de las condiciones necesarias para la vida humana, a la cosificación extrema de las mujeres, al racismo, a la carrera armamentista y a las guerras, etc.
Este sistema sociohistórico de dominación, que en el presente arrasa con todo, solo puede ser sustituido por el dominio de quiénes todo lo producen hoy, y a quiénes todo se les roba. Una clase obrera mundial, cada día más integrada y coordinada en su actividad productiva, que tiene que desarrollar este hecho objetivo a una superior expresión política y organizativa, para dar el combate ideológico de la forma más radical, y hacer del objetivo de la construcción de la sociedad socialista, y del comunismo, el gran paradigma que oriente las aspiraciones de miles de millones de personas, que en el sistema capitalista solo tendrán explotación, alienación, guerra y pobreza. El Partido Comunista es la organización que ha de intervenir, en el ejercicio de su papel rector de vanguardia, para que la conciencia de clase, y la ideología revolucionaria independiente de este amplio bloque social explotado y oprimido, posibilite el inicio del camino hacia la construcción de la sociedad socialista.
¿Puede el capitalismo resistir este impresionante empuje histórico? Empuje que es producto del mismo desarrollo de las leyes internas que rigen el mismo sistema, es decir, por hechos objetivos que son producto de su desarrollo histórico. ¿Cuánto tiempo puede resistir el capitalismo este empuje?
Aquí la respuesta no está del lado de la actual clase dominante, en esto ya poco tienen que decir los actuales dueños del mundo. La respuesta está del lado de las fuerzas de vanguardia del proletariado.
El Partido Comunista, construcción sólida y coherente, y herramienta al servicio de la clase obrera, tiene la responsabilidad histórica de aportar la respuesta, mediante la intervención decidida en la lucha de masas. La respuesta está en la intervención política práctica del PCPE, desde nuestros postulados ideológicos.
Un Partido decidido a la conquista del poder político, a la instauración de la dictadura revolucionaria del proletariado, y a conseguir la victoria de las masas obreras y populares, para que se conviertan en la nueva clase rectora de la sociedad.
Las fuerzas productivas, altamente desarrolladas, al ser liberadas de la propiedad privada que las somete hoy, darán paso a una organización común de los productores, que será la base de un sistema social de personas libres e iguales. La sociedad socialista y el comunismo.
Lejos de postulados esquemáticos y pintorescos, la creatividad de las masas obreras y populares, y su impulso emancipatorio, iniciará la construcción de un mundo nuevo, de igualdad y justicia social en equilibrio con la naturaleza, sin sojuzgamientos de género, sin racismos y sin opresiones ni explotaciones de ningún tipo.
Y todo ese profundo cambio histórico se dará porque, ya hoy, el inmenso desarrollo de las fuerzas productivas no cabe dentro de las relaciones capitalistas de producción.
Después de más de un año de trabajo, el XI Congreso del PCPE, en sus sesiones finales, concluirá la elaboración de esta trascendental formulación política en las Tesis que se aprueben. A continuación el Partido dará inicio a un extraordinario período, en el que tiene que hacer llegar al conjunto de la clase obrera, y del movimiento popular estas propuestas aprobadas, para que se conviertan en sus manos en las herramientas del combate diario en el camino de la libertad.
La burguesía se resistirá de forma feroz, y sin límites éticos, a esta etapa de cambio histórico. Solo un Partido Comunista de sólidos principios revolucionarios, fuertemente centralizado, y también fuertemente ligado a las luchas de masas, podrá llevar a la clase obrera a la victoria. Esa es la gran tarea del PCPE, y el XI Congreso tiene que preparar al Partido en las mejores condiciones para enfrentar esa ambiciosa tarea histórica. Nuestros principios, el marxismo-leninismo, la confianza en la clase obrera y en el pueblo, permitirán al PCPE alcanzar sus objetivos finales.
Carmelo Suárez. Secretario General del PCPE