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Cuenta el escritor Mark Twain de cómo aprendió montar en bicicleta dándose castañas una y otra vez con su aparato de dos ruedas. En 1880 publicó un ensayo Domando la Bicicleta en el cual recomienda: “Obtén una bicicleta, no te arrepentirás mientras sobrevivas.” En aquél entonces andar en bicicleta fue un signo de modernidad y desde luego sólo accesible para la burguesía. En España coincide el inicio del ciclismo con la aparición del deporte como actividad para la clase ociosa: la aristocracia, pues en una sociedad rural ejercer actividad deportiva carece de sentido.

Moverse a pie era hasta el principio de siglo XX para la gran mayoría de la población la única forma de desplazarse: el caballo estaba reservado para las clases altas, el tren desde la mitad del siglo XIX era un medio demasiado caro para las clases humildes incluso para la pequeña burguesía. El coche no es accesible para las masas populares hasta la segunda mitad del siglo XX.

El primer aparato que se parece a nuestras bicicletas modernas lo patentó el barón Karl von Drais en 1817 que él llamó maquina andante, en su honor también le dieron el nombre “draisiana”. La precursora de la bicicleta fue un vehículo de dos ruedas alineadas, la delantera con un manillar pero sin pedales y tampoco tenía frenos. Para avanzar necesitaba el impulso de los pies alternativamente sobre el suelo (conocido hasta hoy en día como prebici y usado por niños pequeños). La draisiana fue el primer vehículo de tracción humana basado en la idea de que una persona, al caminar, desperdicia mucha fuerza por tener que desplazar su peso en forma alternada de un pie al otro. Hasta final del siglo XIX se inventaron las mejoras que hoy apreciamos al conducir una bicicleta: los pedales, las ruedas de metal (antes de madera) y hasta Dunlop y Pirelli inventaron el neumático hinchable, el velocípedo rodaba sobre aros de hierro luego mejorados con goma maciza. A pesar de las deficiencias técnicas, el primer velocípedo avanzaba más rápido que los coches de caballos y desde luego mucho más de lo que es ir a pie. Con la producción en serie bajó el precio y se convierte la bicicleta en el medio de transporte incluso accesible para la clase obrera. Las bicicletas corrientes de hoy en día, pueden viajar cuatro veces más rápido que caminando a buen ritmo.

Pronto surgieron también las competiciones, por ejemplo en 1903 el Tour de France, más tarde el Giro d’Italia o la Vuelta a España y rápidamente copadas por el negocio del deporte moderno. Pero para la mayoría de los usuarios era y es una actividad de ocio y un medio de transporte, a menudo dentro del espacio urbano. Es el entorno dónde la bicicleta es – en los recorridos de corta y media distancia - el vehículo más rápido y más eficiente. Para los científicos de la movilidad es el medio del futuro, pero en una economía capitalista no cuentan las virtudes de andar en bicicleta: no contamina ni hace ruido, necesita poco espacio y encima es sano (ir cada día solamente media hora sobre las dos ruedas reduce considerablemente la probabilidad de contraer enfermedades cardiovasculares).

Pero el lobby de la industria automovilística es muy poderoso (en Alemania se dice que el Ministerio de Transporte es un departamento de la Volkswagen). Los planes urbanísticos en muchas ciudades siguen dando preferencia a la movilidad motorizada resultado de la ideología dominante en la sociedad capitalista, subyugada a los intereses de la industria del automóvil. Son las ideas de los años 60: En Valencia se decidió desviar el río Turia para evitar las periódicas inundaciones nefastas para la ciudad y sus habitantes. El Plan General de Ordenación Urbana de Valencia de 1966 recogió el trazado del desvío del río Turia, y además propuso (en sintonía con el Ministerio) una gran autopista vertebral dónde estaba antes el lecho del río. Igualmente, el cauce sería aprovechado para la instalación de una nueva estación ferroviaria y la creación de varios complejos industriales. Pero esta propuesta de usos sobre el antiguo lecho del río encontró el rechazo frontal de la ciudadanía que reclamaba la creación de un parque. No todos estuvieron de acuerdo pero finalmente se hizo el parque que hoy es un paraíso para ciclistas y peatones paseando en un enorme jardín en medio de la gran ciudad.

La lucha política es como andar en bicicleta, para no caer hay que moverse e ir adelante. Entonces la bicicleta proporciona otra visión del mundo, es más rápida que ir andando pero más lenta que coche o tren, es por eso que el ciclista tiene tiempo de reflexionar pedaleando. El gran poeta Pablo Neruda dedica una Oda a la bicicleta … de obreros y muchachas sentadas en las alas de sus vertiginosas bicicletas … Saber andar en bicicleta, pensar pedaleando y de la misma manera pedalear pensando nos lo cuenta el escritor Miguel Delibes en su librito Mi querida Bicicleta, es divertido y experiencia menos dolorosa que la del escritor estadounidense cien años antes.

Drahreg

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