Literatura de la libertad y la justicia

Saber nuestra historia, saber de dónde venimos, para saber en dónde nos encontramos y hacia dónde vamos.

Las horas extras hoy, no sólo son un despropósito, una irracionalidad por partida doble, pues se hacen sobre una jornada conseguida en el siglo XIX. Además, las horas extras son el pretexto para no incrementar el salario del convenio, ahorrarse puestos de trabajo y seguros sociales.

Como mínimo, en las empresas de montaje (que es para el sector en que está centrado este escrito, si bien puede ser extensivo a casi todos), en cada hora extraordinaria de cada trabajador, a la empresa le queda un beneficio no inferior al doble de lo que paga. Es decir, si la empresa abona al trabajador 15-€ de media, la empresa la cobra a 45 o 50-€. Un beneficio que debería ir al bolsillo del trabajador si, como tendría que ser, fuera plantilla de la empresa propietaria.

Pero además todos sabemos que las largas jornadas son un foco de accidentes, si bien a las empresas les importa una mierda porque lo que quieren es ganar más y más dinero como sea, logrando a su vez otro de sus objetivos que es evitar que los trabajadores tengamos tiempo de esparcimiento y de razonar que la vida es para disfrutarla. Cosa que ya es posible de sobra. Para los explotadores (que viven muy bien exprimiéndonos como a limones) que tengamos tiempo para pensar es muy peligroso.

Se puede asegurar que, hacer horas extras en el siglo XXI, después de trabajar una jornada de 8 horas, reivindicada en el siglo XIX, es aberrante, injusto e hiriente. Es una realidad lamentable que sufre la clase obrera y que hay que extinguir.

Ciertamente la encrucijada en la que el sistema ha sabido meternos, encareciendo disparatadamente la vivienda, obligando a las personas a hipotecarse o a pagar el 50% o más, del salario en alquiler y también conducidas a implicarse en otros muchos consumos, (no siempre necesarios), nos “obliga” a trabajar las mismas jornadas que hacían nuestros tatarabuelos. Lo que no es más que una abyecta broma que se ha de acabar.

Sepamos quien éramos ayer mismo para saber quién somos hoy.

Éramos (nuestros padres y abuelos) grandes cuadrillas de jornaleros en el campo para cosechar diversos productos; una faena que hoy la ejecutan grandes y sofisticadas máquinas cosechadoras; éramos amplias plantillas de trabajadores en fábricas y en obras de construcción.

Tan sólo hace 60 o 65 años, en una máquina que fabricaba un producto, podían operar cuatro o cinco trabajador@s; en cambio hoy, una sola persona suele estar al tanto de la producción que hacen varias máquinas a la vez, produciendo mucho más.

Constatamos como la construcción de un edificio de viviendas o, una obra pública de cierta envergadura, que antes precisaba de una plantilla de más de cien o cientos de trabajadores de diversos oficios y varios años para acabarla; ahora con sólo una veintena de profesionales, de oficios varios, lo consiguen en un “abrir y cerrar de ojos”.

En el recorrido de varios siglos hemos hecho descubrimientos y avances “fantásticos” é inimaginables para nuestros ancestros. Luego la lógica es, que deberíamos vivir muchísimo mejor en todos los aspectos. Por tanto, la lucha diaria por mejorar nuestras condiciones de vida y trabajo, debe estar presente constantemente. El éxito de esta lucha la encontraremos siempre en nuestra capacidad de unirnos y organizarnos.

Es muy importante que, mientras luchamos por lo inmediato, tomemos conciencia de que vivimos bajo un sistema social y político mentiroso, infame y brutal. Un sistema establecido por minorías mafiosas nacionales e internacionales. Son los que pretenden quitarnos todos los servicios sociales públicos, sometiéndonos a un presente de explotación sin límites y, mañana, situar a nuestros hijos en un contexto peor, frente a un porvenir sobrecogedor que le están preparando, en el que, si no lo remediamos, se encontrarán abatidos y sumidos en una vida de insuficiencias, miserias y peligros.

La bestial competitividad capitalista, lleva a la humanidad al caos y a sufrir aterradores problemas de trabajo, salud y medioambiente.

Por todo ello insistimos en que, en el seno de la clase obrera y capas populares, (además de luchar día a día para mejorar sus condiciones de vida y trabajo) debe crecer una profunda conciencia de clase, sabiendo que no hay futuro, sin acabar con este sistema absurdo y criminal.

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Sindicato Co.Bas de Tarragona

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