El sistema capitalista, preñado de violencia desde su origen, ha sido destapado en su naturaleza profundamente inhumana y en su carácter depredador del ser humano y del planeta. Con la crisis de la covid-19 se está evidenciando en toda su crudeza, sin posibilidad de adorno o camuflaje, que oculte su verdadero carácter de enemigo de la humanidad. Miles de muertes corroboran esa naturaleza criminal. Guerra, muerte, descarte humano de las personas más débiles, abandono de quienes son más vulnerables, hambre, miseria, dolor, represión, egoísmo, insolidaridad, explotación…y consumo de la carne del pueblo trabajador en la trituradora del sistema productivo para garantizar los beneficios patronales, ese es el rostro del capitalismo.

Pero emerge otra realidad, imposible de ocultar a los ojos del mundo. Ni con las Face News ni con los medios de propaganda trabajando a pleno rendimiento para descalificar, injuriar y denostar. Una realidad de justicia social, de humanidad. Un país socialista y que en estos momentos de pandemia ha regado y riega el mundo de solidaridad e internacionalismo proletario.

Sí, no hace falta nombrarlo, pero conviene hacerlo. Hablamos de Cuba. Un Estado al servicio de la mayoría social, los trabajadores y trabajadoras, que reparte vida a través de los hombres y mujeres de sus brigadas sanitarias.

País que como ellos mismos dicen, no da lo que le sobra sino que comparte lo que tiene. Y lo comparte con los pueblos que lo necesitan, como ha venido haciendo desde el triunfo de la Revolución Socialista.

Pero ¿cómo surgieron estas brigadas sanitarias? Esa fue una idea del Comandante Fidel, que planteó crear el “ejército de las batas blancas” para distribuir salud en el mundo y llevar a sus médicos y enfermeras a los más oscuros rincones del planeta y a aquellos lugares donde el capitalismo llevaba militares. «Médicos y no bombas, médicos y no armas inteligentes…». Es lo que aporta Cuba, desde que un 4 de septiembre de 2005, naciera el contingente Henry Reeve. Desde aquel inicio para trabajar en las regiones afectadas por el huracán Katrina, pasando por la lucha contra el ébola, hasta hoy…Un verdadero torrente de solidaridad y trabajo a favor de la humanidad.

Durante estos meses hemos visto como ese contingente partía a llevar esa ayuda sanitaria allí donde fue requerida. Más de un millar de hombres y mujeres de batas blancas partieron a diversas naciones de Europa, América Latina y el Caribe, África y Oriente Medio. El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, afirmó a la partida de los primeros contingentes que «sin descuidar la responsabilidad de proteger a nuestro pueblo y pese a limitaciones que impone el bloqueo, Cuba ofrece modesta cooperación a otros pueblos», y añadió que «ante la covid-19, la prioridad de todos tiene que ser salvar vidas». El Canciller señalaba que «esta es una crisis de múltiples y demoledores efectos no solo en el ámbito de la salud, sino también en la economía, el comercio internacional y nuestras sociedades en general». Y agregó: «Patria es Humanidad. Bajo esa máxima martiana, nuestros profesionales de la salud defienden la atención médica, el bienestar de los pueblos y la vida desde disímiles rincones del mundo».

Mientras el bloqueo contra Cuba y contra otros países por parte de EE.UU y la U.E. mata pueblos, Cuba salva vidas. Pese a los intentos de desacreditar la colaboración médica cubana, la crisis sanitaria por el coronavirus ha echado por tierra todas esas calumnias. En los países que ya vieron retornar a las brigadas sanitarias a la Patria, queda el agradecimiento infinito por su presencia y su ayuda. Ninguna campaña de mentiras, proclamadas por los altavoces del imperialismo, podrá borrar la huella de esa experiencia en los pueblos que tuvieron el honor de contar con tan inestimable aporte profesional y humano.

El ministro de salud de Andorra al despedirse estos días del contingente que llegó a su territorio el pasado 29 de marzo declaró «Ha sido un lujo tener a la brigada médica cubana en Andorra. Cuando arribaron a fines de marzo, la nación pirenaica ya estaba muy golpeada por la COVID-19. Sin embargo gracias a una conjunción de factores se consiguió de manera rápida controlar el virus y lograr una de las tasas de letalidad más bajas del entorno de este pequeño Estado. Así que muchas gracias a la brigada cubana, que ahora ya es la brigada hermana de Andorra».

No sólo las autoridades mostraron gratitud y destacaron lo positivo de la experiencia. También el personal sanitario local, la población e incluso el director del hotel donde se alojó la brigada médica cubana en Andorra. Este último escribía una extensa carta con su visión de la experiencia vivida, de la que destacamos algunos fragmentos que muestran la calidad humana de las personas que integran esos contingentes y el amplio agradecimiento que despierta su labor «Como director del hotel debo decir que el trato personal con ustedes ha sido siempre un placer. En las sociedades europeas hemos llegado a un punto en que no estamos acostumbrados a las personas de trato fácil, cercano, agradable, jovial. A personas limpias, ordenadas, sencillas, generosas. Y todas estas cualidades las hemos encontrado en todos y cada uno de los miembros de la brigada Henry Reeve. En nuestros cubanos” (...) «Nos duele su partida, como no puede ser de otra manera con gente como ustedes a la que nos une ya cariño y amistad, pero nos alegra saber que han cumplido con éxito su misión, y que vuelven a su país con un poco de Andorra y de nosotros en sus corazones. Esta será siempre su casa, gracias por todo, amigos».

Y no sólo en aquellos países que han recibido la ayuda de las brigadas sanitarias cubanas queda esa huella imborrable. En la memoria colectiva y en la historia que hemos de escribir como clase, tendremos el ejemplo de internacionalismo proletario de quienes a la hora de la verdad, cuando la humanidad necesitó ayuda en un momento en que el capitalismo no tenía nada que ofrecernos, excepto dolor, darwinismo y muerte, empezaron a llegar hombres y mujeres que sin pedir nada a cambio pusieron en práctica la solidaridad internacionalista.

¡Viva el internacionalismo Proletario!

Redacción UyL

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