Para sostener y ampliar sus modos de explotación después de la crisis del 2008 el sistema capitalista ha necesitado de una alianza con el (neo)fascismo y con los fundamentalismos religiosos. La ofensiva del capitalismo comparte con la extrema derecha la tarea de reordenar la re-producción social en términos capitalistas. El feminismo de clase interviene justo en esta línea de unión entre neoliberalismo y fascismo.

Desde que existe el feminismo - aun cuando no se llamaba así - y la lucha de mujeres (y hombres) por sus derechos, existían también hombres, grupos y políticas antifeministas. Hoy, como fenómeno social y movimiento político se inscribe en el auge de la extrema derecha y del neofascismo en Europa y en el mundo. Pero no es sólo una reacción frente al movimiento feminista actual, en la historia de la sociedad burguesa y del capitalismo ha sido siempre un mecanismo de opresión de la mujer y sustento del patriarcado. Parece que algunos hombres (y también mujeres) y sus organizaciones quieran retroceder en el tiempo combatiendo “la ideología de género” (Pablo Casado asumiendo la terminología del vaticano y atendiendo el sector más ultra del catolicismo español). El concepto de “género” distingue entre el sexo biológico de las personas y la cultura y las circunstancias que nos hacen hombre y mujer: el género. Es un concepto fundamental de la teoría feminista y por tanto un blanco central de los ataques machistas.

Un hombre mata a diez personas en Toronto/Canadá el 23 de abril de 2018 atropellándolas con una furgoneta, que ocho de ellas fueran mujeres no es casualidad. Su intención fue castigar al mayor número de mujeres por negarle su derecho de tener sexo cuando él quiera. Entonces se difundió en la prensa información sobre los “InCel” (involuntary celibate = involuntariamente sin relaciones sexuales), un grupo al que pertenece el asesino de Toronto. Es una de las plataformas misóginas de Internet; son foros que pertenecen a una red informal en Internet que promociona el masculinismo, el sexismo, el antifeminismo, el antigénero y el racismo: llamado la manosfera que está relacionada con “Alt Right”, la extrema derecha en Estados Unidos. La prensa burguesa denunció la ideología sexista y racista de estos grupúsculos sin preguntar por el origen o las circunstancias en las que estos hombres desarrollan las conductas violentas.

Con la intención de analizar el antifeminismo a finales del siglo XIX una feminista (Hedwig Dohm) caracterizaba a los hombres que negaban los derechos de la mujer en cuatro categorías:

  • Los viejos tradicionalistas que quieren que no cambie nada y menos las costumbres que conceden tantos privilegios a los hombres.

  • Una perspectiva marcadamente androcéntrica cultivan los masculinistas: el hombre varón constituye el sujeto de referencia. La relación hombre y mujer es una de poder y el varón está en la posición superior.

  • La categoría de los egoístas prácticos hace referencia a la vida cotidiana: los hombres que defienden la división sexual del trabajo porque les proporciona bastantes ventajas y comodidades.

  • Los caballeros de la “Mater dolorosa” tienen un concepto idealizado de la mujer como madre o la visión polarizado como “santa y objeto sexual”, que le niega personalidad propia.

Todos estos atributos se encuentran hasta hoy en día en los foros de antifeministas en la red y en los discursos de los partidos de ideología (neo)fascista. El antifeminismo en la prédica de Vox no es secundario, es uno de sus postulados centrales (además anticatalanismo y antiinmigración). El 70 % de los votantes de Vox son varones.

Pero no sólo existen de forma virtual, también son organizaciones reales: el 8 de marzo 2020 convoca Vox el antifeminismo en el palacio de Vistalegre en Madrid; no pocas, como por ejemplo “Stop Feminazis” o “Hazte oír”, forman parte de una red de entidades de extrema derecha a nivel europeo y algunas están interconectadas con organizaciones a nivel mundial .

“Agenda Europe” es un una red fundamentalista de grupos cristianos tanto católicos como protestantes y ortodoxos al que pertenecen aproximadamente 150 personas y organizaciones.

Sus encuentros anuales se celebran en diferentes capitales europeos a puerta cerrada y los asistentes tienen prohibido revelar los nombres de los asistentes.

El “World Congress of Families” es otra organización de la derecha religiosa fundamentalista que reúne periódicamente desde 1997 la élite mundial del antifeminismo. En el año 2012 organizado por “Hazteoir”, la plataforma de la ultra derecha católica en el estado español, se celebró el congreso en Madrid; en 2015 en Salt Lake City (USA) la capital de los más reaccionarios cristianos: los Mormones; en Hungría 2017 fueron recibidos y bienvenidos personalmente por Victor Orban. La Web de “Human Rights” dice que “es una de las más importantes organizaciones de Estados Unidos involucrado en la exportación del odio”.

Tanto el “Congreso de las Familias” como “Agenda Europe”, entre otras, pretenden volver a la familia tradicional, al estado natural de las personas y cosas, niegan que exista otro género a aparte del masculino y femenino. Si leemos sus programas y los de sus aliados en los partidos neo fascistas nos damos cuenta que no son solamente misóginos también son racistas y xenófobos. Una constante programática es también el antisemitismo muy relacionado con el antifeminismo, es decir la construcción del otro como enemigo.

Para la teoría feminista una idea central que es la concepción de Marx de la naturaleza humana: hombre y mujer son el resultado histórico de las relaciones sociales, no como algo eterno, sino como producto de la práctica social en cada sociedad y en cada época. Esta concepción ha servido para luchar contra la naturalización y la idea del eterno femenino, contra una feminidad a la que se le asignan tareas, formas de ser y comportamientos, todo impuesto como algo «natural» para las mujeres. Esta naturalización cumple una función esencial para disciplinar a la mujer.

En todos los ataques terroristas de los últimos años, por ejemplo Breivig en Noruega, Tarrant en Nueva Zelanda se encuentran en sus manifiestos publicados en la red los motivos racistas y antifeministas. En las plataformas machistas es el odio hacia las mujeres la normalidad, pero es más: en todos los medios sociales ese odio está ampliamente presente. Un estudio de 2016 revela que el 76 % de las mujeres han sufrido - por ser mujer o intervenir como mujer - algún ataque sexista en la red. Leyendo los comentarios de estos machistas y varones alfa se nota, sin embargo, que detrás de la fachada agresiva hay un fuerte complejo de inferioridad que tienen que compensar con odio y violencia. La ironía trágica es que estos hombres no cumplen - en su papel de hombre fuerte y dominante - con las exigencias de la sociedad patriarcal y de la imagen de masculinidad. Esta frustración la convierten en odio hacia mujeres, homosexuales, minorías étnicas e inmigrantes - precisamente los colectivos que también sufren la misma represión del patriarcado.

En vez de rebelarse contra el sistema opresor se busca la culpa en otras minorías - o en el caso de las mujeres mayorías - humilladas. Un mecanismo que una teoría de los años 1920 en vísperas del ascenso del fascismo al poder pretende explicar: Uniendo teoría marxista y la del psicoanálisis surge la teoría social del carácter autoritario, muy presente en la pequeña burguesía pero también en la clase obrera. La extrema derecha necesita hombres y mujeres con ese carácter autoritario, es decir a ellos y ellas les gusta pisar a los débiles pero al mismo tiempo están dispuestos a subordinarse a la autoridad superior tanto en la vida laboral y privada como en política. La personalidad autoritaria tiene estas dos vertientes y es hoy como entonces el producto de un mundo laboral en un sistema capitalista cada vez más represivo. Y es por eso que tenemos que hablar de fascismo cuando hablamos de capitalismo, y porque se presenta a menudo anticapitalista pero en la práctica traiciona a la clase obrera.

Los partidos fascistas utilizan incluso el feminismo para defender medidas o políticas xenófobas y racistas con la excusa de que son necesarias para proteger a las mujeres frente a los islamistas radicales y los migrantes.

Para desenmascarar a los y las antifeministas sólo hace falta aplicar el método marxista y de este modo transformar la teoría feminista en acción política: la dialéctica materialista como conocimiento de la realidad, no se consigue más que desde el punto de vista de clase, desde el punto de vista de la lucha del proletariado. El abandono de ese punto de vista aparta del materialismo histórico del mismo modo que su consecución lleva directamente a la lucha del proletariado. “ (G. Lukacs)

Drarehg

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