Inmersos en la crisis estructural del capitalismo la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción hace cada vez más difícil el acceso a una vivienda a gran parte de la clase obrera, y en especial, a la juventud de extracción obrera y popular.

Según datos del segundo trimestre del 2013 el número de jóvenes emancipados se sitúa en 1.596,4 de un total de 6.847,0[1]. En 2012, la tasa de emancipación se situaba en un 20%[2]. Además, la emancipación tiene lugar a edades cada vez más tardías, situándose en la actualidad cerca de los 30 años, edad a la que tan sólo la mitad de los jóvenes consiguen emanciparse.

El INE ha contabilizado en España un total de 25.208.623 viviendas, con un incremento de 4.262.069 (un 20,3%) en una década[3]. Sin embargo, y pese a haber viviendas suficientes, cada vez más jóvenes se ven excluidos del acceso a las mismas.

Una de las causas de este difícil acceso es la situación laboral juvenil. El paro registrado entre la juventud española en agosto de 2013 correspondería a un 56%[4], situándose entre las cifras más altas de la Unión Europea. Este porcentaje se ve más acentuado entre los 25 y 29 años, empeorando sustancialmente a partir de los 30 años de edad. Por otra parte, la destrucción de fuerzas productivas y el abaratamiento de la fuerza de trabajo, ha llevado a la precarización de los contratos laborales juveniles, una de cuyas características principales reside en la temporalidad de los mismos y en la escasa capacidad de ahorro que de ellos se deriva. Esto se ha materializado en una situación de precariedad juvenil que en muchos casos les lleva a situarse en el umbral de la pobreza y en la exclusión residencial y social. La tasa de riesgo de pobreza en la población de 16 a 29 años se incrementó en un 51,3% desde 2004 a 2011, siendo precisamente los hogares con mayores dificultades en llegar a fin de mes en 2011,  los sustentados por jóvenes de 16 a 29 años.

Según datos del segundo trimestre del 2013 el número de jóvenes emancipados se sitúa en 1.596,4 de un total de 6.847,0[5]. En 2012, la tasa de emancipación se situaba en un 20%[6]. Además, la emancipación tiene lugar a edades cada vez más tardías, situándose en la actualidad cerca de los 30 años, edad a la que tan sólo la mitad de los jóvenes consiguen emanciparse.

Asimismo, tras la reducción y desaparición de las ayudas a la emancipación, la situación es cada vez más complicada. Con la eliminación de la deducción por adquisición y el recorte de un 30% en 2012 en la RBE[7] (que pasó de 210 a 147 euros), los más afectados son los jóvenes de edades comprendidas entre los 22 y 30 años. Con la nueva publicación en junio de la Ley 4/2013, que afecta a todas las ayudas de planes anteriores al Plan de Vivienda 2013-2016 y que supone de facto la supresión de la RBE, también se pone fin a las subvenciones de préstamos para comprar viviendas de protección oficial. Además, este nuevo plan estatal no establece ningún programa de ayudas específicas para jóvenes.

Ante este panorama, las posibilidades de acceso a una vivienda en el sistema capitalista por las y los jóvenes del Estado español son cada vez más complicadas: un hogar joven necesitaría aumentar en un 57,71% sus ingresos netos para poder asumir la compra de una vivienda libre; mientras que la opción de alquiler tampoco estaría al alcance de un joven asalariado entre 16 y 34 años en la mayor parte de las Comunidades Autónomas[8]. En el capitalismo, tal y como ya decía Engels en su Contribución al problema de la vivienda, “el Estado se preocupará todo lo más de conseguir que las medidas de uso corriente, con las que se obtiene un paliativo superficial, sean aplicadas en todas partes de  manera uniforme y ya hemos visto que efectivamente es así”.

Yasmin Ramos


[3]             http://www.ine.es/prensa/np775.pdf

[7]             Renta Básica de Emancipación

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