Que el capitalismo genera destrucción y miseria es una realidad tan cierta que en ocasiones hasta se olvida. Y en ello, los medios de comunicación del capital juegan un rol destacado. Desde hace un par de años podemos observar un claro aumento de la atención que proporcionan los medios a este problema. En muchos casos, estas campañas de concienciación vienen firmadas directamente por grupos energéticos y multinacionales, como por ejemplo Endesa, Repsol o Acciona. Esta propaganda, además, suele destinarse fundamentalmente a los sectores más jóvenes de la población, cuyo ejemplo más claro es la aparición repentina de la joven sueca Greta Thunberg.

Esta situación, desde luego, no es algo fruto de la casualidad. Y es que, el capitalismo de verdad necesita conservar el planeta para continuar existiendo. La comunidad científica es clara al respecto y los datos la respaldan de manera contundente: el planeta tierra se encuentra al borde de un colapso ecológico; Calentamiento Global y Cambio Climático, pérdida de biodiversidad o deforestación son amenazas relativamente antiguas que ya son una realidad.

Ante este panorama, la clase dominante no puede permitirse estar parada viendo cómo el mundo que domina se hunde. Y así, vemos la creciente preocupación del capitalismo por una transición de la economía hacia una más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. El capitalismo tiene una cierta capacidad de adaptación y es un hecho que está transformando a pasos enormes, por ejemplo, su modelo energético. De nuevo, los datos lo confirman, las energías renovables están creciendo y desarrollándose en los principales focos económicos del mundo -Europa, China o Estados unidos- mientras bajan los combustibles fósiles [1].

Otra afirmación que de tan cierta se olvida es que el capitalismo se rige bajo el principio del máximo beneficio. Estos cambios que estamos presenciando no son fruto de la concienciación empresarial en materia medioambiental. Son adaptaciones de la clase capitalista que le permiten colocarse en mejores condiciones para continuar explotando a la clase obrera.

Sin tener en cuenta que esta transición es una jugada que el capitalismo necesita para continuar existiendo, no es casualidad que sean los principales focos imperialistas del mundo quienes dan los mayores avances en energías renovables. Ante la perspectiva del agotamiento del petroleo -o un mayor coste para acceder a él - los países con economías más avanzadas desarrollan tecnologías que le permiten obtener una fuente de energía. Posteriormente, las multinacionales de estos países venden la tecnología a las regiones que no la hayan desarrollado -como África o Latinoamérica- y se coloca a estos países supeditados a sus intereses. Así, cuando estos pueblos no acaten el dictamen y necesidades del imperialismo, las empresas energéticas de los focos imperialistas se retiran y el país entra en crisis.

En una escala más local, transformación supone una mayor tasa de explotación para la clase obrera y una profundización de su miseria. Y así lo vemos con ejemplos claros como son las propuestas de impuestos al consumo de carne, las restricciones al uso de vehículos en grandes ciudades, el aumento desorbitado del alquiler o la subida constante y desmesurada de la factura de la luz. Una vez, las crisis y problemas que genera el capitalismo lo pagamos la clase obrera; una vez más, el capitalismo nos da a elegir entre la barbarie y una mayor miseria

Un par de ejemplos hacen esto mucho más visible. Mientras Gran Canaria arde y un verano más en España se evidencia la falta de medios para combatir los incendios, el ejercito del aire recibe una dotación anual de cientos de millones de euros para el mantenimiento de sus aviones de combate. Para contrastar esto vemos que solo en las islas Canarias se cuenta con 20 cazas F-18 cuyo coste de adquisición ronda los 60 millones de euros por unidad [2], pero no existe ni un solo hidroavión antiincendios en las islas; es más, en toda España solo se cuenta con 34 aviones destinados a este fin y ninguno es propiedad de las dotaciones forestales o los cuerpos de bomberos. [3]

El conflicto y problemas climáticos son una expresión más de la lucha de clases y la confrontación de los pueblos contra el imperialismo. Pero que nadie se confunda, afirmar que el capitalismo puede adaptarse a un modelo productivo más sostenible, en ningún caso significa que el capitalismo acabe con el riesgo de la amenaza del colapso ecológico. Las crisis del capitalismo son de sobreproducción. Valga como ejemplo de esto los inmensos campos de golf -abandonados-, urbanizaciones en plena costa -a medio construir- o ciudades -fantasma- que se construyeron en España antes de la crisis de 2008, con todo el impacto ambiental, generación de contaminantes y ocupación de espacios naturales que conlleva. La propia naturaleza del capitalismo, producción anárquica y descentralizada, es la que genera las crisis.

EL PAPEL DE LA JUVENTUD COMUNISTA

Ante esta situación no están tardando en aparecer diversas movilizaciones pidiendo que se enfrente este problema. Algunas de ellas, como las impulsadas por “la Greta” cuentan con un dudoso respaldo. Otras, como la convocatoria de una nueva huelga ecológica para este 27 de septiembre, no se conoce de donde nace o quien las impulsa. Solo se conoce la fecha, un par de reivindicaciones ambiguas y un rechazo frontal a la politización.

Es de esperar que estas movilizaciones, al no contar una estructura de gente organizada en cada ciudad, barrio y pueblo, llamando a la participación, cuenten con una afluencia mayor o menor según el respaldo que les den los medios de comunicación del capital -podemos ver la diferencia entre las movilizaciones gigantescas que tuvieron lugar en apoyo a la víctima de la manada, frente a la afluencia que tiene cualquier convocatoria de nuestro colectivo feminista local-.

El papel de la juventud comunista es llenar de ideología obrera cada movilización que surge como consecuencia del capitalismo. La experiencia enseña que la burguesía se apropia de cualquier reivindicación si no se cuenta con la influencia fuerte de las posiciones de la clase trabajadora. Así, nuestra primera tarea sería destacar que una huelga es la parada de la producción. La clase obrera lucha con las armas de la clase obrera, y su mayor arma es la capacidad de quebrar al capital, si decide parar de producir.

Acudir a las movilizaciones y asambleas que surjan con los análisis marxistas y conocer en qué bando de la lucha de clases estamos. La base del problema es la forma de producción del capitalismo; frente a las distintas opciones que el capitalismo nos propone para llevarnos a la destrucción, proclamamos la economía socialista, con la propiedad socializada de los medios de producción, el poder obrero y la planificación económica como herramientas para confrontar la catástrofe climática.

Socialismo o Barbarie.

[1] Wind Europe 2018, p. 7.

[2]https://www.elespanol.com/espana/20190524/ejercito-aire-envejece-canarias-f-18-empezaran-caducar/400710997_0.html

[3] http://www.rtve.es/noticias/20170620/operativo-contra-incendios-dispondra-70-medios-aereos-primera-vez-cuatro-drones-para-vigilancia/1567682.shtml

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