El pasado 10 agosto se cumplían 1000 días de la entrada en prisión (ininterrumpida en 3 de los 8 jóvenes) de los compañeros Jokin, Adur, Aratz, Julen, Jon, Iñaki, Ohian, y la compañera Ainara, tras una pelea de bar en la localidad de Altsasu (Alsasua) con dos guardias civiles, fuera de acto de servicio, y sus parejas, que acabó con un parte médico de lesiones menores.

Lo que no fue más que una trifulca nocturna, generó una reacción del aparato represor del estado que al día siguiente, como el matón de barrio que se excita con su pose soberbia y gusta mostrar músculo, sitiaba la localidad de Alsasua ocupándola con cuerpos de la Guardia Civil de manera desmesurada, para detener a estos jóvenes e iniciar, junto al resto del aparato estatal, todo un proceso cargado de revanchismo y de la parcialidad más absoluta contra estos jóvenes.

No solo es una muestra de ello el empleo de la prisión preventiva, incumpliendo los criterios sobre los que se apoya su aplicación según la legislación actual, desde hace ya más de 1000 días sobre jóvenes que no tienen aún sentencia firme. Sino que es muy clarificadora, la acusación –desestimada ya- de “terrorismo” por parte de la Fiscalía (tras una década desde la disolución de ETA, se reutiliza el discurso del “entorno” como arma política contra estos jóvenes), para justificar la aplicación de todo el peso represivo del estado, sobre un pueblo que ha mostrado una alta organización, conciencia y solidaridad, no dudando en movilizarse y llevar a cabo toda una campaña para denunciar la persecución y cacería hacia estos jóvenes. De forma opuesta, el habitual silencio con el que los grandes medios de comunicación siguen callando los atropellos y parcialidades de las estructuras del estado (judicatura, fiscalía, altos mandos de la guardia civil,…), en este capítulo más de represión a los pueblos y la clase obrera por parte de los aparatos del estado.

Dejémoslo bien claro de una vez. El estado no es neutro, es un aparato al servicio de la burguesía que se dota de las herramientas necesarias para poder mantener, a través de la represión, el equilibrio de poder de las clases dominantes respecto a la clase obrera y los pueblos del estado. Y lo hace primero creando e imponiendo su discurso hegemónico, para justificarse ante la mayoría social, pero principalmente (y esto es lo que en último caso le garantiza su poder) a través de las legislaciones antiterroristas, reformas del código penal, ley mordaza, etc..., legalización del uso de la violencia que no ha dudado en emplear cuando así lo cree necesario…, en este caso cuando se cree cuestionado.

De cada experiencia que la lucha de clases nos deja, debemos de ser capaces de extraer las lecciones que nos sirvan para poder avanzar hacia una sociedad libre de explotación y represión. El pueblo de Altsasu, el cariño y solidaridad con sus jóvenes represaliados, ejemplifica con su movilización colectiva y su organización las herramientas necesarias para poder hacer frente a la represión, asi como las numerosas campañas y movilizaciones realizadas durante este tiempo en Euskal Herria y otros territorios del estado.

Pero también debemos ser conscientes de las limitaciones que ofrecen las condiciones actuales de lucha. Una futura y probable confrontación de mayor gravedad frente al aparato burgués de todo un estado, no será exitosa si no somos capaces de extender la respuesta coordinada al resto de los territorios que están bajo el mismo marco estatal. La situación de paro, precariedad de la clase trabajadora, personas sin hogar, etc…, muestra que la lucha de clases se agudizará por ello.

Luchamos por avanzar en esas necesidades actuales, solidarizándonos con los jóvenes represaliados de Altsasu, que siguen privados de libertad tras 1000 días, mientras se dilata el proceso de sentencia. Exigiendo su liberación y absolución inmediata. Pero también por seguir extendiendo en todo el estado la necesidad de tomar conciencia y de organizarnos frente al capitalismo y su estado represivo monárquico-burgués.

Francisco Valverde

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