“El presente es todavía más angustioso. Ahora se huye de la miseria, la muerte prematura, pero también de las guerras y exterminios imperialistas. Las mafias existen por culpa de los gobiernos, los banqueros y hasta los colaboradores policiales o jurídicos. ¿Cuántos naufragios y muros se han producido y levantado en estos 18 años transcurridos? Y triunfan mientras las novelas históricas sobre épocas pretéritas y amores o tragedias individuales, pero este holocausto colectivo apenas golpea las conciencias de quienes debieran luchar por impedirlo. Así crecen la xenofobia y los nuevos fascismos en la Europa del mercado y la globalización.” Andrés Sorel.

La Europa fortaleza creó en 1995 el espacio Schengen. Eliminó las fronteras interiores para que su clase obrera transitara de un sitio a otro a ser explotada sin necesidad de pasaporte y trasladó sus fronteras exteriores, militarizándolas y subcontratando con terceros países el control migratorio y generando campos de concentración extramuros de la UE. Nació una industria floreciente de violencia y muerte que se beneficia de vigilar, detener, encarcelar, deportar, traficar, esclavizar, rescatar y hasta asistir a quienes intentan atravesar sus fronteras blindadas con muros y vallas asesinas. La Frontera Sur europea demuestra que la entrada de las industrias de la guerra en el negocio del control migratorio han sido decisivas para establecer y normalizar espacios de no derecho en distintos territorios y de que la subcontratación de terceros países para el control de fronteras es la base de las relaciones exteriores de la Unión Europea.

Uno de los países más beneficiados de esa subcontratación ha sido Marruecos, el principal guardián de la frontera sur, que según sus propios datos en 2018 interceptó a 89.000 personas antes de cruzar a Europa. Que no lleguen a territorio europeo las personas migrantes que vienen desde la exprimida África, las cifras convenientemente manejadas, junto con titulares periodísticos tales como “avalancha” o “efecto llamada” y la criminalización de las personas migrantes sirven para alimentar los discursos racistas y xenófobos a lo interno, y paralelamente justifican a las empresas que invierten en el control de fronteras. En las fronteras de la U.E. no hay derechos para las personas migrantes, que indefensas pueden ser usadas por el capital sin ningún costo al quedar lejos de nuestra vista.

La europa de los monopolios tiene entre sus prioridades la defensa de los intereses de las industrias de control del movimiento de personas, así bajo el pretexto de lucha contra las mafias, genera políticas de disuasión consistentes en hacer las rutas migratorias más peligrosas poniendo en marcha más cantidad de efectivos de control. Esto provoca que las personas migrantes busquen rutas más peligrosas y las empresas de control consolidan su presencia en los caminos migratorios y, de paso, dejen estructuras militares.

Con todo, hay una carencia en las cifras oficiales, faltan las personas muertas y las desaparecidas en la Frontera Occidental europea. El Mediterráneo es, según el alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados,  la ruta migratoria más mortífera del mundo. Las personas desaparecidas en la ruta migratoria hacia España no constan en listados oficiales de desaparecidos, no obstante la organización Caminando Fronteras dató en los 70 naufragios ocurridos entre enero de 2018 a abril de 2019 unas 1.020 personas muertas o desaparecidas. La ausencia de sus cuerpos invisibiliza tanto el relato de violencia que llevó a su desaparición como nos oculta el horror de la gran fosa común que el capitalismo ha hecho del mediterráneo, del que llega el olor a muerte.

La muerte en el Mediterráneo permite generar dinero mediante las inversiones en industrias de control del movimiento ligadas a las industrias de la guerra. Controlar a las personas migrantes, convertidas en mercancías, y vulnerar su vida es fuente inagotable de riqueza, como bien saben en la empresa española European Security fencing (fabricante exclusivo de las cuchillas asesinas de las fronteras europeas). La gestión del dolor que se les provoca también genera beneficios.

Para acabar, las palabras de un migranteMirad cómo salen las imágenes de los naufragios en vuestras cadenas, qué horror. No contaríamos las historias como las cuentan los blancos, sería diferente. No sé, siempre estáis señalando a las víctimas, pero no a quienes les provocaron esto. Para cuando una lista de los políticos que tomaron decisiones o de los militares que las ejecutaron o de las empresas que ganaron dinero, y esa lista vincularla a cada naufragio.”

Ana Muñoz

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