Con solo  un mínimo de perspicacia y sensibilidad resulta imposible no concluir lo evidente: el capitalismo es culpable de un genocidio diario que dura siglos y que hoy, en plena crisis estructural y general de este sistema en su última fase de desarrollo –imperialismo-,  lejos de reducirse se agrava a pasos acelerados.

Por un lado un dato: Las 26 mayores fortunas del mundo acumulan una riqueza equivalente a la de los 3.800 millones de personas más pobres del Planeta.

Por otro, un cuadro con el resumen de los principales datos del Informe de 2019 de la FAO sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo.

? Tras decenios de descenso constante, la tendencia del hambre en el mundo —cuantificada mediante la prevalencia de la subalimentación— se revirtió  en 2015, permaneciendo prácticamente sin cambios en los últimos tres años; situándose a un nivel ligeramente por debajo del 11%. Mientras tanto, el número de personas que padecen hambre se ha incrementado lentamente. Como resultado de ello, más de 820 millones de personas en el mundo seguían padeciendo hambre en 2018, lo cual destaca el inmenso desafío que supone lograr el objetivo del hambre cero para 2030.

? El hambre está aumentando en casi todas las subregiones africanas, lo que hace a África la  región con la prevalencia de la subalimentación más elevada, situada en casi el 20%. El hambre también está aumentando lentamente en América Latina y el Caribe, aunque su prevalencia todavía se sitúa por debajo del 7%. En Asia, Asia occidental presenta un incremento continuo desde 2010 y en la  actualidad más del 12% de su población se encuentra subalimentada.

? En el informe de este año se introduce un segundo indicador para el seguimiento de la Meta 2.1 de los ODS: la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES). Si bien la inseguridad alimentaria grave está asociada al concepto del hambre, las personas aquejadas de inseguridad alimentaria moderada padecen incertidumbre en cuanto a su capacidad para obtener alimentos y  se han visto obligadas a aceptar menos calidad o cantidad en los alimentos que consumen.

? Considerando todas las personas que se encuentran afectadas en el mundo por niveles moderados de inseguridad alimentaria y las que padecen hambre, se estima que más de 2 000 millones carecen de acceso a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes, lo que incluye al 8% de la población de América septentrional y Europa.

? Uno de  cada siete  recién nacidos,  es decir 20,5 millones de niños de todo el mundo, tuvieron bajo peso al nacer en 2015 y no se han registrado progresos en la reducción del bajo peso al nacer desde 2012. Por el contrario, el número de niños menores de cinco años afectados por retraso del crecimiento en el mundo ha disminuido un 10% en los últimos seis años. No obstante, dado  que aún hay 149 millones de niños con retraso del crecimiento, el avance es demasiado lento como para llegar  a la meta de reducir a la mitad el número de niños afectados por esta lacra en 2030.

? El sobrepeso y la obesidad siguen aumentando en todas las regiones, especialmente entre los niños en edad escolar y los adultos. En 2018 se calculó que el sobrepeso afectaba a 40 millones de niños menores  de cinco años. En 2016, 131 millones de niños entre cinco y nueve años, 207 millones de adolescentes y 2 000 millones de adultos padecían sobrepeso. Casi un tercio de los adolescentes y adultos que padecen sobrepeso, y el 44% de niños entre cinco y nueve años que también lo padecen, eran obesos. Los costos económicos de la malnutrición son abrumadores.

? Un análisis de los datos en el nivel de los hogares e individual de algunos países de todas las regiones revela que la inseguridad alimentaria desempeña un papel importante como factor determinante de muchas formas diferentes de malnutrición. En particular, en los países de ingresos medianos altos y altos, vivir en un hogar afectado por inseguridad alimentaria es un indicador  de obesidad en niños en edad escolar, adolescentes y adultos.

? En las anteriores ediciones de este informe se muestra cómo el conflicto y la variabilidad y los fenómenos extremos del clima agravan las tendencias mencionadas. Este año el informe pone de manifiesto que el ritmo desigual de la recuperación económica y  la persistencia de un escaso rendimiento económico en muchos países, después del debilitamiento ocurrido en 2008-09 en todo el mundo, también socavan los esfuerzos por acabar con el hambre y la malnutrición. Los episodios de dificultades financieras, el incremento de las tensiones comerciales y las condiciones financieras más restrictivas están contribuyendo a que las perspectivas económicas mundiales sean inciertas.

? El hambre ha aumentado en muchos países donde la economía se ha ralentizado o contraído, sobre todo en países de ingresos medianos. Además, las conmociones económicas están contribuyendo a prolongar y agravar las crisis alimentarias ocasionadas ante todo por conflictos y perturbaciones climáticas.

? De los 65 países donde han sido más intensas las repercusiones adversas de las desaceleraciones y debilitamientos de la economía en la seguridad alimentaria y la nutrición, 52 dependen en  gran medida de las exportaciones o importaciones de productos básicos primarios.

? Las desaceleraciones o debilitamientos de la economía debilitan desproporcionadamente la seguridad alimentaria y la nutrición allí donde las desigualdades son mayores. La desigualdad  de ingresos aumenta la probabilidad de sufrir inseguridad alimentaria grave, y este efecto es un 20% mayor en el caso de países de ingresos bajos frente a países de ingresos medianos. Las desigualdades de ingresos y riqueza también guardan estrecha relación con la desnutrición, en tanto que la obesidad se asocia con modelos de desigualdad más complejos.

? Con el fin  de proteger la seguridad alimentaria   y la nutrición, resulta fundamental disponer de políticas económicas y sociales que combatan los efectos de los ciclos económicos adversos cuando estos llegan, evitando al mismo tiempo  a toda costa los recortes en servicios esenciales como la asistencia sanitaria y la educación. Sin embargo, a más largo plazo esto solo será posible impulsando una transformación estructural a favor de los pobres e inclusiva, especialmente en países que dependen en gran medida del  comercio de productos básicos primarios.

? Para asegurar que la transformación estructural sea favorable a los pobres e inclusiva se requiere la integración de las preocupaciones sobre seguridad alimentaria y nutrición en los esfuerzos por reducir la pobreza, garantizando al mismo tiempo que  la reducción de las desigualdades de género y de la exclusión social de grupos de la población sea el instrumento o el resultado de la mejora en la seguridad alimentaria y la nutrición

Cada quien que saque sus conclusiones………..

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