Esperando ver pronto la película “Vitoria, 3 de marzo” para comentarla, que el director santanderino Víctor Cabaco ha hecho sobre la masacre obrera (cinco trabajadores asesinados y otros 150 heridos de bala) cometida por un franquismo decadente el 3 de marzo de 1976 en Vitoria, me gustaría proponerles, a modo de complemento de la película de Cabaco, el excelente documental “Llach: la revolta permanent”, del joven cineasta catalán Lluís Danés. Realizada en el año 2006, es decir treinta años después de los terribles sucesos antes comentados, el filme de Danés cuenta la historia de una canción, el retrato de la persona que la escribió y la crónica de los hechos que la inspiraron. La canción en cuestión es la sublime cantata fúnebre “Campanades a morts”; la persona que la escribió en una noche lleno de rabia ante lo ocurrido es el cantautor gerundense Lluís Llach, que tanto entusiasmó a los/as jóvenes de mi generación, y no sólo a ella; y los hechos que la propiciaron, la atroz represión de la Policía Armada (los odiosos “grises”) contra la clase obrera vitoriana, especialmente - por las víctimas causadas a balazos- durante la expulsión de la iglesia de San Francisco de Asís en la que los/as trabajadores/as se hallaban reunidos en asamblea preparando la continuación de la huelga general iniciada unos meses antes.

Tres elementos narrativos pues que se van entrelazando de manera armoniosa y dinámica a lo largo de un viaje en automóvil que hace Lluís Llach desde Porrera (Tarragona), su residencia habitual, hasta el Palacio Fernando Buesa de la capital alavesa, donde, en un imponente recinto, se conmemorará el 30 aniversario de la horrible matanza. Así, entre pinceladas autobiográficas, en las que Lluís Llach recuerda su carácter introvertido, su pasión por tocar el piano desde los 4 años de edad o su exilio en París en los años 1970, se van viendo también a los familiares de las víctimas y a los/as supervivientes de aquella represión, y escuchando (entre disparos, intervenciones de los ministros franquistas Manuel Fraga y Martín Villa y comentarios de la radio de la policía) sus opiniones sobre el carácter de clase de la lucha obrera, sobre las reivindicaciones que originaron la huelga: “aumentos salariales y mejora de las condiciones de trabajo básicamente”, pero igualmente sobre la forma asamblearia de la organización obrera que consiguieron poner en marcha. Para muchos, la causa principal de la salvaje represión fascista jamás reconocida, “pues se trataba de evitar que nuestra lucha fuera un ejemplo para el resto del Estado español”, afirma uno de los testigos.

Concluyendo el largo viaje y el magnífico documental de Lluís Danés, en el Pabellón público Fernando Buesa, donde miles de vitorianos /as, que guardarán a vida la masacre de Vitoria, escuchan emocionados/as y al borde de las lágrimas la estremecedora “Campanades a morts”, en la que Lluís Llach denuncia con pasión a los autores de aquellos crímenes tratándolos de “asesinos de razones y de vidas”, y clamando con furia, en un acto de revolta permanent contra el olvido, que “nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días, y que en la muerte os persigan nuestras memorias”.

Rosebud

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